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Lactantes y vacunados: Las madres retrasan el destete de sus hijos para transmitirles anticuerpos contra el COVID-19

A woman nurses a child on a sofa as an older child does homework on a table in front of them.
Mireya Tecpaxochitl González amamanta a su hijo Hoshea González, de tres años, mientras su hija Hadassah Martínez, de siete, estudiante de primer grado, hace la tarea de matemáticas en su casa en Panorama City. González recibió la vacuna contra el COVID-19 y ha optado por no destetar a sus hijos para poder transmitirles anticuerpos.
(Mel Melcon / Los Angeles Times)

Las madres vacunadas afirman que siguen dando leche humana a sus hijos pequeños más allá de los seis meses o del año para protegerlos del COVID-19.

Mireya Tecpaxochitl González está acostumbrada a las miradas en el supermercado cuando amamanta a su hijo de tres años. Y, antes de emitir juicios: no lo hace para llamar la atención, y sus hijos no están malcriados porque ella los sigue amamantando.

Esta madre de Panorama City siempre ha sido una defensora de los beneficios de la lactancia materna. Aunque recibió la vacuna de Pfizer contra el COVID-19 este año, la pandemia en curso y la incertidumbre sobre cuándo los niños pequeños serán elegibles la preocuparon. Pero leyó una investigación en línea que mostraba que los anticuerpos de las dosis podían transmitirse a través de la leche materna.

González ya planeaba seguir amamantando a su hijo y a su hija de siete años. Ahora, insta a las madres a que se vacunen y sigan brindando leche materna para proteger a sus niños. “De hecho, podemos hablar sobre el destete y ella [su hija] tiene la edad suficiente para saber qué son los anticuerpos”, relató González. “Los llamamos pequeños guerreros en la leche y ella bebe de buena gana; sabe todo sobre la pandemia”.

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Las madres lactantes en California que están vacunadas contra el COVID-19 siguen amamantando más allá de la recomendación de seis meses a un año por propia determinación, y piensan que la leche materna podría ser la mejor protección que pueden ofrecer a sus hijos más pequeños hasta que se les aplique una vacuna.

Los investigadores encontraron en un estudio publicado este mes en Pediatrics, la revista de la Academia Estadounidense de Pediatría, que las concentraciones de anticuerpos contra el COVID-19 eran “significativamente más altas” en la leche de las madres que amamantaban durante 24 meses o más en comparación con quienes tenían períodos de lactancia más cortos.

“El efecto más fuerte de la vacuna sobre las inmunoglobulinas [de la leche materna] en períodos de lactancia [mayores de] dos años sugiere la necesidad de aumentar el apoyo y las políticas de salud que fomenten una lactancia tan larga en tiempos de pandemia”, escribieron los investigadores. “Se necesitan más estudios sobre cuánto duran estos anticuerpos en [la leche] y sobre su implicación en la protección de la población que amamanta a lo largo del tiempo”.

Está previsto que más niños de cinco años en adelante en todo el país tengan acceso a las vacunas en las próximas semanas o meses. En California, más de 671.000 pequeños de entre 0 y 17 años dieron positivo por coronavirus, lo cual representa el 14.7% de todos los casos en el estado, según la Academia Estadounidense de Pediatría.

Treinta y siete niños en todo el estado han muerto por COVID-19, según los últimos datos disponibles del Departamento de Salud Pública de California.

Los funcionarios federales de salud de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades y los Institutos Nacionales de Salud han instado repetidamente a las mujeres embarazadas a que se apliquen una de las vacunas contra el COVID-19 para protegerse a sí mismas y a sus bebés. Pero a medida que se retrasan las tasas de vacunación entre las embarazadas, los funcionarios de salud pública federales, estatales y locales pregonan los datos y la ciencia de por qué funcionan las vacunas.

El Dr. Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas, dijo durante una sesión informativa en la Casa Blanca sobre el COVID-19, en agosto, que cuando una mujer embarazada se vacuna, los anticuerpos que se encuentran en la leche materna neutralizan el virus y protegen a un bebé recién nacido.

“Si observamos la declaración contundente de 23 organizaciones líderes que instan firmemente a todas las mujeres embarazadas -así como a quienes cursan las primeras semanas de gestación, están intentando o planeando un embarazo, o se encuentran en período de lactancia- y a otras personas elegibles a inmunizarse, el punto clave es siempre el mismo: vacunarse”, resaltó Fauci.

