El incendio Getty se extiende a una zona repleta de celebridades que están enfrentando los peligros inherentes a L.A.
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Los palacios de la élite de Los Ángeles están bajo asedio del fuego. LeBron James huyó con su familia y no pudo encontrar una habitación de hotel. Los helicópteros de noticias filmaron a los bomberos, mientras los conductores de la autopista 405 navegaban a través del vórtice ardiente y lo exhibían en Instagram.
El incendio del Getty estalló a lo largo de la autopista por Getty Center Drive después de la 1:30 a.m. del lunes y se extendió a más de 600 acres debido a los vientos de Santa Ana, destruyendo ocho casas y dañando cinco en Brentwood. A miles de personas se les ordenó evacuar algunos de los vecindarios más costosos de la Tierra.
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En una semana de incendios en todo el estado, el Getty no fue el más grande ni el más destructivo. Pero los incendios que estallan en el Paso Sepúlveda y llegan a los ricos y famosos -el último, hace dos años, fue al otro lado del 405 en Bel-Air- tienden a convertirse en algo más que fenómenos naturales. Se transforman en experiencias compartidas que se desarrollan en una cobertura televisiva de pared a pared y en imágenes dramáticas de medios sociales que hablan del carácter de la ciudad y de los peligros inherentes de la misma.
Chad Ebert, de 43 años, evacuó su casa de Brentwood y observó las llamas en la oscuridad del amanecer.
La madera explotó, los escombros en llamas se alzaron contra el viento.
“Esto es surrealista”, dijo Ebert. “Es como la escena de una película”.
Diana Rodríguez, una alumna de segundo año de negocios en Mount Saint Mary’s University, justo encima del Getty Center, estaba estudiando para su clase de Principios de Administración cuando las luces se apagaron por un minuto a la 1:30 a.m. del lunes. Cinco minutos después, olía a humo.
Luego, alrededor de las 2:30 a.m., los asistentes residentes golpearon la puerta del dormitorio de Rodríguez. Los estudiantes necesitaban recoger sus cosas y evacuar.
Rodríguez agarró su laptop, teléfono, cámara y cargadores, llenó su mochila con bocadillos y agua, y dejó su dormitorio en pijama. El cielo estaba rojo sangre: “Muy, muy, muy rojo y anaranjado, bonito, pero también un poco raro”, recuerda.
Las cenizas flotaban en el aire. Le ardían los ojos por el humo.
Cientos de miles de personas siguen evacuadas en California, entre ellos famosos de Hollywood, por los incendios que han quemado más de 75.000 acres.
Se pusieron máscaras y siguieron un camino por la ladera de la montaña. Algunos estudiantes se quejaban de tener que evacuar; otros se reían “ya sea porque no sabían lo que estaba sucediendo o como un mecanismo para hacer frente a la situación”, dijo Rodríguez. Los alumnos fueron recogidos a mitad de camino por ambulancias que los llevaron al campus de la escuela en Doheny y a un centro de evacuación en Westwood.
Los vientos impulsaban las llamas hacia el sur y el oeste, más adentro de los cañones de Brentwood, hacia Pacific Palisades. La inclinación de los cañones hacía que las llamas se convirtieran en monstruosas lenguas de fuego.
Rhonda Taylor se despertó alrededor de las 3 a.m. cuando sonó su teléfono. Su garganta estaba reseca y le dolía la cabeza. Recibió una alerta del condado de Los Ángeles, diciéndole que tenía que dejar su casa en Palisades.
Las llamas brillan en una ladera de la autopista 405 cerca del Getty Center el lunes.
Ya tenía lo que ella llama su “bolsa del apocalipsis” en el coche, pero agarró más artículos de tocador, como cepillos de dientes, ropa y agua. Ella puso su pomerania, Bu, en su bolso, envolvió una pintura de sus dos hijos en fundas de almohada y cargó el coche. Mientras conducía hacia un centro de evacuación en Westwood, a través del humo espeso, Taylor lloró pensando en todas las cosas que no había tenido el tiempo o el espacio en su auto para recoger.
Taylor dijo que se ha cansado del miedo al fuego y le preocupa que algún día tenga que dejar su casa para siempre.
Se pregunta si vale la pena vivir, como ella dice, “al borde del miedo”.
Cuando un vecino golpeó la puerta de la casa de Robert Lempert en Palisades a las 3:30 a.m., el investigador de Rand Corp. se despertó con la noticia de un incendio cerca del Getty Center y varios “mensajes de pánico” de su suegra, que vive en un vecindario bajo evacuación. Lempert y su esposa cargaron sus coches con “bolsas de viaje”, y su suegra vino a su casa y esperó la orden de evacuación. A las 10 de la mañana, Lempert dijo que estaban “todavía en modo de espera”.
Lempert, experto en manejo de riesgos climáticos, dijo que hay una creciente conciencia en su vecindario, ubicado en el lado oeste, de que estos incendios a gran escala no son anómalos. Él y sus vecinos han tomado medidas para mitigar la capacidad de un incendio a través de sus calles, principalmente mediante la eliminación de la maleza seca que puede convertirse en combustible para el fuego.
