Por qué los incendios por rayos en California crecieron tanto en tan poco tiempo
California tiene una larga historia de incendios provocados por relámpagos, pero el año 2020 está mostrando cómo un clima cambiante puede afectar el crecimiento de tales incendios.
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Cuando las autoridades estatales de bomberos anunciaron recientemente que el incendio del CZU Lightning Complex había cuadruplicado su tamaño en un solo día, un grito ahogado se elevó de parte de la audiencia.
Aunque los fuegos causados por rayos arden en el estado desde tiempos prehistóricos, la velocidad con la que los incendios de SCU y LNU se convirtieron en el segundo y tercer incendio más grandes jamás registrados en California sorprendió a los funcionarios de emergencia y agotó los recursos de extinción. El fuego mató a siete personas, destruyó más de 2.100 edificios y dejó un aire insalubre en todo el Área de la Bahía. Y las cosas pueden empeorar en el futuro, prevén los expertos.
“Existe una relación directa entre el calor y el fuego, y el aumento del calor es inevitable durante al menos algunas décadas”, comentó Michael Gerrard, director del Centro Sabin para la Ley del Cambio Climático, de la Universidad de Columbia. “Si te gusta 2020, te encantará 2050”.
Entonces, ¿por qué los incendios de este año han quemado más de 1.4 millones de acres de las pintorescas montañas costeras y colinas que rodean la región vinícola del estado? Después de todo, el incendio Lightning Siege de 2008, cuando se quemaron casi 800.000 acres, fue la primera vez en 40 años en que se convocó la ayuda de la Guardia Nacional, mientras los recursos llegaban a su límite.
La respuesta es complicada. El destino de todos los incendios forestales está determinado por el triángulo de comportamiento del fuego (combustible, clima y topografía) según Craig Clements, profesor del Laboratorio de Investigación del Clima de Incendios, de la Universidad Estatal en San José.
Pero hubo factores adicionales involucrados en este brote más reciente. Una ola de calor de verano magnificada por el cambio climático y combinada con la humedad tropical y la energía de tormentas para crear manifestaciones eléctricas. Los rayos resultantes azotaron una región con una historia difícil para la extinción de incendios, y otra área que ha sufrido numerosos incendios en el pasado reciente.
Las montañas costeras mantenidas por el estado y de forma local en el centro de California, donde arde el CZU Lightning Complex, tienen antecedentes desafiantes para los bomberos. En 2016, en el condado de Monterey, al norte del incendio actual, un bombero murió ayudando a contener el obstinado incendio de Soberanes, que quemó 50 casas mientras las llamas ardieron por meses en los escarpados cañones y el terreno intransitable.
En 2003, al sur de Livermore, donde ahora ocurre una parte del incendio SCU Lightning Complex, 53 bomberos fueron invadidos en medio de la noche y utilizaron sus refugios en lo que pudo haber sido el segundo despliegue de refugios más grande por parte de las cuadrillas en la historia de EE.UU, comentó Clements.
En ambos casos, tal como sucede ahora, las temperaturas no bajaron significativamente durante la noche ni se reintrodujo la humedad del océano en las elevaciones más altas del paisaje. En el verano, un sistema de alta presión se asienta sobre el Pacífico y gira, llevando aire seco y cálido sobre las elevaciones superiores de la cordillera costera mientras exprime aire fresco y húmedo en la capa marina debajo, explicó una científica atmosférica del estado de San José, Alison Bridger. “Básicamente es por eso que no llueve en el verano”, comentó.
Si se suma una ola de calor extrema, el riesgo de incendio aumenta significativamente. “El hecho de que tengamos incendios destructivos tan extremadamente grandes y rápidos sin vientos marinos es muy inusual”, agregó el científico climático de UCLA Daniel Swain. “Todo esto apunta a algo que sabemos que es cierto... el estado de la vegetación, la condición en que se encuentra lo que es combustible, era bastante extraordinario”.
De hecho, se considera que la mayoría de las áreas en llamas en los tres incendios tenían una sequía moderada a severa, según el informe más reciente del Monitor de Sequía de EE.UU, dado a conocer el jueves pasado. Grandes porciones de la huella de cada incendio incluyen áreas que no han tenido incendios en décadas y eran enormes cantidades de yesca seca y muerta.