Las Guías Alimenticias para los Estadounidenses y la Academia Estadounidense de Pediatría recomiendan la leche materna para los bebés durante aproximadamente seis meses y luego la introducción lenta de alimentos sólidos hasta que el niño tenga 12 meses o más.

Los CDC afirman que las mamás que amamantan tienen un menor riesgo de desarrollar cáncer de mama, cáncer de ovario, diabetes tipo 2 e hipertensión arterial. Mientras tanto, sus hijos tienen menos riesgo de padecer asma, obesidad, diabetes tipo 1, síndrome de muerte súbita infantil, infecciones de oído y estomacales.

Angélica Rojas, gerente de promoción comunitaria y mercadotecnia de Mother’s Milk Bank, una organización con sede en San José que recibe donaciones de leche materna, señaló que el grupo “no está saliendo específicamente a buscar madres que hayan recibido la vacuna”, sino que aceptará donaciones. “Mientras la madre se encuentre sana, apruebe el proceso de revisión tanto para ella como para el bebé, y las pruebas de laboratorio sean buenas y hayan sido aprobadas para ser donantes, entonces aceptaremos la leche”, comentó.

En cuanto al destete, es una decisión personal, según los CDC. La agencia recomienda hacerlo durante varias semanas o más, reemplazando una alimentación con leche materna al día con un biberón de fórmula infantil o con una taza de leche entera de vaca para los niños pequeños. A medida que las mujeres dejan de amamantar lentamente, su cuerpo finalmente deja de producir leche.

“No vivimos en una sociedad que apoya mucho la alimentación con leche materna fuera de un período determinado, como el posparto o en el hospital”, señaló Ifeyinwa Asiodu, profesora asistente y enfermera registrada en UC San Francisco.

Asiodu añadió que la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda amamantar a los niños de hasta dos años y más, mientras se incorporan otros alimentos a sus dietas. Pero las burlas hacia las madres ocurren no solo si deciden no amamantar, sino también si lo hacen por más de seis meses o un año. “Desafortunadamente, existe un estigma o un tabú en lugares y comunidades en torno a la lactancia materna o la alimentación de un niño que ya no es un bebé o que ya no se puede llevar en brazos”, dijo Asiodu. “La gente piensa que una vez que al niño le salen los dientes o se mueve o habla, debería ser destetado automáticamente, pero no todo el mundo tiene la misma opinión”.

A woman breastfeeds a child as an older child stands up.
Melissa Pennel de Sacramento es una madre vacunada que tiene dos hijas, Matilda Buniac, de 27 meses, y Mirabel Buniac, de seis meses. Ella optó por retrasar el destete para que sus anticuerpos contra el COVID-19 pasen a sus pequeñas.
(Gary Coronado / Los Angeles Times)

En Sacramento, tan pronto como Melissa Pennel leyó que podía transmitir los anticuerpos de la vacuna contra el COVID-19 a través de la leche materna, comenzó a planear hacerlo con su hija de dos años.

Pennel recibió su primera dosis de la vacuna cuando tenía 40 semanas de embarazo de su segunda hija, este año. Mientras estaba embarazada, se la consideró en los grupos de alto riesgo elegibles para una vacuna. Ella ya planeaba amamantar a su recién nacida, pero decidió comenzar a darle nuevamente leche materna a su hija mayor, ya destetada.

Durante meses, Pennel ha realizado una sesión adicional de extracción de leche todas las noches, para luego ponerla en la avena, el cereal o los batidos de su hija por la mañana.

A woman with a baby on a bed.
Melissa Pennel con su hija Mirabel Buniac, de seis meses, en Sacramento.
(Gary Coronado / Los Angeles Times)

“Parte de ello es mental, pero también siento que tengo el poder de proteger a mi familia”, reconoció Pennel. “Creo que gran parte es el equilibrio entre lo que sentimos al proteger a nuestros hijos y saber cuánta protección se ofrece realmente”.

Cuando la niñera de los hijos de Pennel contrajo coronavirus, probablemente lo tuvo al menos una semana antes de enterarse; mientras tanto, siguió interactuando con los niños. Pennel dijo que le gusta pensar que fue su leche la que evitó que contrajeran el virus.

Rosa Fernández, madre de dos hijos en Sacramento, recuerda que “se puso bastante intenso” el tema en la comunidad de lactancia materna en Facebook cuando comenzaron a salir las vacunas. Los sitios de lactancia y los grupos médicos fueron criticados por los padres que están en contra de las vacunas, por promocionar la seguridad de estas contra el COVID-19.

