Aumentan las sobredosis de opioides en las cárceles de L.A., pero los reclusos tendrán acceso a la droga que funciona como antídoto
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The Los Angeles County Sheriff’s Department adopts a new approach to dealing with overdoses, which are on the rise, and the widespread use of fentanyl inside the jail system.
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El hombre se balanceó y tropezó entre dos literas en un dormitorio de la cárcel del condado de Los Ángeles, luego se derrumbó sobre otro recluso que había caído al suelo.
Ambos mostraban signos de sobredosis de un opioide, probablemente fentanilo, una poderosa droga sintética. Hasta hace poco, se hubiera perdido un tiempo crítico esperando que el personal carcelario acudiera en ayuda.
Pero las cámaras de seguridad capturaron a otros internos reunidos alrededor de los hombres, y luego a un tercero que bajaba un tramo de escaleras, tomaba dos botes pequeños montados en la pared junto a un teléfono público, y se apresuraba a subir.
En sus manos había dosis de naloxona, un fármaco que puede revertir rápidamente los efectos de los opioides. Él y otro preso administraron el aerosol nasal a sus dos compañeros que habían sufrido una sobredosis, una maniobra que, según los agentes del sheriff, les salvó la vida.
Los medicamentos estaban disponibles como parte de un programa piloto que el Departamento del Sheriff del Condado de Los Ángeles lanzó el mes anterior. La semana pasada; los funcionarios anunciaron planes para ampliarlo y contar con la droga en los dormitorios de la extensa red de cárceles del condado de Los Ángeles.
La estrategia sencilla pero inusual se produce en medio de un aumento de las sobredosis en el sistema carcelario más grande del país, donde los funcionarios siguen luchando para detener el flujo ilícito de fentanilo hacia las celdas.
Según el Dr. Sean Henderson, médico de los Servicios de Salud Correccional del condado, el tiempo que se ahorra al dar a los reclusos un acceso rápido al medicamento puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte. “Tenemos un antídoto; sabemos exactamente qué hacer”, comentó. “¿Por qué no acercar ese antídoto lo más posible [a quienes podrían necesitarlo]?”.
Conforme las autoridades, el condado es uno de los primeros en el país en poner naloxona en las cárceles. La idea nació de una crisis, cuando un hombre murió de una sobredosis de fentanilo, en marzo pasado, en el Centro Correccional de North County.
Después de la muerte, los oficiales del sheriff revisaron el video de la cámara de seguridad. Las imágenes mostraban a un hombre escondido entre las literas, que parecía inhalar una sustancia por la nariz, relató el agente del sheriff Brendan Corbett, quien supervisa las operaciones de la cárcel. Cuando los guardias pasaron para revisar el dormitorio, algo que hacen cada 30 minutos, el sujeto, identificado como Kevin Jovel, los saludó con la mano y parecía estar bien.
Pero Jovel, de 28 años, tomó más drogas y pronto parecía estar intoxicado, prosiguió Corbett. Otros reclusos lo ayudaron a acostarse y, cuando los agentes lo revisaron nuevamente, aparentaba estar dormido.
Más tarde, cuando los reclusos no pudieron despertar a Jovel, lo vistieron y dieron vuelta sobre el colchón, para que pareciera que se había movido. Los agentes asumieron que así había sido; no había vómito y nada parecía fuera de lugar, relató Corbett.
Los oficiales del forense determinaron que Jovel murió por los efectos del fentanilo.
En una reunión después de la sobredosis fatal, Henderson propuso poner el aerosol nasal de naloxona en los dormitorios. “Todos nos miramos y dijimos: ‘¿Por qué no?’”, comentó Corbett. “Es la acción más responsable”.
También sopesaron los posibles inconvenientes: los reclusos podrían sacar el medicamento de las cajas del dispensario cuando no fuera necesario, y la cárcel tendría que reponer el suministro. El medicamento no puede usarse para drogarse y en realidad desencadena una reacción de abstinencia desagradable cuando se emplea en alguien que ha sufrido una sobredosis.
“Si lo toman y no lo usan, no importa. Lo tendrán almacenado, y eso también está bien”, destacó Henderson.
