Cómo los simpatizantes de Trump alentaron a este vendedor de hot dogs a pedir la ciudadanía - Los Angeles Times
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Cómo los simpatizantes de Trump alentaron a este vendedor de hot dogs a pedir la ciudadanía

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Efraín González es un vendedor ambulante que por necesidad salió a vender sus hot dogs a una manifestación, afuera del Ayuntamiento de Los Ángeles, el pasado 6 de enero, en la misma fecha cuando simpatizantes de Donald Trump tomaron el Capitolio.

La imagen de Efraín se volvió viral en Twitter y los noticieros cuando en medio de manifestantes a favor de Trump fue blanco de todo tipo de insultos racistas.

“Lo que me impactó es que antes de los insultos y las insinuaciones sobre mi estadía ilegal en el país, nadie de los que estaba en ese grupo me preguntó si de hecho era indocumentado”, dijo el residente del sur de Los Ángeles.

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“No estoy seguro si algunas personas pensaron que no tenía derecho de estar aquí, en este país, por mi piel morena o porque vendo comida en la calle”, sostuvo el inmigrante de Puebla, México.

Desde hace más de 20 años, Efraín sale a vender comida a las calles de Los Ángeles y eso no le avergüenza porque afirma que es un trabajo humilde pero honesto.

Con mucho orgullo, el señor de 53 años dijo que ha asistido a casi todas las manifestaciones que se han dado en la ciudad como las marchas de Black Lives Matter, las protestas a favor de los derechos de la mujer y las manifestaciones a favor de las reformas migratorias.

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Ese 6 de enero no era un día diferente. Sin embargo, le marcó la vida, aseguró.

“Tenía que salir a ganarme el pan del día, y en lugar de pan recibo acoso”, dijo.

“No me asusté por las agresiones verbales, pero estas me dejaron pensando en los prejuicios que nos formamos de la gente por el color de la piel, sus labores y hasta cómo visten… esto es triste”, expresó.

De hecho, Efraín tiene la tarjeta verde, que lo acredita como residente permanente de Estados Unidos desde hace 10 años, nunca ha tenido problemas con la ley, jamás ha pedido ayuda del gobierno y ha criado a sus seis hijos ciudadanos en este país.

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Efraín sostuvo que, cuando se vio entre los simpatizantes de Trump, él solo estaba pensando en clientela.

“Luego de un rato de estar friendo mis hot dogs, algunos me empezaron a decir que me fuera, que no me querían ahí, que debía irme del lado de las personas que estaban a favor de los inmigrantes sin estatus legal en este país”, relató.

Ser un vendedor ambulante siempre ha tenido sus riesgos para Efraín, pero su pequeña hija de tres años es su motivación principal, ya que sus otros cinco hijos ya son mayores de edad.

“Ahora con la pandemia el trabajo ha disminuido notoriamente, por ello es por lo que cada oportunidad que hay la debo tomar”, dijo.

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En 1985, Efraín salió de su pueblo hacia Los Ángeles para vivir con una tía materna. Poco tiempo después, la madre de Efraín se unió.

“En ese entonces yo tenía unos 18 años. Yo había terminado la preparatoria, pero había mucha necesidad en el hogar y no pude continuar mi educación”, expuso Efraín.

Al llegar a Estados Unidos, Efraín se desempeñó como trabajador agrícola piscando ajo, uva y mandarina junto a su madre.

En 1986, Ronald Reagan firmó un proyecto de ley de reforma migratoria, que otorgó tarjetas de residentes a cerca de 2.7 millones de inmigrantes, incluidos aproximadamente 1 millón de trabajadores agrarios, uno de esos beneficiarios fue la madre de Efraín.

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Efraín no solicitó la residencia, pero tiempo después de que su madre se convertiera en residente permanente, ella hizo la petición para cambiar la estadía de Efraín a residente permanente también.

Por su parte, Efraín dejó las granjas para trabajar en la construcción, pintor y luego costurero.

Pero hace 25 años decidió salir a vender a la calle raspados y elotes porque se había quedado sin empleo y tenía un hijo, de entonces un año, al que alimentar.

“Al principio me daba vergüenza, pero después me gustó mi trabajo. Me agradó la independencia y atender a mis clientes. Al final me puse a vender hot dogs”, relató Efraín enfatizando que siempre fue su sueño convertirse en ciudadano, pero prefirió trabajar en lugar de pagar el cambio de estatus.

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Actualmente, alrededor de 9 millones de inmigrantes en Estados Unidos son residentes legales permanentes (titulares de una tarjeta de residencia), con derecho a solicitar la ciudadanía estadounidense.

El proceso para la ciudadanía no es difícil, pero es costoso, dijo el abogado de inmigración Sergio Siderman, quien ahora se ha convertido en abogado pro-bono de Efraín para peticionar su ciudadanía.

“El proceso demora normalmente de seis a nueve meses con todo y el examen de ciudadanía, pero la pandemia ha atrasado los casos hasta un año o un año y medio”, expuso Siderman.

Efraín dijo estar contento y en espera de recibir su diploma.

“No creo que después de convertirme en ciudadano la gente me vea como americano… no voy a tener piel clara u ojos de color, pero quiero votar, deseo hacerme escuchar, que las personas sepan que el color de la piel o el trabajo no son indicativos del estatus”, manifestó.

“Amigos, me convertiré en ciudadano”, exclamó.

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