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De presidario a empresario de ‘El Sushi Loco’: 3 ‘armas’ que lo ayudaron

Francisco Mendoza nunca fue el estudiante de buenas calificaciones, ni el hijo modelo, incluso estuvo en la cárcel; sin embargo, tiempo después se convirtió en dueño de una cadena de restaurantes en el Sur de California.

Mendoza, de 45 años de edad, sostiene que realizar el “sueño americano” consiste en tres armas que deben usarse siempre: Tener fe en Dios, trabajar constantemente y ayudar al prójimo.

De joven, confiesa que su vida no fue fácil, con un padre ahogado en el alcohol, algunos familiares consumidos por las drogas y su madre teniendo que pedir ayuda gubernamental para mantener a la familia a flote.

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“Admiraba el mundo del narcotráfico de alguna manera, aunque en mi corazón odiaba las drogas y al alcohol, de repente en mi adolescencia empecé a caer en eso”, dice Mendoza.

“Fui a parar a la cárcel varias veces por ofensas menores, pero en uno de esos días alguien me pidió que transportara un vehículo de Tijuana a Estados Unidos con drogas. Las autoridades me sorprendieron y fui a parar tras las rejas. Solo tenía 19 años”, sostiene.

A la edad de 24, Mendoza tuvo que enfrentar a las autoridades otra vez por la posesión de 249 kilos de drogas.

“Me dijeron que me darían 20 años de prisión. Ahí sentí que mi vida se había acabado, solo y abandonado… pero Dios hizo algo en mi vida”, afirma.

La corte decidió darle 11 años de prisión, y en el 2009 salió de la cárcel no sin antes haber aprendido plomería, recibirse de especialista en tratamiento de agua desechable y técnico de aire acondicionado, dice Mendoza entre sonrisas y lágrimas.

Empieza el negocio

El éxito de “El Sushi Loco”, no sucedió de la noche a la mañana.

“Un sobrino me dijo que era ‘sushero’, me cocinó la comida Sushi y me gustó”, dice Mendoza.

En Craiglist, Mendoza compró una carreta de tacos en Tijuana que decía “sushi” en 1,200 dólares y empezó a vender sushi mexicano o la combinación entre estas dos comidas, en la calles de la ciudad de La Puente.

El emprendedor cuenta que para el 2010 ya tenía su clientela establecida, con gente que llegaba de otras ciudades para probar su combinación de comidas.

“Empecé a aprender combinar ingredientes y a afilar cuchillos, en canales de Youtube, jugaba con recetas, combinaba ingredientes, y empecé a crear mis propias recetas”, sostiene.

Para el 2011, Mendoza abrió su primer restaurante de ladrillos y cemento en La Puente. Posteriormente, inauguró una sucursal en Downey y ahora tienen otra filial en Pomona.

La lección

El expresidario aprendió que toda la gente tiene la oportunidad de cambiar, incluidos los que estan encarcelados.

“Tengo más de siete años casado. Tengo a mis hijos Valentina y Diego. Tengo 125 personas a las cuales empleo… y me siento en pocas palabras agradecido con Dios”, afirma.

Mendoza también aprendió a dar a quien menos tiene. Anualmente ofrece sus servicios a diferentes organizaciones de asistencia.

“Soy parte de Alcance Victoria, una iglesia cristiana que se asocia con Angel Tree y Corazón de Vida, un orfanato en Ensenada, y vamos a asistir a los niños con juguetes”, dice Mendoza.

“Si Dios me dio no solo una oportunidad, sino varias para reformar mi vida… por qué no darle al prójimo. No tengo más que agradecimiento por lo que tengo, y es así como me gusta darle las gracias”, concluye.

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