Columna: Van de puerta en puerta en Watts respondiendo preguntas sobre las vacunas y está funcionando
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El sitio de vacunación en Ted Watkins Memorial Park en Watts tuvo un comienzo lento cuando abrió a mediados de junio. Un equipo médico del Departamento de Salud Pública de Los Ángeles tenía muchas vacunas y personal ansioso, pero muy pocos pacientes.
Cynthia Key, una enfermera de salud pública, se cansó de eso en unos dos días.
“Estábamos sentados aquí y necesitábamos utilizar nuestros recursos correctamente”, enfatizó Key.
“Sí”, opinó el Dr. David Bolour, “teníamos muchos recursos y pensamos, ‘¿Qué estamos haciendo aquí? Vamos’”.
Desde el comienzo de la pandemia, las tasas de infección han sido altas en las comunidades de color de bajos ingresos y las tasas de vacunación se han quedado por debajo del promedio. Key pensó que si el objetivo era hacer que las inyecciones fueran más accesibles y brindar información a las personas que dudaban, el equipo debía esforzarse más.
Durante los siguientes días, globos volaron fuera del gimnasio donde se administran las dosis. Key sabía que eso atraería a los padres que conducían con sus hijos. Las inoculaciones estaban disponibles para todas las personas de 12 años en adelante. Los volantes se imprimieron en inglés y español.
Luego, en lugar de esperar a que la gente llegara a ellos, el equipo médico acudió a la gente. En poco tiempo, se formaron filas y el gimnasio se llenó.
“En los primeros días después de que abrimos, teníamos 15 o 20 personas al día, tal vez 30”, comentó Bolour. “Ahora son más de cien diariamente”.
En un día soleado de esta semana, el equipo de divulgación de uniforme anaranjado cruzó la calle 103 y se dirigió hacia el proyecto de viviendas de Gonzaque Village. Tres adolescentes caminaban hacia el oeste cuando Key se presentó y les comentó que el equipo médico estaba allí para apoyar a la comunidad.
“A mi abuelo le dio COVID, pero no murió”, mencionó uno de los adolescentes.
“La mayoría de nosotros nos recuperaremos”, indicó Bolour. “Pero ese pequeño porcentaje de los que fallecen suma 4 millones de personas. Eso no quiere decir que es probable que muera si contrae COVID, pero es un riesgo mucho mayor de lo que estamos acostumbrados con otros virus”.
El equipo es cuidadoso con su enfoque, escucha con atención las razones de la vacilación y se asegura de no parecer demasiado agresivo o estridente. Key, quien es negra, señaló que entiende la historia de desconfianza en el gobierno.
Ha habido un aumento reciente en las vacunas en todo el estado, posiblemente debido al temor a la variante Delta altamente contagiosa o quizá por algunos empleadores que requieren prueba de inoculación. Bolour comentó que tiene sentimientos encontrados sobre los mandatos, que podrían hacer que sea más difícil alcanzar a las personas que se resisten. En Watts, el enfoque del equipo de divulgación es responder preguntas, ofrecer información y abordar malentendidos.
“¿Puedo compartir con ustedes otra estadística?”, preguntó Bolour a las tres chicas. “En junio”, agregó, cuando miles de personas murieron de COVID-19, “el 99% de ellas no estaban vacunadas. Eso nos muestra que el antígeno está funcionando muy bien para prevenir la muerte, y ese es nuestro objetivo principal”.
Key y Bolour subrayaron que quienes dudan o se oponen rotundamente a la vacuna dan una amplia gama de razones. Las más comunes incluyen la fe religiosa y la creencia en el camino de Dios, el temor de que los efectos secundarios a corto y largo plazo de los antígenos sean subestimados o desconocidos, y la desconfianza, así como el resentimiento, basados en la percepción de que las comunidades de color fueron las últimas de la fila.
Pero cuando los equipos de divulgación tocaron puertas en Gonzaque Village, se encontraron con tantas personas vacunadas como individuos que se resistían.
“Tengo nietos y quiero protegerme a mí y a ellos”, señaló la residente Linda Hawkins, quien fue inoculada el 7 de abril. Comentó que perdió a una tía por el COVID-19 y que toda su familia se vacunó después de eso.
“Habrá personas que discutirán negativamente al respecto, pero no hay nada peor que estar en una tumba”, enfatizó Hawkins.
Su vecina, Tina Ferrell, mencionó que se inoculó sin dudarlo y les comunica a los demás que deberían unirse a ella.
“Fui a Smart & Final y había un chico allí hablando de cómo se vacunó toda su familia, pero estaba asustado. Y le comenté: ‘Déjame decirte algo. Cuando éramos jóvenes, las escuelas nos obligaban a vacunarnos. ¿Cuál es la diferencia ahora?’”, preguntó Ferrell. “Esto es algo que nos salvará la vida y hay más personas hospitalizadas que recibieron la inyección que las que no lo hicieron”.
