Sylvia Arvizu: 'La literatura es respirar' - Los Angeles Times
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Sylvia Arvizu: ‘La literatura es respirar’

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Sylvia Arvizu expresa en esta entrevista que aspira a ser para alguien algún día un referente como lo es José Revueltas. Habemos unos cuantos –o unos muchos– que creemos que Sylvia se ha ganado ese lugar, a base de mucha tinta, crónica y dolor derramado sobre la página y las cuatro paredes de una crujía. Sylvia Arvizu es ya dueña del Concurso Nacional Penitenciario José Revueltas, al haberlo ganado en incontadas ocasiones, con su dialéctica entre muros y una conciencia que se rebela a todo tipo de encierro o cancelación social. La verdadera libertad son las letras, tanto así que las celadoras solidarias llevaban sus libros a las rejas de prácticas de los juzgados; es así como Sylvia Arvizu obtuvo su liberación, “a fuerza de hartazgoâ€. Fue por su inteligencia y su determinación literaria que los jueces se rindieron.

Sylvia Arvizu, al igual que José Revueltas, vivió en carne propia el proceso de desplazamiento de los cuerpos y las conciencias; sus modos perceptibles están enfocados en el Estado como prisión, más allá de las rejas físicas. El desplazamiento de los cuerpos mediante la política, los prejuicios y un corrupto sistema judicial. Las crónicas de Sylvia Arvizu son un ejercicio de corpopolítica, de biopoder, que hace que sus libros luchen por su vida con puertas abiertas al mundo.

Aquí una entrevista con una escritora que es ya sinónimo de libertad.

¿A qué te dedicabas en ciudades de Estados Unidos como Phoenix, Tucson y Arizona, a las que arribaste por el miedo que te provocaron las denuncias de Obed Carpio?

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Al principio y durante mi embarazo, sobreviví con un poco de dinero de mis ahorros. Después de parir, entré a una especie de maquiladora/empacadora. Apilaba de cuatro en cuatro unos portavasos hechos de piedra porosa con imágenes de iguanas, los metía en una cajita de regalo, les pegaba una etiqueta y un código de barras. Me pagaban nueve dólares la hora.

¿Escribías en esos momentos?

No, dibujaba. En la pared. En la tierra suelta. En una agenda de esas que dan de regalo en las refaccionarias o ferreterías a los clientes.

¿Qué era lo que te causaba más desasosiego en esos momentos?

Mi embarazo. No sabía lo que iba a ocurrir cuando tuviera que parir. mis papás, y lo que estaban viviendo ellos acá en México.

¿Cómo fue llegar a Hermosillo, Sonora, México, después de siete meses de “andar prófuga�

Difícil. De regreso a Hermosillo desde Arizona un Marshall (alguacil) de apellido Noriega, se burló todo el camino de mí, y me atormentó narrándome todo lo que me harían en prisión y lo que me esperaba a mí y a mi familia. Al llegar a la cárcel gracias a que era hora de visita, no fui recibida por todas las mujeres, al contrario, un par de muchachas hicieron desayuno y me invitaron a sentarme con ellas. Gladys y Claudia. Obtuvieron su libertad a los pocos días.

¿Se pudiera decir que los libros y la creación literaria te salvaron la vida?

No se podría decir, Mixar: Me la salvaron. Me rescataron en todo momento. Cada vez que yo sentía la cárcel apretarme la vida como camisa de fuerza, la literatura me rescató. Siempre. Sin fallas.

¿Es la literatura un medio de libertad?

Cien por ciento. Es la mejor forma de ir a cualquier lado cuando no puedes ir a ningún lugar. La literatura sana, enriquece, abraza, comprende. Acompaña.

¿A grosso modo, cómo era para ti la vida dentro de un penal?

Hasta el día que salí, creía que era lo peor que me había pasado en la vida. Al salir, la violencia desenfrenada que vivimos en Sonora, me arrebata primero la vida de mi hermano menor a sólo una semana de mi libertad y al año la de mi hermana. Coincidentemente les dieron un balazo en el corazón (siempre me pregunto: ¿dónde más les iban a dar? Si era lo que más grande tenían) Entonces entendí que el penal fue sólo el propedéutico de todo lo que iba a vivir después.

¿La mayoría de las mujeres que están en la cárcel, son en su mayoría, mujeres que se defendieron, como Tú?

Creo que todas se defendieron. Del esposo, del padre violador. De las carencias, del hartazgo de la pobreza. Unas mataron, lesionaron, robaron o vendieron droga en defensa propia. No creo que ninguna pensara que su razón para delinquir era menos valiosa que la de la otra.

¿La literatura te reinventó?

Si, en cierto modo. Me complementó. Me hizo más consciente de mi misma y de lo que ocurría a mi alrededor. Ahora me siento más alerta, más dispuesta.

Eres ya dueña del Concurso Interpenitenciario de Literatura José Revueltas. ¿Qué significa este autor y este premio para ti?

Qué lindo inicio de pregunta. Me siento “lurias†(rara). José Revueltas es uno de mis rockstar de la literatura. Aspiro a ser para alguien algún día un referente como lo es para mí. El premio, además de la remuneración que siempre cae muy bien, significó que las autoridades voltearan a verme y me tomaran en serio para muchos proyectos descabellados que realicé al interior del penal en los que fui muy apoyada.