“El incendio del Getty, y uno más pequeño en Palisades la semana pasada, son demostraciones claras de esta ‘nueva normalidad’”, dijo Lempert.
“Una cosa es mirar los mapas de riesgo y mostrárselos a la familia”, dijo. “Otra es que llamen a tu puerta a las 3 de la mañana”.
James, la superestrella de los Lakers que tiene dos casas en Brentwood, tuvo también esa experiencia de escuchar los toquidos en su puerta. James mandó un tweet justo antes de las 4 a.m.
“Estos incendios en L.A. no son una broma”, escribió James. “Tuve que evacuar mi casa en caso de emergencia y he estado conduciendo con mi familia tratando de conseguir habitaciones. ¡No he tenido suerte hasta ahora!”
El ex gobernador Arnold Schwarzenegger también twitteó que había evacuado, e instó a otros a hacer lo mismo.
Pero no sólo ricos y famosos han sido afectados. Tambien muchos de los trabajadores en esta zona han sentido sus efectos.
Ramón Ramos, de 67 años, estacionó su camioneta Chevy, dejó su cortadora de césped y sus herramientas en la parte de atrás y caminó por la Avenida Kenter, deteniéndose para mirar mientras un helicóptero de la LAFD volaba sobre él. Caminó y llevó los botes de basura a un lado de la calle: “Tengo ocho casas en las que debo de parar”, dijo Ramos.
Los lunes él habría estado cuidando los jardines de las casas a lo largo de las avenidas Kenter y Hanley. Pero hoy el fuego del Getty lo detuvo. “He estado esperando desde las 6 a.m. para llegar aquí y poder sacar los botes de basura”, dijo Ramos. “¿Van a recoger la basura mañana? Ni siquiera lo sé”.
Ramos dijo que ha estado cuidando jardines y limpiando maleza en el área por más de una década. Aseguró que ninguno de sus clientes le avisó que habían sido evacuados y que no tenía que venir a trabajar.
Así que aguardó en un mercado, esperando que en algún momento se le permitiera entrar. “Sólo quiero terminar esto e irme a casa”, dijo. Por un momento, Ramos se paró en lo alto de unas escaleras mirando a los helicópteros mientras lanzaban agua. Se rascó la cabeza y caminó hacia abajo antes de conducir a la siguiente casa.
En una región con una brecha de riqueza tan grande, había, por supuesto, diferentes preocupaciones. En otro lugar en Kenter, un hombre de 47 años de edad de Brentwood que se negó a dar su nombre estaba al teléfono, tratando de averiguar si debía irse, y en cuál de sus dos autos de lujo.
“Tengo que averiguar qué voy a hacer con mi Ferrari”, dijo.
Para entonces, la zona de evacuación obligatoria se extendía desde la 405 en el este hasta Temescal Canyon en el oeste, Mulholland Drive en el norte hasta Sunset Boulevard en el sur. CalTrans cerró los carriles hacia el sur de la autopista, causando un colosal atasco de tráfico en toda la ciudad. El Getty Center cerró y UCLA canceló las clases.
Los pilotos del departamento de bomberos bombardearon las colinas con agua, mientras las cuadrillas de mano cortaban la maleza y los equipos de motores protegían las casas. Todos conocen bien este terreno, ya que han luchado contra las llamas aquí en 2008 y al otro lado del cañón en Bel-Air en 2017.
Con vientos secos silbando a través de densos chaparrales, las cuadrillas de bomberos se encontraron luchando en múltiples frentes. El trabajo del bombero del condado de Los Ángeles, Norman Queen, era vigilar de cerca el comportamiento del fuego en el lado opuesto de un cañón estrecho: Una cuadrilla de 70 hombres y mujeres estaban creando líneas de defensa a través de áreas rociadas con agua lanzada por helicópteros y aviones cisterna.
“Sin esa agua, este fuego estaría completamente fuera de control”, dijo Queen.
“La principal preocupación ahora”, añadió Queen, “es asegurarse de que no haya sorpresas, como un incendio en la maleza justo debajo de esas cuadrillas”.
El jefe del Departamento de Bomberos de Los Ángeles, Mark Curry, estaba de pie sobre un banco de patio en un acantilado de Brentwood, con vistas panorámicas de los restos carbonizados de algunas propiedades.
“Tenemos mucho trabajo por delante”, dijo Curry, que llegó a la escena a la 1:30 a.m. “Vamos a estar aquí mucho tiempo”.
Un desafío, dijo, “ha sido salvar casas viejas con patios de madera suspendidos por encima de los acantilados construidos sobre una densa maleza”.
“Las casas con losas de hormigón”, añadió, “podemos salvarlas”.
Los escritores del Times Louis Sahagun, Ruben Vives y Rong-Gong Lin II contribuyeron a este informe.
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