Pese a la fiebre de los sondeos, la elección termina muy parecida a la de 2012
Charles Franklin no es un nombre muy conocido, pero por unos pocos minutos, este miércoles, el centro de la atención de la campaña presidencial 2016 se enfocó en el veterano encuestador y científico político, mientras revelaba los últimos resultados de su sondeo de los votantes de Wisconsin.
Cuando anunció el resultado -Hillary Clinton supera a Donald Trump por 46% a 40%, un panorama casi idéntico al margen que la encuesta había hallado a comienzos de octubre- los suspiros de alivio de los activistas demócratas podían oírse desde Brooklyn a Santa Mónica.
Para los demócratas, que, como tribu, parecen más propensos a los temores nocturnos de las elecciones que sus enemigos republicanos, estos son días de ansiedad.
Después del último debate presidencial del mes pasado, algunos habían comenzado a pellizcarse. Ya no más. En los últimos días, las encuestas que elevaban a Clinton han vuelto a poner los pies en la tierra.
De hecho, de una manera irónica -aunque, en retrospectiva, predecible- la campaña de 2016, después de toda la polémica y los giros, termina de manera familiar, casi idéntica, a los últimos días de la carrera de 2012. La nominada demócrata se mueve en el tramo final con una pequeña ventaja, mientras que el republicano se apresura a encontrar una manera de dar vuelta esos estados azules.
Ese escenario es un testimonio del tremendo empuje que el partidismo ejerce sobre las elecciones presidenciales, casi independientemente de las especificidades de los candidatos.
En un país muy dividido, esto significa otra carrera que dejará a muchos votantes aturdidos. A pesar de que se han realizado menos encuestas este año que en las elecciones pasadas, las redes sociales las han hecho más accesibles y ubicuas que nunca. Los títulos de noticias destacan las variaciones de un sondeo al siguiente -producto inevitable de las leyes de la probabilidad-, lo cual lleva a muchos votantes a la distracción constante mientras revisan Twitter para ver el último boletín.
Pero las entrevistas con los principales encuestadores de ambos partidos encontraron, este miércoles, un acuerdo generalizado en varios puntos:
- Aunque Trump parece casi seguro de tener un mejor desempeño entre los votantes trabajadores blancos que el registrado por Mitt Romney hace cuatro años, esas ganancias están siendo compensadas por las pérdidas de votantes suburbanos y universitarios, especialmente de mujeres.
- La alineación de los estados puede cambiar ligeramente desde 2012 -Clinton podría ganar Carolina del Norte, que Obama perdió, pero perder Ohio, que estuvo a favor del actual presidente en la elección pasada-, pero Trump, hasta ahora, no ha podido quebrar el control demócrata de los estados que éstos necesitan para lograr la mayoría electoral.
- Las noticias del director del FBI, James B. Comey, de que los agentes examinarán más emails que podrían estar relacionados con Clinton, ha tenido una pequeña influencia -y pasajera- en la carrera.
- Y Clinton tiene una ventaja aproximadamente similar al margen de victoria de Obama, de cuatro puntos, cuando ganó en 2012.
Algunas encuestas, por supuesto, continúan mostrando una victoria para Trump. Un sondeo de seguimiento de ABC y del Washington Post, que la semana pasada mostraban a Clinton con una ventaja de dos dígitos, ahora sostienen un empate de ambos en 46%. Y la encuesta de seguimiento “Daybreak”, de USC/Los Angeles Times, que ha mostrado consistentemente un mejor resultado para Trump que la mayoría de los sondeos, le concedió al candidato una ventaja de 5 puntos, 47.8% a 42.4%.
Sin embargo, en ambos partidos, los experimentados encuestadores no ven la carrera de esa forma. Neil Newhouse, quien actuó como el principal encuestador de Romney hace cuatro años, señaló que la noticia de Comey “puso el freno” en lo que comenzaba a parecer una victoria de Clinton, pero que aún está por delante por 2-4 puntos porcentuales. “Aún es probable que gane Hillary”, afirmó, incluso si eso significa que “llegue cojeando a la línea de meta”.
En el lado demócrata, Anna Greenberg, cuya firma realiza sondeos para muchos de los candidatos al Senado y Congreso del partido, aseguró que la carrera es “muy estable”. “Ha habido un estrechamiento, lo cual es de esperar. Era obvio que Trump consolidaría más republicanos, y no creo que Clinton gane por 10 o 12 puntos”, afirmó, diferenciándose así de los resultados mostrados por algunas encuestas después del debate del 19 de octubre último.
