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Inmigrante latino sufre ataque de odio en Los Ángeles. Si su hijo no llega ‘quizá no estuviera vivo’

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La llegada del año nuevo fue abrupto para Minor Bravo. Los nervios y el temor se han apoderado de este inmigrante costarricense, después de ser víctima de un joven asiático que lo agredió en plena mañana mientras reparaba su vehículo en el vecindario Mid-City.

“Hubiera sido peor”, dijo el hombre de 56 años al mostrar la sutura en su labio superior y su dentadura lastimada producto del ataque que él califica de odio.

Bravo se levantó a las 8 de la mañana del 1 de enero, para reparar su vehículo que había dejado en la calle. Llevaba un par de horas tratando de encender el carro, cuando cerca de las 10:40 a.m. un joven de aproximadamente 29 años le dio un puñetazo en la boca sin justificación.

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“Este señor llegó por mi espalda y me dijo algo, yo volví la cabeza para ver y me recibió con un golpe en la boca”, describió Bravo sobre el puñetazo que le partió el labio, le arrancó un diente, le quebró otro y dejó flojos tres dientes más.

“No quedó satisfecho con eso, sino que sacó un desarmador de la bolsa del pantalón o la chamarra”, agregó el costarricense que radica en este vecindario desde hace unos ocho años.

Mientras su boca sangraba, Bravo cuenta que el agresor lo amenazaba con el desarmador de aproximadamente 2 pies de largo.

Bravo es mecánico desde hace 30 años. Hace unos seis años, un amigo le regaló un auto marca Maserati biturbo, año 1988, color rojo. Este es el vehículo que estaba reparando cuando fue atacado y en lo que el agresor basó su acto violento.

“¿Por qué me haces esto? ¿qué está pasando?”, le cuestionó Bravo a su agresor.

“Es que tu no puedes tener un Maserati, no puedes estar arreglando un Maserati aquí”, fue la respuesta del atacante, insistiendo en tres ocasiones en la marca del vehículo.

“No, es que usted además de tener ese carro, ha traído problemas”, agregó el joven en las palabras que Bravo recuerda.

El altercado duró aproximadamente cinco minutos, tiempo en el que Bravo pudo ver cierto odio en el joven asiático.

“Noté una mirada en él de mucho odio, como de racismo”, agregó Bravo, algo que relaciona con la agresión sin una causa válida.

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De acuerdo a la Oficina del Fiscal de California, en 2018 se reportaron 1.066 casos de crímenes de odio, siendo éste el último año reportado. En cuanto al prejucio racial en contra de los latinos, en ese informe se indica que de 2017 a 2018 aumentó en 18.3%.

El crimen de odio no es algo nuevo en Estados Unidos, aunque algunos expertos aseguran que recientemente ha tomado más notoriedad y fuerza con los mensajes que emanan desde la Casa Blanca.

Celia Lacayo, socióloga de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), asegura que estos ataques en su mayoría han sido de anglosajones hacia grupos minoritarios; sin embargo, ahora también se ven agresiones de grupos minoritarios hacia otro.

“La violencia ha sido una de las maneras de castigar al inmigrante, pero ahora el crimen de odio se ha identificado como lo que es, por eso los conservadores (anglosajones) no creen en esas leyes”, valoró la académica destacando que se debe romper con los prejuicios raciales.

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En el condado de Los Ángeles, los ataques de odio se pueden reportar de forma confidencial llamando al 2-1-1, en donde los denunciantes pueden obtener ayuda.

Así lo asegura Robin Toma, director ejecutivo de la Comisión de Relaciones Humanas del Condado, instancia que promueve la denuncia por medio de una campaña denominada L.A. vs Odio, que ha instalado pósters en diferentes paradas de autobuses.

“Si no sabemos de los casos de odio, no podemos ayudar”, razona Toma, invitando a la población a que denuncie este tipo de agresiones.

“Queremos que la gente sepa que hay un lugar donde reportarlo, no importa si la policía lo toma o no, nosotros tenemos un sistema que les va a ofrecer ayuda al marcar el 2-1-1 o al ir al sitio de internet”, agregó el funcionario en referencia al sitio lavshate.org disponible para el mismo fin.

Bravo trató de ganar tiempo con preguntas y el agresor al ver que los vecinos salieron de sus viviendas, retrocedió un poco. En ese momento, el costarricense llamó a su hijo, quien se encontraba a unos 50 metros de distancia.

Al llegar el hijo de Bravo, el atacante salió huyendo.

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El hijo de este inmigrante persiguió al asiático hasta la esquina del bulevar Pico y la calle West, en donde el agresor se escondió en un edificio. Ahí llegó la policía a capturar al atacante.

Después de tres horas en el hospital, Bravo salió con unas puntadas en su labio y ahora se prepara para consultar a un dentista que le reponga sus dientes, razón por la que crearon una cuenta en el portal GoFundMe para cubrir los gastos, mientras deja de trabajar a raíz de este percance.

“Todos somos iguales, vivimos en el mismo lugar y tenemos que trabajar juntos”, manifestó Jihad Abbas, hijo de Bravo.

La policía está investigando la agresión, dos detectives visitaron a este inmigrante el lunes y, por su parte, Bravo pidió una orden de restricción en contra de su agresor ante una corte local. La cual está en proceso todavía.

A raíz de este ataque, al sacar a sus perros a caminar, ahora el costarricense sale con precaución. No se siente seguro en el vecindario.

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“Quedé nervioso, por ahora siento un poco de temor”, indicó Bravo, quien quiso que el caso se conozca para prevenir a otras personas y que no les suceda lo mismo.

Se llamó a la estación de Policía en la área de Wilshire, pero hasta el cierre de esta nota no había devuelto la llamada, para obtener más información sobre el seguimiento del caso.

Bravo, entretanto, considera que si su hijo no llega, a lo mejor no estuviera contando su historia.

“Pienso que lo que hizo este señor fue un acto de racismo”, reflexionó.

“Hubiera sido peor, quizá no estuviera vivo, porque me amenazaba con el desarmador”, concluyó Bravo.

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