Para los jueces, pareciera que es peligroso pensar…

Pensar, Cuestionar. Exigir tus derechos, conocer un poco la ley. Saber que tienen tiempos determinados para cada etapa del proceso. Yo nunca dejé de escribirles cada vez que una diligencia llegaba a su término. Hubo muchas celadoras que solidarias “a la sorda†se llevaban mis escritos a las rejillas de prácticas de los juzgados. Ahora, a la distancia, pienso que obtuve mi libertad a fuerza de hartazgo, que los jueces se rindieron y dijeron “ya no la soportamos, suéltenla yaâ€.

¿Es confesional tu literatura?

Absolutamente. Es confesión, es desahogo, terapia, catarsis, liberación, fuga, aceptación, desnudez.

Comúnmente la describes como: “la inocencia de los primeras pasos de un niñoâ€â€¦

Sí, porque no me siento cien por ciento segura de si lo estoy haciendo bien. Escribo a veces dudosa, como buscando un equilibrio. Por mencionar un ejemplo: no me gusta causar lástima, no me considero víctima, y busco no caer –en lo posible– en la conmiseración.

¿Qué significa una ventana para alguien que está preso?

Si la ventana da a la calle (como era mi caso) es una especie de libro que abres cada día. Oler el aire que viene “de afuera†huele distinto. Se respira mejor.

¿Es eso la literatura?

¿Respirar? Sin temor a equivocarme, sí.

¿Cómo compaginas la escritura con la música y el teatro?

Siempre he creído que son hermanos. Que crear es lo que nos rescata en sí. El paliativo es entender que somos mucho mas que un ser humano entre cuatro paredes. La creación nos hace entender eso. El proceso creativo es un viaje de autoconocimiento y el resultado una recompensa maravillosa.

¿Qué encontramos en ‘Breve Azul’ (2008), los doce relatos que constituyen tu primer libro?

La ingenuidad de mis primero años de cárcel. Las angustias del proceso, de aceptar que ahí me iba a quedar los mejores años de mi vida.

¿Cuáles son tus principales recursos narrativos, en dónde encuentras tus reflectores literarios?

En las historias de vida que llaman mi atención. En las anécdotas que no se pueden explicar a menos que hubieras estado ahí. En lo absurdo de lo cotidiano. En la increíble fortaleza del ser humano para sobreponerse a todo.

¿En literatura, quiénes son tus referentes?

José Revueltas, Juan Rulfo, Jorge Ibargüengoitia, Carlos Sánchez, Carlos Padilla y muchísimos más.

‘Mujeres que matan’ (2013), son historias sobre tus compañeras reclusas, casi todas víctimas de abusos indecibles. ¿Qué es lo que está mal en el sistema judicial mexicano?

El sistema. Quien lo administra. El que lo interpreta. El que lo aplica.

Después de ganar incontadas veces el ‘Premio José Revueltas’ –el premio inter carcelario más importante del país– ganas por primera vez un premio en el ámbito civil, dentro del género de la crónica: el ‘Concurso de Libro Sonorense’, con ‘Las Celdas Rosas’ (2017). ¿Qué representa para ti esta obra?

La preparación para salir a la vida libre. Las celdas rosas fue un libro que disfruté mucho al escribirlo, y que he releído infinidad de veces sin querer cambiarle nada. Al leerlo veo una Sylvia mas segura que la que llegó años atrás, así en tercera persona, la veo caminar con seguridad por los pasillos del penal, sin aquellos temores de los primeros días.

¿Cómo es para ti el reintegrar de carácter humano a la afrontación de la vida en prisión?

Hay quienes lo hacen. Pero son los menos. Pareciera que el personal cumple un requisito de mezquindad para poder laborar en el sistema penitenciario. Y de acá del lado de las de adentro, prefieren “esconder†mejor su parte humana, sensible, como mecanismo de defensa.

¿Cómo fue tu contacto con Mauricio Bares de la editorial ‘Nitro Press’?

A través de Carlos Sánchez y nuestro proyecto conjunto: ‘Matar’ (2020) de Carlos, ‘Mujeres que matan’, mío. Lo conocí en persona en la cárcel cuando firmé para su editorial y desde el primer momento me pareció un tipazo.

También fui recluso del sistema penitenciario de México, cuando salí, tuve el error de viajar a Estados Unidos para trabajar, ya que en México aún seguía boletinado. Me doy cuenta de que salí de una prisión para entrar a una mazmorra. ¿Cuáles fueron tus planes al quedar en libertad?

Los mismos desde que estaba adentro. Ser feliz. No voy a pasarme la vida siendo presa. De miedos, de culpas, de odios ajenos, de frustraciones que no me pertenecen. Aspiro a trabajar en lo que me apasiona, aunque sé que eso no se obtiene de la noche a la mañana. He batallado infinitamente para reinsertarme no sólo en la sociedad si no en mi familia misma, pues ellos aprendieron a vivir sin mi durante mas de quince años. Para aprender a manejar los prejuicios de la gente cuando saben quién soy yo, pero sobre todo para que el mundo entienda que no tengo que demostrar nada a nadie. Estoy libre por que un juez, la vida, las leyes, el destino o Dios así lo quiso y punto.

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