Anuncio

El coronavirus se propaga a las áreas de la selva tropical de Brasil, infectando a comunidades nativas de las Amazonas

Park of Indigenous Nations community, in Manaus, Brazil
Los residentes transitan un camino de tierra en la comunidad del Parque de Naciones Indígenas, en Manaos, Brasil.
(Felipe Dana / AP)

En la remota comunidad amazónica de Betania, los miembros de la tribu Tikuna sospechan que el coronavirus llegó este mes, después de que algunos regresaron de un viaje en barco de dos horas por el río Solimoes para recoger dinero que da el gobierno.

Posteriormente, decenas tuvieron dolores de cabeza, fiebre y tos. Dos murieron. Y los cinco médicos del gobierno que trabajan para una comunidad de casi 4 mil personas no están atendiendo a los enfermos porque carecen de equipo de protección y pruebas para detectar el coronavirus, expuso Sinésio Tikuna, un líder de la aldea.

Es por eso que los Tikuna han recurrido a su remedio tradicional para las enfermedades respiratorias: inhalar humo de plantas medicinales y colmenas que queman.

Anuncio

La difícil situación de los Tikuna ilustra el peligro del coronavirus a medida que se propaga por la selva tropical donde las tribus viven en lugares cerrados con servicios médicos limitados. A la mayoría sólo se puede llegar en barco o avioneta.

“Estamos muy preocupados, principalmente porque no llega la ayuda”, manifestó Sinésio Tikuna en una entrevista telefónica.

Brasil tiene el mayor número de muertos por Covid-19 en América Latina, con más de 20 mil hasta el viernes. La ciudad per cápita más afectada es Manaos, en el Amazonas –donde las tumbas se están llenando con cadáveres.

Mientras Sinésio Tikuna describía en la entrevista su creencia de que el humo de la colmena salvó a cuatro miembros de la tribu enfermos, en un hospital de Manaos no había nadie para ayudar a una mujer con fiebre que no podía respirar. Un policía la colocó en una camilla y la llevó adentro con la ayuda de un fotógrafo de The Associated Press.

Las infecciones de Coronavirus explotan en una prisión federal de Lompoc con 792 pruebas positivas, convirtiéndola en el mayor brote penitenciario federal de la nación.

Los indígenas que habitaban los ríos Solimoes y Negro que se fusionan en Manaos para formar el río Amazonas intentaron durante semanas sellar sus reservas debido al virus, pidiendo donaciones mientras esperaban las entregas de alimentos del gobierno para poder permanecer aislados. Pero para muchos la ayuda no llegó, dijeron los defensores indígenas.

La cuenca del Alto Solimoes tiene 44 reservas tribales y se ha convertido en el foco de infección indígena de la Amazonía brasileña. Las pruebas médicas son extremadamente limitadas, pero muestran que al menos 162 de los aproximadamente 76 mil indígenas del área han sido infectados y 11 han fallecido. Hay más de 2.000 infecciones confirmadas en partes del área no supervisadas por el proveedor de atención médica indígena del gobierno.

En un pueblo de Tikuna llamado Umariacu, cerca de la frontera con Perú y Colombia, las primeras tres muertes de COVID-19 fueron ancianos miembros de una tribu infectados por jóvenes que abandonaron la ciudad para recibir pagos de asistencia social del gobierno y comerciar pescado y productos para pollo y otros alimentos, expuso Weydson Pereira, el coordinador de salud del gobierno indígena de la región.

El dinero, que una vez se acumuló en tiempos de incertidumbre, ahora se ve con recelo como un potencial transmisor del coronavirus

“Nuestra mayor angustia hoy son los pueblos indígenas que no se quedan en sus comunidades y entran y salen de la ciudad. Hoy el lugar más seguro para ellos es dentro de sus pueblos”, dijo Pereira. Él mismo está infectado y aislado en casa con su esposa e hija también contagiadas.

Dos semanas de cuarentena tribal para la región habrían proporcionado tiempo para identificar y aislar casos, pero “desafortunadamente, eso no ha sucedido”, señaló.