El mayor impacto de la apretada carrera, sostienen los encuestadores republicanos, podría ser que mejoren las probabilidades de los republicanos en la parte inferior de la boleta. De hecho, el sondeo de Wisconsin, publicado por Marquette University Law School, descubrió que la carrera del republicano Ron Johnson y el exsenador Russ Feingold por el Senado se había reducido a un empate cercano. Otras contiendas por el Senado, como las de Carolina del Norte, Indiana y Missouri, también parecen encaminadas hacia finales extremadamente cerrados, con el control de la Cámara en juego.
Pero, como es el caso de Wisconsin, Trump parece correr varios puntos por detrás de los candidatos republicanos al Senado en la mayoría de los estados clave. En Florida, por ejemplo, los sondeos muestran que el senador Marco Rubio va camino a la reelección, aun cuando la carrera por la presidencia sigue casi empatada.
Datos de la votación anticipada en Florida muestran un fuerte aumento del voto latino, algo que ciertamente beneficia a Rubio, cuya base política está en la comunidad cubanoamericana de Miami. Pero una alta participación de latinos en favor de Rubio podría, también, beneficiar a Clinton. Los estrategas de ambos partidos citan encuestas que muestran un significativo número de votantes cubanoamericanos que votarán de forma cruzada, Rubio-Clinton, motivados por lo que perciben como una animosidad de Trump hacia su comunidad.
La estabilidad subyacente de la carrera deriva de la realidad de que tanto Clinton como Trump son extremadamente conocidos por los votantes, que además tienen opiniones arraigadas acerca de ambos. Ambos candidatos han ganado poco en la estima de los votantes desde octubre, señalan encuestas de Gallup, que ha seguido la posición de ambos durante todo el año. Pero la opinión pública sobre Trump sigue siendo menos favorable que la de Clinton.
Por apenas 2 a 1,63%, los estadounidenses tienen una visión desfavorable de Trump, halló Gallup. Para Clinton, la opinión neta sigue siendo negativa, pero más cercana, 54% a 43%. Poco más de la mitad de los estadounidenses, el 51%, señala que Clinton tiene “personalidad y cualidades de liderazgo que debe tener un presidente”, según Gallup, mientras que sólo el 32% lo dijo acerca de Trump.
A la vez, la aprobación del desempeño de Obama siguió aumentando, un hecho que impulsa a su partido. Con una aprobación del 54%, la posición de Obama es casi idéntica a la de Ronald Reagan justo antes de que su vicepresidente, George H.W. Bush, ganara la elección de 1988.
Un cambio en la carrera sí ha sucedido claramente: el apoyo para el candidato libertario, Gary Johnson, ha caído. Johnson ha perdido casi la mitad de su respaldo desde su punto máximo, en agosto, cuando los sondeos lo ubicaban con el 10% de los votos. Si esa caída para Johnson ha proporcionado un beneficio neto a algún otro candidato, es algo que permanece incierto. Más allá de eso, sin embargo, el gran movimiento mostrado en algunos sondeos la semana pasada podría ser una especie de espejismo, sostienen algunos expertos.
Todo lo que realmente ha sucedido en las últimas semanas son “oscilaciones fantasma”, causadas por cambios en qué lado está más propenso a hablar con los encuestadores, escribieron este martes en su blog los profesores de Stanford Doug Rivers y Benjamin Lauderdale.
Con datos de las encuestas de YouGov, que Rivers ayuda a dirigir, ambos hallaron que después de la difusión del video de “Access Hollywood”, en el que Trump alardea acerca de manosear mujeres, algunos que hasta el momento se habían identificado con el republicano fueron menos propensos a responder la encuesta que los votantes de Clinton.
Lo contrario ocurrió luego de las noticias, conocidas el viernes pasado, acerca de la carta de Comey al Congreso. De repente, fueron los partidarios de Clinton quienes eran reacios a responder. “Cuando las cosas van mal para un candidato, sus partidarios dejan de sumarse a los sondeos”, escribieron Rivers y Lauderdale. Pero eso no significa que no se presentarán a votar. “Clinton nunca estuvo tan lejos como muchas encuestas indicaron”, concluyeron. “Del mismo modo… no ha perdido tanto por los recientes eventos. La verdad es más aburrida: el cambio real ocurre lentamente, y el impacto de los eventos de campaña es mucho menor que el sugerido por los medios”.
Traducción: Valeria Agis
Para leer esta historia en inglés haga clic aquí