Ella había leído artículos médicos y consultado comentarios de profesionales de la salud en línea sobre la transmisión de anticuerpos. Después de vacunarse, continúa amamantando a su hijo de dos años.

Las vacunas han sido importantes para ella y su familia desde hace mucho tiempo. Su madre murió de gripe H1N1 hace años, mientras ella estaba embarazada de su hijo mayor, que ahora tiene siete años. Su padre contrajo coronavirus y sobrevivió, pero la terrible experiencia puso en alerta a Fernández, que espera vacunar a sus hijos tan pronto como sean elegibles. “No tengo muchas expectativas de que la mayoría de los padres vacunen a sus hijos”, reconoció. “Todo lo que puedo hacer es realizar lo que creo que es mejor para mi familia, que es inocularnos y tratar de amamantar y pasar todos los anticuerpos posibles al niño antes de que pueda vacunarlo”.

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Mireya Tecpaxochitl González carga a Hoshea mientras Hadassah hace la tarea.
(Mel Melcon / Los Angeles Times)

González, una mujer indígena de México, dijo que continuar amamantando a sus hijos es parte de su resistencia a la presión que se ejerce en Estados Unidos para el destete temprano o la incorporación de fórmula.

A través de su trabajo con BreastfeedLA, un grupo que aboga y proporciona recursos para la lactancia materna, muchos padres vacunados le han confiado que están cometiendo el supuesto tabú social de prolongar la lactancia en los últimos meses. Y lo hacen para poder transmitir los anticuerpos a sus hijos. “Es importante que otras madres que pueden estar ocultando esto sepan que no están solas”, remarcó. “Sigue siendo importante que los padres sepan que no están solos en el retraso del destete, incluso si su propia familia los rechaza”.

En cuanto a su hija, González le está permitiendo decidir cuándo dejar de beber gradualmente la leche materna. Antes de la pandemia, la niña le dijo: “Dejaré de hacerlo cuando empiece la escuela”. Pero al comenzar las clases en línea desde casa le dijo que no estaba lista. González pensó que su hija podría empezar a destetarse antes de iniciar primer grado, este año, pero continúa reclamándolo por las noches.

Compartir la custodia con el padre de su hija significa que González no podrá decidir sola acerca de vacunarla. Reconoce que fue impactante ver cuántos latinos e indígenas todavía dudan en hacerlo. En última instancia, cualquiera que sea el mandato del Distrito Escolar Unificado de Los Ángeles, ella lo cumplirá y defenderá a su hija.

A woman and two children in a yard.
Eva Schwartz, residente de Sacramento, es una madre vacunada que ha optado por retrasar el destete de su hijo menor, Theo Schwartz, de 15 meses, para poder transmitirle los anticuerpos contra el COVID-19.
(Gary Coronado / Los Angeles Times)

Cuando Eva Schwartz recibió su vacuna de Moderna, todavía podía amamantar a su hijo, que ahora tiene 15 meses. Desde ese entonces ha extraído su leche materna en la medida de lo posible, dándole a su hijo un biberón siempre que puede, para que obtenga anticuerpos.

La madre del área de Sacramento inicialmente deseaba poder mezclar su leche materna con la comida de su hijo de seis años, o ponerla en una taza para que él bebiera los anticuerpos. Pero su esposo se opuso a la idea. “La vacuna está facilitando las cosas, pero también hay una gran ansiedad”, comentó. “La ansiedad que surgió en esta pandemia resulta de la facilidad con la que una enfermedad puede transmitirse solo a través de encuentros casuales, que ni siquiera consideramos peligrosos”. Schwartz relató que planean vacunar a sus hijos tan pronto como sean elegibles.

Hace varios meses, González llevó a su hijo a una esperada visita al dentista. Se había retrasado en concertar la cita porque temía que ella y sus hijos contrajeran el virus. Pero el odontólogo rechazó que siguiera amamantando al niño. González argumentó que le estaba transmitiendo anticuerpos a través de la leche materna y que ello también es una parte importante de la salud bucal.

“Me hizo sentir segura como para acudir a esa cita”, comentó González. “Tenía ganas de decirle al dentista que la única razón por la que me sentía segura de visitarlo era porque estoy haciendo eso con los niños”.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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