En la misma área, los indígenas de la etnia Kokama no han podido obtener tratamiento médico en la pequeña ciudad de Tabatinga o del proveedor de atención indígena del gobierno, manifestaron los fiscales federales en una demanda presentada esta semana para ampliar el hospital de Tabatinga.

Los 10 ventiladores de ese hospital están en uso con pacientes que padecen coronavirus, y el centro de cuidado intensivo más cercano se encuentra a 1.000 millas río abajo en Manaos, que también está lleno de pacientes, reveló Pereira.

En California, los casos de coronavirus y las muertes están aumentando más rápido de lo que esperaban los investigadores, según los últimos cálculos de un modelo ampliamente confiable del brote de COVID-19.

La falta de tratamiento de coronavirus en Manaos llevó a Pedro dos Santos, el líder de un barrio pobre llamado Parque de las Naciones Indígenas, a beber té hecho de raíz de achicoria, ajo y lima para combatir la fiebre alta que duró 10 días. Un vecino de 62 años de una etnia indígena necesitaba una cama en la UCI, pero no había ninguna disponible y murió, relató el hijo del hombre, Josué Paulino.

Algunos residentes temerosos de Manaos, con una población de 2.2 millones, están huyendo. Pero tal vez son portadores asintomáticos y podrían transmitir el virus a otros lugares, señaló Miguel Lago, director ejecutivo del Instituto de Estudios de Política de Salud de Brasil, que asesora a funcionarios de salud pública.

Los cubrebocas de la peste negra eran siniestros y tenían propósitos equivocados

A unas 575 millas río arriba de Manaos se encuentra la comunidad de Sao Gabriel Cachoeira, donde las personas de 23 etnias indígenas representan más del 75% de la población.

Aproximadamente 46.000 viven en el área urbana y en reservas rurales con tránsito frecuente de ida y vuelta, dijo Juliana Radler, asesora del Instituto Socioambiental, un grupo de defensa ambiental e indígena.

El poblado de Sao Gabriel Cachoeira reaccionó rápidamente a la amenaza COVID-19 una semana después de la declaración de pandemia de la Organización Mundial de la Salud cortando las llegadas de barcos y aviones a fines de marzo, a excepción de los bienes esenciales y los soldados.

Pero Radler destacó que algunos residentes de Sao Gabriel Cachoeira atrapados en Manaos se dirigieron a casa en barcos de suministros, desembarcaron cerca y se colaron en la ciudad al amparo de la oscuridad. Unos 150 más hicieron el viaje en un ferry de tres pisos llamado Lady Luiza.

Cuando llegó días después, las autoridades intentaron pero no lograron rechazar a los pasajeros. No había áreas de cuarentena disponibles, y algunos pasajeros del ferry pueden haber traído el virus a Sao Gabriel Cachoeira, dijo Radler.

La Armada de Brasil autorizó el viaje en ferry y los pasajeros estaban desesperados por volver a casa porque “se sentían expuestos y vulnerables” en Manaos, relató el propietario de Lady Luiza en Facebook.

A mediados de abril, muchos residentes tenían lo que creían que era una gripe fuerte. El comité COVID-19 de la comunidad utilizó transmisiones de radio, camiones de sonido y panfletos para emitir advertencias sobre el virus en portugués e idiomas indígenas, incluidos el tukano, el nheengatu y el baniwa.

Con el aumento del tiempo que los niños pasan en línea, los depredadores sexuales acechan

Uno de los primeros casos confirmados de coronavirus fue el de un maestro de la etnia Baniwa que murió después de ser llevado a Manaos para recibir tratamiento.

A partir de esta semana, Sao Gabriel Cachoeira tenía 292 infecciones confirmadas, y las reservas indígenas cercanas habían registrado sus primeros casos.

Los seis ventiladores que funcionaban en el hospital estaban en uso, y los centros de salud tribales remotos tenían pocos suministros, señaló Radler.

“Necesitamos un hospital de campaña lo más rápido posible, en los próximos 20 días”, enfatizó. “Si no, será una catástrofe, una verdadera catástrofe”.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

Anuncio