Los obreras mexicanas también festejan el Día de la Santa Cruz
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México — Es el día de los albañiles al que acaricia una luz religiosa, el Día de la Santa Cruz, que este viernes se festeja en México. Varias cruces llenas de flores, una misa, los obreros mexicanos festejan, comen, estrechan lazos y bailan. También las mujeres, no tan habituales en este oficio, alzan la voz.
Todo empieza con una misa, que es la parte esencial de la tradición. Efe tuvo acceso a una de las obras ubicadas en la colonia Condesa de la capital, donde un cura ejerció de maestro de ceremonias para bendecir un año más a los obreros y obreras.
Empezó por unas palabras de recuerdo para Cristo y su sacrificio, cuya cruz se construyó con sudor y esfuerzo, el mismo que imprimen día a día los trabajadores de la construcción.
El maestro de ceremonias arrojó a los presentes -unos 50- que observaban silentes algunas gotas de agua bendita.
Después el agua fue para las seis cruces imprescindibles para la ceremonia; algunas de madera, otras de hierro, todas con flores.
De inmediato, el padre hace un llamado a los trabajadores para que se formen en fila y avancen hacia la cruz más grande.
Antes él le da un gran beso a la madera de la cruz y anima a los trabajadores de la construcción a acercarse. Estos lo hacen fieles a Cristo y se santiguan reverentes ante la cruz, susurran algunas palabras, piden que todo vaya bien.
Después llega el turno para la fiesta y una buena comilona aguarda: las tradicionales carnitas, tacos dorados, cerveza, salsas rojas y verdes típicas de México.
Las escasas mujeres allí presentes cuentan a Efe qué supone trabajar en un oficio tan masculino y cómo viven el Día de la Santa Cruz.
Mariana García, de 21 años, cuenta que este día “es súper lindo, divertido” y que apenas lleva dos años celebrándolo este grupo de albañiles.
También considera la festividad como una “bendición para los compañeros de trabajo que están aquí”.
Su compañera María Luisa Braja, de 23, expone que “son varios compañeros de diferentes obras pero de una misma compañía” y que es “un gusto comer con ellos”.
Más que la comida, ambas confiesan estar deseosas por empezar a bailar, y es que para esta ocasión la banda Picosos Show da un recital para hacer que los obreros muevan el esqueleto.
No obstante, más allá del festejo, en el día a día estas obreras se dejan la piel igual que sus compañeros varones.
“A veces sí que sucede que nos lleguen así personas que nos digan que estamos haciendo trabajos de hombres, pero pues a nosotras es algo que nos gusta hacer también”, cuenta María Luisa.
Reconoce que es reconfortante saber que ella puede “hacer el trabajo que un hombre hace”.
No es para menos, pues según relata se vive un poco con el estigma de que “nada más hay una mujer en cada obra”.
Pero según cuenta su compañera Mariana, los compañeros, en general, suelen consentirlas y tratarlas muy bien.
“Hay algunos que sí nada más les gusta molestar y otros que sí te tratan súper bien”, asegura.
María Luisa la complementa y apunta que “igual aprende uno a convivir y a aprender de todo”.
Cuando se acercaron a pedir a la Santa Cruz, ambas optaron por trabajo y salud, condiciones esenciales y que entienden que son las más importantes.
“?Qué se le puede pedir más que salud y que todo esté bien en el trabajo? Y para nuestros compañeros, porque a veces sí suceden accidentes que uno no se espera”, apunta María Luisa.
En todas partes del país se celebró este viernes esta honra a los obreros y a la cristiandad.
La Santa Cruz fue instituida en el siglo IV como tradición popular, cuyo origen fue en Jerusalén.
Todavía se celebra en distintos países de habla hispana como Paraguay, Perú, El Salvador o México.
Al término del día, en algunas obras la cruz florada preside el edificio todavía en construcción en honor a los obreros, a la vista de todo el mundo.