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Análisis de noticias: En su encuentro con el papa, el principal diplomático de Biden intentará ignorar el elefante en la sala

Pope Francis waves
Francisco llega a su audiencia general de la semana en el Vaticano, el miércoles pasado.
(Associated Press)

Cuando se reúna con el papa Francisco, el lunes, el máximo diplomático de Estados Unidos intentará evitar al elefante en la sala. El secretario de Estado, Antony J. Blinken, tiene la intención de hablar con el pontífice sobre los valores e ideas compartidos: la lucha contra el cambio climático, la trata de personas, la violencia y el racismo.

Pero en la mente de muchos involucrados hay una disputa enconada que enfrenta a Francisco contra un grupo de obispos católicos estadounidenses conservadores que quieren negar la participación plena en la iglesia al principal católico de Estados Unidos: el presidente Biden.

Liderados por el arzobispo de Los Ángeles, José H. Gómez, la mayoría de los obispos votaron a principios de este mes para promover un documento, aún en redacción, que podría negarle la Comunión al primer mandatario y a otros políticos católicos que apoyan los derechos reproductivos, incluido el derecho al aborto, en violación de la doctrina de la iglesia.

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Gómez, quien lanzó la iniciativa anti-Biden en enero, poco después de la toma de mando, afirmó que el presidente “se comprometió a seguir ciertas políticas que promoverían los males morales”.

El actual mandatario es solo el segundo católico romano elegido como presidente de Estados Unidos, después de John F. Kennedy, y es posiblemente uno de los más devotos de la historia. Asiste a la iglesia con regularidad, a veces los sábados y domingos, y ha incluido a sacerdotes o citado la Biblia en numerosos eventos públicos.

Francisco le dijo expresamente a la Conferencia de Obispos Católicos de EE.UU que aplazara el documento de la Comunión, alegando que se necesita más tiempo para examinar los temas. El grupo inicialmente ignoró al papa, pero desde entonces ha señalado que el texto no apuntaría explícitamente a los políticos.

Este no es un territorio en el que Blinken querría meterse.

“Estados Unidos y la Santa Sede disfrutan de un vínculo muy estrecho”, remarcó el subsecretario de Estado interino para Europa, Philip Reeker, en una sesión informativa antes del viaje del secretario, en la que evadió cuidadosamente las preguntas sobre la disputa con los obispos. “Y juntos buscamos soluciones pacíficas a una serie de crisis en todo el mundo”.

Señaló, además, que la red de diplomáticos y gente experimentada en cuestiones del Vaticano habla con sus pares de Estados Unidos y ha asumido un liderazgo particular en el movimiento del cambio climático. A Francisco se le llama a menudo el ‘papa verde’. “Su Santidad, Francisco, ha demostrado un liderazgo de larga data en el imperativo de abordar la crisis climática también, así que me gustaría subrayar eso”, enfatizó Reeker. “Ha hecho un llamado a los líderes políticos y a la sociedad civil para cuidar el medio ambiente. Trabajar junto con EE.UU y la Santa Sede es una oportunidad para elevar la ambición colectiva de los países y abordar la crisis climática aumentando e implementando los objetivos de reducción de emisiones”.

La última vez que un secretario de Estado de EE.UU visitó la Ciudad del Vaticano fue en septiembre de 2020. Francisco no concedió audiencia al entonces secretario de Estado, Michael R. Pompeo. Antes de su llegada, Pompeo eligió una revista estadounidense anti-Francisco para publicar su ensayo crítico del sumo pontífice, por sus tratos con China.

El Vaticano siempre prefirió manejarse con cuidado en lo que a China se refiere, priorizando la posibilidad de que la Iglesia católica funcione allí, lo cual ha significado evitar un desafío total al Partido Comunista Chino. Pompeo criticó esa posición; el equipo de Blinken no ha expresado públicamente una opinión.

La eucaristía es uno de los sacramentos más importantes de la Iglesia. A los católicos se les enseña que la hostia es el cuerpo de Cristo y el vino su sangre.

Al ex secretario de Estado y candidato presidencial John F. Kerry se le negó la comunión en algunas iglesias cuando recorrió Estados Unidos en giras de campaña. La parroquia de origen de Biden, en Delaware, le permite comulgar al mandatario, y el cardenal Wilton Gregory, arzobispo de Washington, D.C., ha dicho que no excluirá al presidente del rito.

Pero la Iglesia católica en Estados Unidos, tal como el resto del país, está profundamente dividida. Los obispos conservadores adoptaron una línea más partidista, argumentando que un líder que apoya el derecho al aborto, entre otras cuestiones, está “fuera de comunión” con la Iglesia y, por lo tanto, no debería participar en sus rituales más sagrados.

Los mismos obispos se hicieron de la vista gorda ante el desprecio de los valores religiosos por parte del ex presidente Trump porque favorecieron su voluntad de seguir una agenda social conservadora.

Aún así, es notable que los obispos estadounidenses ignoraran tan abiertamente la advertencia del papa Francisco. La Santa Sede les escribió diciendo que su documento sobre la comunión se convertiría en una “fuente de discordia y no de unidad”.

Francisco, nacido en Argentina, el primer papa de las Américas, proviene de una educación jesuita y tiene un pensamiento más liberal que sus predecesores recientes. El pontífice valora los problemas sociales como el cambio climático y la pobreza por encima de los “temas del dormitorio”, como el matrimonio homosexual, el aborto y la anticoncepción, que parecen preocupar a Gómez y a los conservadores estadounidenses.

Para Blinken, sin embargo, la no intervención puede ser la mejor política. “Creo que es prudente no planteárselo al papa”, afirmó el veterano comentarista del Vaticano, el padre Thomas Reese, jesuita como Francisco. “El tema de la eucaristía es entre los obispos y Biden, como católico. Que el gobierno le pida al papado que controle a los obispos es una pendiente resbaladiza, que llevaría a la interferencia del estado en la religión”.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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