Theresa Rogers señaló que no había sido vacunada, pero escuchó algo sobre una nueva cepa y un incremento en los casos. Bolour le comentó que la variante Delta estaba en aumento y que era más contagiosa, y tal vez más mortal.
“Fui a un funeral y tenía dos cubrebocas en la cara y guantes en las manos, y le indiqué a la gente: ‘Manténgase a seis pies de distancia’”, narró Rogers.
Ella le mencionó a Bolour que la volvería a ver pronto, porque estaba lista para vacunarse.
“Voy a ir”, comentó Rogers, “porque no quiero enfermarme y quedar en cama con un aspecto estúpido”.
Cerca de allí, una mujer de habla hispana abrió la puerta y escuchó al equipo decir que las vacunas están disponibles, junto con el transporte para cualquier persona que lo necesite. Preguntó si sus hijos eran elegibles y comentó que pronto visitaría el parque.
Bárbara Ferrer, directora de salud pública del condado, me comentó que había salido con el equipo de Ted Watkins y le gustó lo que vio.
“Las relaciones personales, para las personas que no confían en el antígeno, son lo que marcará la diferencia”, señaló Ferrer, quien me detalló que este tipo de divulgación ahora se está utilizando en otros dos sitios del condado y posiblemente podría expandirse. “Le comunicamos a la gente en Watts que no nos iremos hasta que estemos mejorando en términos de vacunar a más personas”.
Bolour relató que algunos individuos los han recibido con un brusco “no, gracias”. Pero está animado por la cantidad de personas que inicialmente se resistieron y que luego aparecieron, incluido un hombre con miedo a las agujas.
“Quería apretarme la mano”, reveló Bolour, “y la apretó muy fuerte mientras la enfermera estaba insertando la aguja”.
El equipo también tiene puestos de información instalados en el parque, y para aquellos que quieran conocer la ciencia detrás del virus y el antígeno, Bolour ideó una herramienta educativa que tomó prestada de su hijo pequeño: bloques de construcción magnéticos.
Arden Cruz, de 21 años, estaba caminando rumbo a casa desde su trabajo en un almacén cuando una enfermera, Lynda Desgages, le preguntó si le gustaría ver una demostración. Bolour tomó varios cuadrados magnéticos e hizo un cubo, luego lo rodeó con triángulos.
“El virus es una caja de ARN con algunas proteínas de punta alrededor”, señaló Bolour, moviendo piezas sobre la mesa para explicar cómo la vacuna dificulta que el virus se adhiera a las células y se multiplique.
“Honestamente, he leído todo”, dijo Cruz, quien le comentó a Bolour que su madre estaba inoculada y quería que Arden, así como su hermano, también fueran vacunados.
Cruz mencionó que ha usado un cubrebocas y se ha hecho pruebas con regularidad, y no había visto la necesidad de hacer más que eso. Pero después de la descripción en 3-D de Bolour de cómo los virus atacan el cuerpo y cómo los antígenos cierran la puerta, Cruz dijo que volvería a casa, buscaría a su hermano y regresaría más tarde para vacunarse.
Un encuentro prometedor, seguro, pero no todos van por ese camino. Bolour y Key cruzaron el parque hasta un lugar donde Key había encontrado una fuerte resistencia anteriormente entre algunos hombres de mediana edad, y todavía se mantenían firmes.
Uno de los hombres le comentó a Bolour que no hay virus ni antígeno, todo es una farsa. Insistió en que las afirmaciones (ampliamente desacreditadas) de que imanes se adhieren a la piel de las personas inoculadas son de hecho ciertas, y no le dio a Bolour la oportunidad de contrarrestar esas nociones.
Otro hombre, Tharon Bingham, tenía sus propias razones para evitar la aguja.
“Mucha gente en el gueto siente que deberíamos alejarnos de eso”, admitió Bingham, quien argumentó que no tiene sentido poner una sustancia extraña no probada en tu cuerpo si estás sano. Sostuvo que el surgimiento de la última variante es una prueba de que la ciencia es de mala calidad, y agregó que, si estas vacunas eran tan importantes, ¿por qué tardaron tanto en llegar a las comunidades de color?
“El gueto no va a aceptar eso”, comentó Bingham.
Key, quien trabajó en el enorme centro de inoculación Forum, en Inglewood, antes de su asignación actual, le respondió a Bingham que podía identificarse con algunas de sus preocupaciones y críticas. Pero también le mencionó que casi todas las muertes más recientes involucraban a personas no inoculadas.
Aquellas parecían ser noticias que Bingham no había escuchado y se detuvo a pensar.
Antes de irse para regresar al gimnasio en el otro extremo del parque, Key le comentó a Bingham que probablemente no sería la última vez que se verían.
“Estamos aquí y nos vamos a quedar”, aseguró. “Voy a seguir pasando y continuarás viendo mi cara hasta el día que digas: ‘Déjame ir y ver qué está pasando realmente’”.
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