Cómo los médicos usan historias y recursos narrativos para sobrellevar la crisis del coronavirus
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El Dr. Christopher Travis, un residente en el sector de obstetricia y ginecología, ha atendido a pacientes con COVID-19 y realizado cirugías en mujeres sospechosas de infección por coronavirus. Pero la paciente que llegó para una visita prenatal de rutina, con dos máscaras sobre su rostro y guantes en sus manos, tenía un problema que no era fisiológico.
“Ella me dijo: ‘Estoy aterrorizada de contraer este virus que se está extendiendo por todo el mundo’”, comentó el Dr. Travis, acerca de esa consulta, en marzo pasado. A la mujer también le preocupaba que el coronavirus dañara a su bebé, agregó.
Travis, quien ejerce en el Centro Médico del Condado de Los Ángeles-USC, le respondió que sabía que estaba asustada, e intentó asegurarle que estaba a salvo y que podía confiar en él.
Al hacer muchas preguntas y escuchar atentamente sus respuestas, Travis puso en práctica el oficio de la medicina narrativa; una disciplina en la que médicos y enfermeros utilizan principios de la literatura y el arte para comprender mejor las historias de los pacientes e incorporarlas a su práctica.
“¿Cómo hacemos ese trabajo tan difícil durante la pandemia, sin que nos agote y podamos salir enteros de todo esto?”, expresó Travis.
La medicina narrativa, que él estudió en la Universidad de Columbia, lo ha ayudado a ser consciente de sus propios sentimientos, a reflexionar más antes de reaccionar y a considerar las situaciones difíciles con calma, precisó.
El primer programa de posgrado en medicina narrativa fue creado en la Universidad de Columbia, en 2009, por la Dra. Rita Charon. La práctica ganó una gran influencia desde entonces, como lo demuestran las docenas de ensayos de medicina narrativa publicados en el Journal of the American Medical Association (JAMA) y sus publicaciones hermanas.
Aprender a ser narradores de historias también ayuda a los médicos a comunicarse mejor con los no profesionales, describió la doctora Louise Aronson, escritora y geriatra que dirige el programa de humanidades médicas en UC San Francisco.
Puede ser útil para tranquilizar a los pacientes, o para motivarlos a seguir las recomendaciones de salud pública.
“Cuénteles una historia acerca de tener que intubar a un joven de 22 años, que antes estaba sano y que morirá dejando atrás a su primer hijo y su flamante esposa. Eso captará su atención”, comentó Aronson.
“Al mismo tiempo, contar esa historia puede ayudar al profesional de la salud a procesar su propio trauma y obtener el apoyo que necesita para seguir adelante”.
Enseñar narrativa a médicos
Este otoño, la Escuela de Medicina Keck, de USC, presentará el segundo programa de maestría en medicina narrativa del país. La asignatura también formará parte del plan de estudios de la nueva Escuela de Medicina Kaiser Permanente Bernard J. Tyson, en Pasadena, que abrirá sus puertas el 27 de julio, con su primera clase de 48 estudiantes.
La medicina narrativa capacita a los profesionales de la salud para que tengan en cuenta las experiencias únicas y vividas de los pacientes, y cómo la enfermedad realmente los afecta, señaló el Dr. Deepthiman Gowda, decano asistente de educación médica en la nueva escuela de Kaiser Permanente.
La capacitación puede implicar la lectura grupal de obras creativas, como piezas de poesía o literatura, ver danza, una película, o escuchar música.
Gowda destacó que también existe un “valor intrínseco real” para los pacientes, porque con este entrenamiento un médico no sólo es educado para atender el cuerpo y recetar medicamentos.
“La literatura en su esencia es una inmersión en la experiencia de vivir: los triunfos, las alegrías, el sufrimiento, las ansiedades, las tragedias, las confusiones, la culpa, el éxtasis de ser humano, de estar vivo”, comentó. “Esta es la capacitación que nuestros estudiantes necesitan si desean cuidar a las personas, no atender enfermedades”.
El Dr. Andre Lijoi, geriatra del Hospital WellSpan York en Pensilvania, dirigió recientemente una sesión virtual para 20 enfermeros practicantes de primera línea que trabajan en hogares de ancianos. Dos voluntarios recitaron el poema de Mary Oliver “Wilde Geese”, editado en 1986, que dice: “Háblame de la desesperación; de la tuya, y yo te contaré la mía. Mientras tanto, el mundo sigue andando”.
Compartir las palabras de la poeta ayudó a las enfermeras a aliviar sus tensiones acumuladas, permitiéndoles expresar sus sentimientos sobre la vida y el trabajo en medio de la pandemia de COVID-19, comentó Lijoi.
