‘White’ de Bret Easton Ellis, ‘no te va a gustar’
Sólo aspiro a hacer arte por el arte,
Y si éste nos inquieta, que así sea.
Bret Easton Ellis
Cuando se publicó American Psycho, el ícono del feminismo en EEUU Gloria Steinem y la locutora de radio Tammy Bruce, hacían públicos sus repudios contra la tercera novela de un entonces jovencísimo y reventado Bret Easton Ellis, cuyo departamento en el East Village de Los Ángeles, era una verdadera guarida cocainómana de perversidad absoluta.
Se instaba a las feministas a boicotear todas las presentaciones de ese libro que terminó por definir a una generación entera (incluyendo a las mujeres). Acerca del autor, el New York Times señaló que: “el Sr. Ellis es un joven confundido y enfermo, con un odio profundo contra las hembras”.
A Bret Easton Ellis se le han concedido innumerables adjetivos despreciativos a los que todo escritor de barrio desea (sin éxito) aspirar: nihilista, violento, materialista, neoliberalista, insensible, apologista de la violación y el asesinato, cínico, pueril, barbarista, narcisista, ególatra, misógino y enfant terrible (éste último, el peor de todos).
Algunos le quedarán al tiro, y otros tantos están completamente demeritados. Palabras vacías, eslóganes publicitarios para decorar cintillos y vender libros a los más insulsos.
Lo cierto, es que Ellis hacía de los medios un cuadrilátero, un ring salvaje. Fue en la década de los noventa un pugilista de peso completo, su mayor enemigo: el periodismo soso y convencional. Posee un cinturón de campeón Heavyweight en temas de fama, mala publicidad e indignación colectiva.
Tal vez se piense que Bret Easton Ellis se ha convertido ya en uno de esos viejos de 55 años que arrojan migas de pan a los cuervos desde una banca de hierro en el Grand Park. Pero no es la realidad, al escritor “frío e indiferente” aún le quedan palabras por escupir, y tras nueve años de estar en la esquina, Ellis regresa al cuadrilátero. Se abre un nuevo asalto; las cronistas preparan libreta y bolígrafo, el boxeador proveniente de San Fernando Valley aprieta los puños y choca los guantes, una nueva contienda ha comenzado.
White es la primera incursión de Bret Easton Ellis en la no ficción; libro de ensayo, reseña y crónica que discurre sobre la infancia desprotegida; el espeluznante incremento de la “cercanía” en las redes sociales; la lineal postura mental, la manera en que las moscas vuelan al mismo mojón de mierda en el momento exacto en que lo dicta el mass media; en un artículo titulado Licking (Lamiendo) escribe sobre el espantoso auge de que todo sea inidentificable, la inclusión de todas las personas en el mismo pensamiento.
En este nuevo combate, Ellis se permite escribir reseñas de malas películas y actuaciones mediocres. Alude, que la más cercana figura paterna de Patrick Bateman (protagonista de American Psycho) es Donald Trump.
Las migas de pan que este hombre había arrojado a los cuervos estaban envenenadas. Bret Easton Ellis sigue siendo el mismo, no se esconde tras las faldas de la neutralidad, la distancia ni la reserva. Sólo estaba calentando, trotando en Sunset Boulevard, despotricando en Twitter, haciendo metodológicos panegíricos de las sales de baño como droga caníbal.
White es una especie de homenaje a The White Album (1979) de Joan Didion, una antología de ensayos borderline, entre la realidad y la ficción. Otro libro provocador de Ellis que de seguro no te va a gustar.
En esta nueva entrega, el autor se muestra como es. Se sube al ringside sin vaselina en cejas, pómulos ni barbilla (no quiere evitar ningún corte), se lanza sin protector bucal y a puño desnudo, rumbo al KO. “Estoy en buen momento en cuanto a que verdaderamente las cosas no me importan. Es libertad no preocuparse por lo que la gente piense de uno. No preocuparse por resultar atractivo. No preocuparse por las pesadeces del sexo”.
Bret Easton Ellis estará presente en el Festival del Libro de Los Ángeles Times, el domingo 14 de abril a las 11:00 am. Conversará acerca de su nuevo libro White con el escritor y editor Scott Timberg, autor de Culture Crash.