En busca de la felicidad
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Por Arturo Álvarez — Ser feliz es como jugar a la ruleta rusa: no sabes si algún día acertarás. Al menos así piensa la mayoría. Es como si fuera una lotería: todos juegan a ganarla y solo un puñado lo consiguen.
Decía el mítico John Lennon: “cuando tenía cinco años mi madre me decía que la felicidad era la clave de la vida. Cuando fui a la escuela me preguntaron que quería hacer cuando fuera grande. Yo respondí: feliz. Me dijeron que yo no entendía la pregunta y yo les respondí que ustedes no entendían la vida”.
¿Estaremos buscando en el lugar equivocado? Alguien dijo que más de dinero, poder, sexo, reconocimiento, un cuerpo hermoso o hasta algunos alucinógenos nos ayudaría a andar siempre con una sonrisa de oreja a oreja. ¡Y le creímos!
Nada más lejos de la realidad. Si usted pone, por ejemplo, el dinero muy arriba en su lista de prioridades, corre más riesgo de caer en depresión, ansiedad y baja autoestima.
Según Tim Kasser y Richard Ryan, investigadores de la Universidad de Rochester, en Nueva York, “cuanto más buscamos satisfacciones en los bienes materiales menos las encontramos en ellos”. Ellos comprobaron que los buscadores de dinero obtienen bajos puntajes en pruebas de vitalidad y autorrealización.
Entonces, la verdad es que no hemos apuntado bien la brújula. En buen costarricense, hemos puesto la carreta delante de los bueyes. Compramos la idea de que un poco más de algo que está allí, fuera de nosotros, es la receta mágica para ser felices.
La verdad es otra. Hasta la Biblia lo reza con claridad: “El Reino de los Cielos vive dentro de ti”.Ya mucho antes Pitágoras manifestaba que “los males de los hombres son fruto de su elección y que la fuente del bien la buscan lejos cuando la llevan dentro de su corazón”.
Vamos, no se engañe: pregúntese cuántas veces ha conseguido algo que ansiaba y a los pocos días volvió a sentirse igual que siempre.
La felicidad está en las cosas pequeñas, simples, esas que a veces no cuestan nada. Sonja Lyubomirsky, psicólga de la Universidad de Stanford, en California, explica que en uno de sus experimientos, quienes se tomaron el tiempo para “saborear” los eventos ordinarios que normalmente realizaban rápido y en automático, o para volver a pensar en momentos agradables de su día “mostraron incrementos notables de felicidad y reducciones de depresión.
Entiéndalo: la felicidad es un estado interior que no se alimenta con nada que usted encuentre allá afuera. Esa chispa divina vive en usted. ¡Déjela salir!
Algunos preguntarán: ¿cómo lo consigo si mi vida es un desastre? Comience en usted, busque en su interior un espacio de silencio, de paz, donde practique olvidar por unos minutos sus problemas. Hágalo hasta que se convierta en un hábito y usted se asombrará con los resultados.
Arturo Alvarez es escritor coach, conferencista y motivador. Es el autor del libro La Oruga que quería ser Mariposa. Imparte talleres de crecimiento personal abiertos al público en Estados Unidos, Costa Rica y otros países. También realiza múltiples capacitaciones para empresas u orgazaciones públicas y privadas. [email protected]