Un participante escribió: “Mientras el mundo sigue andando a mi alrededor, lloro al ver a mis padres mayores, al planificar la boda de mi hija y perderme el bautizo de mi sobrina mayor. Me pregunto, ¿cuándo volverá la vida a ser ‘normal’?”.
Procesar el miedo para brindar una mejor atención
La Dra. Naomi Rosenberg, médica de emergencias del Hospital de la Universidad de Temple, en Filadelfia, estudió medicina narrativa en Columbia y ahora la enseña en la Facultad de Medicina Lewis Katz, de Temple. La disciplina la ayuda a “metabolizar” lo que asimila mientras atiende a pacientes con COVID-19, incluido el miedo que conlleva tener que ingresar a las habitaciones sola, con equipo de protección, explicó.
La capacitación le sirvió para aconsejar a una mujer afligida que no podía visitar a su hermana porque el hospital, como otros en todo el país, no permite visitar a personas infectadas con coronavirus.
“Había leído historias de Baldwin, Hemingway y Steinbeck sobre cómo es tener miedo por alguien amado. Recordar eso me ayudó a comunicarme con ella con más claridad y compasión”, señaló Rosenberg (después de una crisis de cuatro días, la paciente se recuperó).
Las lecturas también pueden ayudar a los estudiantes a comprender las diversas formas en que se usan metáforas en la profesión médica, para bien o para mal, comentó la Dra. Pamela Schaff, quien dirige el nuevo programa de medicina narrativa en USC.
Recientemente, Schaff les pidió a los estudiantes de medicina de tercer año que efectuaran un examen crítico de un artículo de una revista que describía la medicina como un campo de batalla.
El análisis ayudó al estudiante Andrew Tran a comprender que describir a los médicos como “guerreros” podría “promover expectativas poco realistas e incluso la despersonalización de nosotros como seres humanos”, dijo.
Algo similar sucede en el lenguaje militar que se emplea para describir el cáncer, agregó Tran. “Decimos: ‘Tienes que luchar’, lo cual implica que si mueres, de alguna manera eres un débil”.
En el mundo real, los médicos a menudo tienen un enfoque limitado y dedican la mayor parte de su atención a la queja central de un paciente. Según un estudio de 2018 publicado en el Journal of General Internal Medicine, escuchan a los pacientes en promedio durante sólo 11 segundos antes de interrumpirlos. La medicina narrativa busca modificar ese patrón.
Si bien escuchar con más atención puede agregar un elemento más a la larga lista de “tareas” de un médico, también podría terminar ahorrando tiempo, expuso Schaff.
“Si capacitamos a los doctores para que escuchen bien, para el uso y la escucha de metáforas, subtexto y más, pueden absorber y actuar sobre el discurso de sus pacientes, incluso si tienen un tiempo limitado”, comentó.
Revelar todo al paciente
En la práctica, la medicina narrativa tiene diversas aplicaciones. Los modernos registros de salud electrónicos, con sus plantillas y secciones precargadas, pueden obstaculizar la posibilidad de que un médico tome notas significativas, indicó Gowda.
Pero los especialistas pueden contrarrestar eso escribiendo notas en un lenguaje que haga que las dificultades de un paciente cobren vida, señaló.
El plan de estudios de la escuela Kaiser Permanente incorporará la historia de un paciente diferente cada semana, para enmarcar el aprendizaje de los participantes.
“En lugar de, ‘Esta semana, aprenderán sobre el cáncer de estómago’, decimos ‘Esta semana, queremos que conozcan al Sr. Cárdenas’”, ejemplificó Gowda.
“Entonces aprendemos sobre quién es, cómo es su familia, su situación; cuáles son sus síntomas, sus preocupaciones. Queremos que los estudiantes conecten el conocimiento médico con la complejidad -y a veces también el desorden- de las historias y contextos de las personas”.
En preparación para la apertura de la facultad, Gowda y un colega han realizado almuerzos los viernes, enfocados en la atención plena (mindfulness) y la medicina narrativa, tanto para el profesorado como para el personal.
Las reuniones pueden incluir un examen colectivo y silencioso de una obra de arte, seguido de una discusión y la exposición de los sentimientos de cada uno, agregó la Dra. Marla Law Abrolat, pediatra de Permanente Medicine en San Bernardino y directora de los docentes de la nueva escuela.
“Los jóvenes se vuelcan a la medicina con ojos brillantes y quieren ayudar. Después, la educación médica tradicional les quita eso”, comentó Abrolat. “Queremos que recuerden las historias de los pacientes, que siempre serán parte de ellos cuando salgan de aquí”.
Stephanie Stephens escribe para Kaiser Health News un servicio editorial independiente de la California Health Care Foundation. KHN no está vinculado con Kaiser Permanente.
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