El pulso de tu salud: Cuando el alcohol se convierte en un problema
Cuando se trata del alcohol y nuestra salud, el mensaje es claro: Si no toman, no hay ninguna razón para comenzar. Si deciden beber, háganlo con moderación.
¡Así es! El alcohol, incluso en cantidades pequeñas, puede provocar numerosos problemas en nuestra salud física y mental. Y aunque no siempre se siente su impacto en nuestro cuerpo de inmediato, toca casi todos nuestros órganos y sistemas desde el momento en que tomamos nuestro primer sorbo. Además, los efectos del alcohol – tanto a corto como a largo plazo – van a depender de la cantidad, la frecuencia con la que se consume, la edad, el sexo, el peso y el estado de salud de cada persona.
Los efectos de consumir en exceso en una ocasión incluyen falta de concentración, dolor de cabeza, náuseas y vómitos, deshidratación, cambios en la audición, visión y percepción, lapsos de memoria o pérdida de conocimiento, comportamientos impulsivos o agresivos, y movimiento descoordinado, entre otros. Algunos de estos efectos pueden no durar mucho, pero eso no los hace insignificantes. La impulsividad, la pérdida de coordinación y los cambios de humor pueden afectar nuestro juicio y comportamiento y contribuir a efectos de mayor gravedad, incluyendo accidentes, lesiones y decisiones de las que luego nos podemos arrepentir.
Algunos efectos a largo plazo del consumo frecuente de alcohol son insomnio y otros problemas de sueño, cambios persistentes en el estado de ánimo, incluyendo ansiedad e irritabilidad, un sistema inmunitario debilitado, lo que significa que nos podemos enfermar con más frecuencia, cambios en la libido y la función sexual, cambios en el apetito y peso, problemas permanentes en nuestra memoria o concentración, y lamentablemente, conflictos en las relaciones románticas y familiares.
Con el tiempo, el consumo excesivo y prolongado de alcohol puede causar – o empeorar el control de – enfermedades crónicas como diabetes, presión arterial alta, y dolor crónico. También puede causar dependencia al alcohol o alcoholismo y trastornos de salud mental inducidos por el alcohol. Y en personas que toman medicamentos, el alcohol puede interactuar de forma peligrosa, e incluso, hasta disminuir su efecto.
Según datos del Instituto Nacional sobre el Abuso del Alcohol y el Alcoholismo (NIAAA, por sus siglas en inglés), las personas que abusan del alcohol tienen un mayor riesgo de enfermedades del hígado, como cirrosis, enfermedades del corazón, depresión, derrame cerebral, y sangrado estomacal. Además, tienen un riesgo más alto de desarrollar ciertos canceres, como cáncer de la boca, esófago, laringe, faringe, hígado, y colorrectal.
Seguramente se preguntarán, ¿qué significa beber con moderación y como darnos cuenta si nuestro consumo es problemático. Las Pautas Alimentarias para Estadounidenses del Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS, por sus siglas en inglés) y el Departamento de Agricultura (USDA, por sus siglas en inglés) definen el consumo moderado de alcohol como un trago o menos al día en las mujeres y dos tragos o menos al día en los hombres. Es importante señalar que existen distintas concentraciones de alcohol en las bebidas. Por ejemplo, un trago se considera una cerveza de 12 onzas (con un contenido de 5% de alcohol), una copa de vino de 5 onzas (con un contenido de 12% de alcohol) y un trago de 1.5 onzas de licor destilado (con un contenido de 40% de alcohol).
Aunque la mayoría de las personas que beben no lo hacen todos los días, es importante fijarse en la cantidad que consumen los días que si lo hacen. Tanto el consumo de alcohol moderado diario y el consumo de alcohol en atracón de vez en cuando, lo que en inglés se conoce como binge drinking, son problemáticos.
Existen ciertas señales que pueden ayudarnos a responder a la pregunta de cómo saber si nuestro consumo de alcohol es problemático. Entre ellas:
· Tener una tolerancia elevada y la persona necesita ingerir más alcohol para lograr el efecto deseado
· Tener problemas para dejar de beber
· El siempre estar pensando en el alcohol
· El beber solo
· El empezar el día con una bebida alcohólica
· Beber para “relajarse” o “lidiar con el estrés”
· La presencia de síntomas físicos como temblores, sudores o náuseas
· La presencia de cambios emocionales como irritabilidad, aislamiento, o hiperactividad
· El descuidarse de sus responsabilidades laborales o familiares
Es importante recalcar que las personas que desarrollan un problema con el alcohol no lo hacen de la noche a la mañana. El alcoholismo es un proceso largo y la persona que la padece no se da cuenta de que tan grave es el problema hasta que las consecuencias son graves y necesita ayuda. Puede ser que alguna vez haya pasado por su cabeza la pregunta de cómo saber si yo o un familiar tiene un problema con el alcohol. Ahora ya tienen algunas claves para poder responderla.
Y, por último, hay muchas opciones de tratamiento, pero el primer y más importante paso que cualquiera puede tomar es estar dispuesto a recibir esa ayuda. Cuando estén listos, hablen con su doctor de cabecera o pidan ayuda directamente con un experto en salud mental. Pídanle ayuda a un amigo o ser querido, con alguien en quien confíen. También pueden llamar o mandar un mensaje de texto a la Línea Nacional de Ayuda de SAMHSA al 988. La recuperación tiene muchos caminos. Lo primordial es encontrar el suyo.
*Frances Chinchilla Orellana es LCSW, terapeuta, supervisora clínica en AltaMed Health Services.
Este artículo forma parte de la iniciativa de salud que Los Angeles Times en Español ha lanzado junto a diferentes organizaciones de salud.
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