Inmigrante oaxaqueño encontró en los exóticos helados de tequila y mezcal una segunda vida en L.A.
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LOS ÁNGELES — El desempleo le sirvió a Maurilio Bautista para incursionar en el negocio independiente; en vez de cruzarse de brazos, siguió los pasos de otros miembros de su familia, pues al menos 60 parientes se dedican a vender nieves.
“Por tradición, la nieve es de limón y por los niños, hacemos de vainilla”, explicó el inmigrante oriundo de Oaxaca, México, asegurando que desde las cuatro de la madrugada inicia la preparación de los ingredientes, proceso que tarda seis horas.
A su nueva labor, además, le agregó un toque de originalidad. Junto a los tradicionales sabores elabora nieves de aguacate, queso, leche quemada, pepino, elote, pétalos de rosa, jugo de caña y tuna, entre otras.
Cuando recorre las calles, por lo general, ofrece de chicle, coco y mamey, los que alterna cada día. “Imagínate toda la fruta de temporada”, manifestó al aclarar que la variedad incluye hasta 100 diferentes sabores.
De su casa sale con un sombrero y lentes de sol; en su vehículo coloca 15 botes de plásticos, los que acomoda en seis hieleras. Por lo general, se desplaza en los alrededores del Echo Park, también visita las escuelas de la zona.
En el 2004 se quedó sin trabajo y sin un centavo en el banco. Al verse en la necesidad de ayudar a sus dos hijos que tiene en México y a su esposa que vive con él en Los Ángeles, apostó por elaborar nieves con su propio sello.
“¿De cuál va a querer?”, le pregunta a un niño de 5 años.
“Todo el año vendo nieves, pero en el verano se vende más”, aseveró Bautista, detallando que solicitan su producto para eventos especiales.
“Nosotros tomamos en cuenta la calidad y el sabor, garantizamos que sea natural”.
La receta no la revela, pero si aclara que ha ido puliendo los sabores y las combinaciones.
“También hacemos nieves para fiestas con tequila y mezcal”, añadió al indicar que en casos de eventos entrega los recipientes con la nieve. Si quieren que alguien las sirva, hay un costo adicional por un empleado.
¿Haría nieve de chapulín?, se le preguntó. “No te creas, en cualquier momento la hago”, contestó Bautista con seguridad, cuando los clientes siguen llegando y los botes casi quedan vacíos.
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