El fútbol ruso vuelve a tirar la casa por la ventana
Moscú — El oso ruso ha despertado de su letargo. En cuestión de una semana, los principales clubes rusos han fichado a un futbolista del Barcelona, el brasileño Malcom; a un campeón mundial, el alemán André Schürrle; y a la nueva promesa del fútbol holandés, Guus Til.
“Muy pronto, Til puede convertirse en una estrella. El Spartak ha hecho un buen fichaje”, dijo Dick Advocaat, antiguo seleccionador ruso y técnico del Zenit, al diario “Sport Express”.
Los clubes rusos parecen haberse ya olvidado de la reprimenda que les propinó en 2012 el presidente ruso, Vladímir Putin, por gastarse fortunas en estrellas extranjeras en medio del estancamiento de la economía nacional.
No era para menos, ya que poco antes el Zenit, el equipo patrocinado por el gigante del gas Gazprom, se había gastado la friolera de cien millones de euros en el brasileño Hulk y el belga Witsel.
Hasta el entonces futbolista del Zenit, Ígor Denísov, se negó a jugar un partido en protesta por la disparidad salarial entre los jugadores extranjeros y los rusos de la plantilla.
Pero la falta de resultados ya le obligó al Zenit a rascarse el bolsillo hace dos años con el fichaje de Roberto Mancini y de una pléyade de argentinos, proyecto que fracasó estrepitosamente.
Ahora, aunque el Zenit ganó la pasada temporada la liga rusa, el equipo de la antigua capital zarista ha decidido romper definitivamente la hucha repleta de petrorrublos con el fichaje de Malcom Filipe Silva de Oliveira por 40 millones de euros, más otros 5 en variables.
Malcom debutó el domingo con su equipo ante el Krasnodar y, aunque apenas jugó 20 minutos, el Zenit espera que sea la pieza que le falta para llegar lejos en las competiciones europeas, donde el club no brilla desde que se alzara con la UEFA en 2008.
Según la prensa, el brasileño cobrará más de 6 millones de euros anuales, cerca de lo que Hulk cobraba cuando llegó a tierras rusas procedente del Oporto.
Además, el campeón ruso fichó también al defensa brasileño Douglas Costa del Hamburgo por más de 10 millones de euros.
El Spartak Moscú también ha decidido seguir la línea del club más rico del país y se ha reforzado con media docena de legionarios.
El fichaje más caro ha sido el último. Era un secreto a voces que el Spartak estaba siguiendo desde hace meses al internacional holandés Guus Til, que fue presentado hoy y cobrará varias veces más en el club ruso que en el AZ Alkmaar.
El equipo más popular de Rusia tuvo que desembolsar 18 millones de euros por Til, que debería llenar el gran hueco dejado por Quincy Promes (Ajax), según la prensa local.
El Spartak también pescó en la liga italiana. Pagó 9 millones de euros al Roma por el delantero argentino Ezequiel Ponce, que estaba cedido en el AEK, donde marcó 21 goles.
Otro futbolista que ha sido cautivado por los cantos de sirena del fútbol ruso es Jordan Larsson, hijo del exbarcelonista Herink Larsson. Proveniente del FK Norrköpping, Larsson comenzó su andadura en la cantera azulgrana y ya ha sido internacional en dos ocasiones.
Con todo, el fichaje estrella ha sido Schürrle, jugador que llegó a militar en el Chelsea y pasó a la historia por darle a Götze el pase del gol que le dio el título mundial a Alemania ante Argentina en 2014.
Schürrle, que jugaba cedido en el Fulham, aunque el Borussia Dortmund es quien tiene sus derechos hasta 2020, causó una muy buena impresión en su debut ante del Dinamo Moscú.
El Lokomotiv Moscú, campeón de liga hace dos temporadas, compró al PSG por 12,5 millones de euros al polaco Grzegorz Krychowiak, que ya había jugado cedido el pasado año en la capital rusa y se ha convertido en el líder del equipo de los Ferrocarriles de Rusia.
El Dinamo, el histórico equipo de Lev Yashin, también parece decidido a sumarse al banquete con el fichaje del delantero alemán Maximilian Philipp (Borussia Dortmund). El diario “Sport Express” dio hoy por hecho su fichaje por 20 millones de euros.
El Mundial de Rusia ha disparado la asistencia a los estadios y la afición local ya no se conforma con un partido de fútbol al uso, sino que quiere un buen espectáculo y que sus clubes se rasquen los bolsillos.
Ignacio Ortega