OPINIÓN: ‘No debería tener que dejar mi estado natal para morir en paz’ - Los Angeles Times
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OPINIÓN: ‘No debería tener que dejar mi estado natal para morir en paz’

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Después de meses de dolor severo en los huesos y el cráneo, me enteré de que padecía cáncer en 2017. Tenía 42 años y me estaba recuperando de la muerte del menor de mis cinco hijos, Mario Andrés, justo dos semanas antes de su nacimiento.

Lo que imaginábamos hacer en ese momento era añadir balones de fútbol y calcomanías de los Dallas Cowboys al cuarto de juegos de los niños.

Pero las visitas al hospital, las tomografías computarizadas, las resonancias magnéticas, las tomografías por emisión de positrones, las biopsias y los análisis de sangre confirmaron lo inimaginable: el mieloma múltiple. Estaba en shock cuando los doctores dijeron que este raro e incurable cáncer de sangre probablemente causó la muerte de mi precioso bebé.

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El cáncer no solo lo padecen los pacientes sino también sus familiares y amigos, quienes resultan afectados emocionalmente ante las distintas fases de la enfermedad.

No había tiempo para que mi esposo Jerry y yo lloráramos la muerte de nuestro hijo. Tuvimos que empezar a tratar mi cáncer inmediatamente. Los dolores en el cuerpo, las náuseas y los vómitos me enfermaban cada día más. En diciembre, dejé el tratamiento después de sólo cinco rondas de quimioterapia debido al daño que me causó en los riñones y el hígado.

Mis doctores ahora dicen que me quedan algunos meses o un año de vida. Es por eso que quiero mudarme a California para vivir mi vida de la mejor manera posible con el tiempo que me queda.

Creo firmemente que las personas con una enfermedad terminal incurable deberían tener la opción de solicitar una receta médica con medicamentos que puedan tomar para morir pacíficamente si su sufrimiento se vuelve intolerable.

En total, una de cada 8 mujeres estadounidenses (aproximadamente el 12.4%) desarrollará cáncer de mama invasivo a lo largo de su vida.

Jerry y yo pronto dejaremos nuestro hogar en Las Vegas y nos mudaremos a California, para poder tener acceso a la Ley de la opción del fin de la vida de California, que ofrece la posibilidad de ayuda médica para morir, la cual no está disponible en Nevada.

Este mes Jerry y yo estuvimos en la ciudad de Nueva York para cumplir con algunos de mis últimos deseos, entre los que se incluían: viajar en el metro de Nueva York, visitar el Madison Square Garden, caminar por Central Park y comer una hamburguesa con queso en el emblemático restaurante P.J. Clarke’s de Manhattan.

En un esfuerzo colectivo para aprovechar los poderes del sistema inmune en la lucha contra el cáncer, los científicos informaron un nuevo enfoque que eliminó todas las pruebas de cáncer de mama en etapa avanzada en una mujer de 49 años, que se había quedado sin opciones de tratamiento.

Mieloma múltiple

Vivir con mieloma múltiple es un infierno. Los médicos dicen que existe la posibilidad de que mi columna vertebral se derrumbe y me duela insoportablemente todo el cuerpo, incluyendo el cráneo, la mandíbula, los dientes, las costillas y las piernas. También podría sufrir insuficiencia renal, problemas de sangrado causados por un nivel bajo de plaquetas, coágulos de sangre en los pulmones, y mis huesos podrían agrietarse por estar en la cama en un hospicio, a medida que los tumores crezcan por todo mi cuerpo. Mi familia tendrá que mirar, mientras yo muero lentamente en un dolor insoportable.

No quiero morir, quiero vivir. Pero el cáncer está acabando con mi vida y muy dolorosamente. Sólo quiero morir sin sufrir.

Muerte con dignidad

Mi corazón se rompió en abril cuando supe que la Ley de muerte con dignidad de Nevada no avanzaría durante la sesión legislativa de este año. La noticia llegó pocas semanas después de que Jerry y yo viajáramos a Carson City para unirnos a la legendaria activista de derechos civiles Dolores Huerta en reuniones con legisladores, incluyendo una con el gobernador de Nevada Steve Sisolak. Además, grabé videos en inglés y español para instar a los legisladores de Nevada y otros estados de todo el país a que aprueben leyes que permitan a los adultos con enfermedades terminales tener la opción de recibir asistencia médica para morir y poner fin pacíficamente al sufrimiento intolerable.

Mis doctores en UCLA

Dos veces al mes, mi esposo y yo vamos al Centro Médico de UCLA para recibir tratamiento que no está disponible en nuestro estado natal de Nevada.

Durante mis recientes visitas al médico, me enteré de noticias aún más inquietantes: los resultados de mis últimas pruebas muestran que mi recuento de glóbulos blancos es más alto y que mi mieloma múltiple incluye anomalías cromosómicas. Mis síntomas de cáncer están empeorando. Camino con más dificultad, estoy perdiendo peso y mi cabello, además del apetito. Mi médico cree que puede haber pasado por alto algún diagnóstico adicional desde el principio. Mis opciones son limitadas: un ensayo clínico, un trasplante de células madre o vivir mi vida al máximo posible. No sé qué voy a hacer. Estoy muy cansada, tengo mucho dolor, me encuentro asustada. Este viaje no es el que yo pedí. Me haré otra tomografía por emisión de positrones para buscar más tumores y ver si el cáncer se ha diseminado a otras partes de mi cuerpo.

Dios

Me parece muy complicado responder a la pregunta de los extraños sobre por qué quiero morir en paz para poner fin a mi sufrimiento con la ayuda de un medicamento. Me resulta increíblemente difícil y molesto cuando cuestionan mi fe en Dios.

Dios nos puso en esta tierra para vivir abundantemente, sanos y en paz. Ese es SU deseo y el mío también.

*Hanna Olivas es una madre de 45 años con cuatro hijos, abuela de dos y vive en Las Vegas.

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