“Desafortunadamente, a medida que el clima sigue calentándose, se preparan las condiciones para estos incendios extremos con más frecuencia”, remarcó Swain. “Significa que el límite de cuán grave puede ser la situación sigue aumentando”.
La noche en que la tormenta eléctrica de cientos de millas de ancho puso en marcha todos estos incendios, un “estallido de calor” antes del amanecer azotó partes de la región vinícola, e hizo escalar las temperaturas en áreas como la Base Travis de la Fuerza Aérea de 80 a 100 grados en menos de dos horas. Si bien los expertos dicen que probablemente ello no tuvo un impacto directo en los incendios, ciertamente no ayudó en las cosas y presagió las desafiantes condiciones por venir.
De martes a miércoles, los vientos fluyeron cuesta abajo hacia el Valle de Sacramento desde las montañas entre Oregón y California, y transmitieron humedad en el camino. Cuando llegaron a las colinas de la región vinícola, estaban completamente secos e influyeron en el aumento explosivo del fuego, destacó Cory Miller, del Servicio Meteorológico Nacional. El fuego del LNU Lightning Complex se multiplicó por diez en 36 horas, de 12.200 acres en la mañana del martes 18 a 124.000 acres la noche siguiente, según el Departamento de Silvicultura y Protección contra Incendios de California.
Sarah Johnson y Emerald Hills Horse Ranch, en Winters, estaban en la vía del fuego. Johnson, de 29 años, es originaria de Ohio y conoce las tormentas eléctricas, por lo cual hace dos semanas se recostó en una hamaca para disfrutar del sabor del Medio Oeste mientras un relámpago cruzaba el horizonte alrededor del lago Berryessa y el Monte Vaca.
Pero pronto, las tormentas fueron reemplazadas por humo y luego cenizas. Johnson y su novio estaban pegados a sus teléfonos, escuchando los reportes de tráfico de los socorristas sobre los movimientos del fuego. El sitio web del Departamento de Silvicultura y Protección contra Incendios de California funcionaba solo de manera intermitente, abrumado por un aumento en el tráfico web de todo el mundo.
A medida que el fuego se intensificaba a altas horas de la noche del 18 y 19 de agosto, el teléfono del novio de Johnson comenzó a sonar incesantemente, los huéspedes del rancho intentaban comunicarse con él para advertirle del incendio que se avecinaba.
La pareja se despertó y se puso en acción; despertaron a los vecinos, cargaron caballos a medida que llegaban los remolques y ayudaron a apagar pequeños incendios que salpicaban los pastos. El rancho se quedó sin energía eléctrica en algún momento durante la caótica situación. “Había mucho viento y humo, y se podía ver la formación de un tornado de fuego. La velocidad de propagación fue increíble”, remarcó Johnson. “El fuego era tan brillante que fue así como pudimos ver todo”.
Durante las siguientes horas, las viviendas de sus vecinos se incendiaron. El fuego fue rápido y el sistema de alerta de emergencia del condado no llegó a muchos de ellos hasta que fue demasiado tarde, expuso Johnson. “Recuerdo que en un momento me detuve, miré y dije: ‘¿Dónde están todos los camiones de bomberos?’ Fue otro instante surrealista; me di cuenta de que no venía nadie”, relató.
Existe la preocupación de que, a medida que estos incendios azoten las mismas áreas una y otra vez, cambien permanentemente a California, y no para mejor.
Un fuego moderado puede limpiar la maleza y los árboles competidores, creando un cierto espacio forestal saludable. Pero si ocurre una y otra vez, como ha sucedido en partes del condado de Napa en los últimos años, esos pastos y plantas nativas abandonan la lucha y las plantas invasoras avanzan, similar a lo que sucedió en el sur de California. A menudo, esas nuevas especies pueden propagar el fuego más rápido.
California tiene que tomar decisiones ya que los incendios son inevitables y los megafuegos son cada vez más posibles, destacó Gerrard, director de leyes climáticas de Columbia. Los códigos de construcción pueden actualizarse, la infraestructura de servicios públicos podría modernizarse y tener mejores regulaciones. Las decisiones sobre dónde se construyen las viviendas y cómo se gestionan los bosques podrían tomarse teniendo en cuenta el riesgo de incendio y la ecología nativa. “Es muy parecido a una retirada gestionada de la costa”, ejemplificó Gerrard. “La esperanza es que los desastres recurrentes y vinculados sean una llamada de atención”.
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