La necesidad de probar algo nuevo estaba clara. El agente Alex Villanueva aprobó el plan para dar acceso a los reclusos a la droga de la marca Narcan. “El fentanilo está entrando [en las cárceles]”, señaló Corbett. “Hemos desplegado Narcan de cuatro a cinco veces solo en la última semana... Estamos tratando de adelantarnos”, destacó.
Los narcóticos, comentó Corbett, llegan a las celdas principalmente a través del correo. La marihuana sintética, conocida como spice (especia), se mezcla con fentanilo y luego se seca sobre un papel. Los presos la rompen en pedacitos y la echan en su té o tabaco.
Desde 2018, los agentes del sheriff y los asistentes de custodia que trabajan en las cárceles llevan en sus cinturones de trabajo dos dosis de naloxona. En lo que va del año, la droga se ha usado 85 veces en las cárceles del condado, detalló Corbett, en comparación con 54 incidentes en todo 2020. Según las autoridades, el aumento puede deberse en parte a un mejor seguimiento de los casos.
Los agentes probaron la idea de dar a los reclusos acceso a Narcan con unas pocas docenas de dosis en 16 dormitorios y tres barracas en sus cárceles de Castaic, California. A los reclusos se les mostró un video sobre cómo administrar el aerosol y se les indicó que notificaran a las autoridades si alguna vez lo usaban, para que el personal médico pudiera responder, relató Corbett.
“Nuestro énfasis siempre será que cuenten con la terapia adecuada... Pero tenemos una pequeña crisis [de opioides] en el país, y nuestra cárcel refleja a la comunidad”, remarcó Henderson. “Tratar de convencer a la gente de que no se drogue no siempre funciona. Mientras trabajamos en eso, debemos mantenerlos a salvo”.
La idea dio sus frutos rápidamente. Los dos hombres sufrieron una sobredosis en el Centro Correccional del Norte del Condado el 26 de mayo; se cree que es la única vez que los reclusos han usado Narcan hasta ahora. A los pocos días del incidente, el Departamento del Sheriff colocó Narcan en docenas de dormitorios y planea hacerlo en otras instalaciones. La Oficina de Traslados y Reingresos, que proporcionó el Narcan, tiene suficientes dosis para abastecer el programa durante el próximo año.
“El hecho de que ya hayan salvado la vida de dos personas es bastante notable”, comentó Kevin Fiscella, doctor que enseña en el Centro Médico de la Universidad de Rochester y que ha estudiado las muertes por sobredosis de opioides en las cárceles. También se desempeña como miembro de la junta de la Comisión Nacional de Atención Médica Correccional.
Según la Oficina Federal de Estadísticas de Justicia, los fallecimientos en cárceles locales de EE.UU debido a intoxicación por drogas o alcohol aumentaron a 178 en 2018 (en 2000 eran 37), un alza que Fiscella sospecha está impulsado por la epidemia nacional de opioides. Solo en las cárceles del condado de Los Ángeles, 10 personas perecieron por sobredosis desde junio de 2019, expusieron funcionarios del sheriff.
Quienes consumen drogas enfrentan un mayor riesgo de sobredosis en la cárcel o poco después de su liberación, en gran parte porque su tolerancia cae rápidamente cuando dejan de consumirlas, según los expertos. “Te encierran el viernes y, para el lunes, una dosis que hubiera sido segura de tomar el viernes es suficiente para matarte”, comentó Peter Davidson, profesor de UC San Diego, que estudia el abuso de drogas. “Así que hay un montón de gente que no es necesariamente muy consciente de eso y que reanuda el uso de opioides muy rápidamente”.
Es por eso que el año pasado el condado de Los Ángeles comenzó a ofrecer Narcan a las personas que salían de la cárcel, y desde entonces distribuyó más de 34.000 dosis a través de máquinas expendedoras gratuitas instaladas en las salidas. En una encuesta de 2017 a individuos que ingresan a las cárceles del condado encontró que el 7% informó haber presenciado una sobredosis el año anterior, y el 39% se mostró interesado en la prevención de sobredosis y la capacitación de respuesta, según la oficina de traslados. “Es tan simple como poner a disposición una herramienta que puede cambiar una situación de vida o muerte”, enfatizó Shoshanna Scholar, directora de reducción de daños y traslados comunitarios.
Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.
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