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‘¿Vamos a elegir la supremacía blanca?’: votantes de color reaccionan a los comentarios de Trump en el debate

‘¿Vamos a elegir la supremacía blanca?’: votantes de color reaccionan
El presidente se negó a repudiar de manera clara a los grupos supremacistas blancos durante el debate con Joe Biden, y puede que incluso los haya alentado.
(Associated Press)

Cuando Derrick Dillard sintonizó su TV para ver el debate presidencial y escuchó las evasivas del presidente en el momento que se le pidió que condenara a los supremacistas blancos de extrema derecha, no se sorprendió.

Al escuchar a Trump decirles a los Proud Boys, un grupo extremista de derecha, que “se mantengan al margen”, este autor de libros motivacionales, de 49 años de edad, sintió que el mandatario simplemente había confirmado todo lo que está en juego en las elecciones de noviembre próximo.

“Eso es lo que hacen los supremacistas blancos para mantener el poder”, expresó Dillard, mientras caminaba por el histórico barrio Black West End de Atlanta, pasando por el frente de un restaurante caribeño, una tienda de trenzas y un puesto que vendía camisetas del movimiento Black Lives Matter. “Como afroamericanos, esto no es nada nuevo para nosotros. Es una expresión moderna de lo que ha estado sucediendo durante 400 años”.

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Derrick Dillard stands outside a storefront in Atlanta.
Derrick Dillard, de Atlanta, cree que el país se encuentra en un punto de inflexión: “O retrocedemos, o vamos a decir ‘basta’”.
(Jenny Jarvie / Los Angeles Times)

Cuando se le preguntó si condenaría a los grupos violentos de supremacistas blancos y les pediría que “se retiraran”, Trump respondió: “Proud Boys, retrocedan y manténganse al margen”, y afirmó que grupos de izquierda fueron responsables de gran parte de la violencia ocurrida este verano en ciudades de Oregón, Wisconsin y Minnesota.

“La pregunta es, ¿vamos a elegir la supremacía blanca o vamos a elegir la igualdad?”, añadió Dillard, quien creció en West Oakland y vive en Atlanta desde hace décadas. “Como estadounidenses, hemos visto lo suficiente para decidir en qué dirección queremos ir. O retrocedemos, o vamos a decir, ‘basta’”.

La actuación provocativa de Trump el martes, y su renuencia a tomar distancia de los extremistas de derecha, causaron conmoción en todo el país y a través de las redes sociales, donde surgió una avalancha de tuits por parte de estrellas de la NBA y raperos, activistas de derechos civiles y expertos políticos, así como de actores y actrices. Pero la reacción fue más ambivalente -y silenciosa- entre los votantes minoritarios en estados muy disputados, como Georgia y Carolina del Norte.

Más adelante en el debate, cuando se le preguntó al presidente si instaría a sus prosélitos a mantener la calma durante las elecciones y no participar en disturbios civiles, respondió: “Insto a mis partidarios a acudir a las urnas y observar con mucha atención, porque eso es lo que debe suceder”.

En las calles del suroeste de Atlanta, a unas cuadras del Morehouse College, alma mater del reverendo Martin Luther King Jr., algunos votantes negros se encogieron de hombros y expusieron que la postura de Trump sobre los supremacistas blancos y los grupos de extrema derecha es parte de un patrón, o que les preocupa más la economía y el coronavirus. Otros temían que las palabras del mandatario avivaran la violencia y redunden en la intimidación de los votantes.

Al salir de un salón de belleza ubicado en Ralph David Abernathy Boulevard, Akesha Smith, de 39 años, una técnica informática negra que fue despedida en marzo pasado, remarcó que no le importa demasiado lo que dijo Trump sobre los Proud Boys o los supremacistas blancos.

La mujer estaba más preocupada por escuchar lo que los candidatos tenían para decir sobre el coronavirus, mientras se las arregla con los beneficios del desempleo para cuidar a su madre discapacitada e intenta monitorear a su hijo de 14 años, quien ahora estudia en casa. La tía abuela de su hijo murió recientemente por COVID-19.

Smith votó por Hillary Clinton en 2016, pero no está segura de elegir ahora al candidato demócrata, el ex vicepresidente Joe Biden. Trata, agregó, de no preocuparse por cosas que no puede controlar. “No me he enfrentado a ese problema donde vivo”, comentó sobre los Proud Boys. “A pesar de lo que dijo Trump, y aunque todos se sientan de cierta manera, solo puedo concentrarme en lo que realmente importa”.

Sin embargo, algunos votantes negros en Atlanta interpretaron las palabras del presidente como un llamado a las armas y una señal de que no entregará el poder fácilmente en noviembre.

“Da miedo”, consideró Michael Young, de 47 años, mientras se ponía cómodo en una minivan Kia en el depósito de chatarra donde limpia autos y hablaba del desempeño de Trump con un grupo de hombres. “Si pierde, saldrá de allí por la fuerza”.

“Básicamente, va a comenzar una guerra racial”, coincidió Mike Brown, de 47 años, un jardinero que llevaba una mascarilla facial de Black Lives Matter, que le cubría la barbilla mientras caminaba de un lado a otro. “La gente va a venir y empezará a dispararnos. Si él sigue por el mismo camino, eso es lo que hará. Los está incitando”.

Craig McDaniel, de 50 años y encargado de un estacionamiento de autos cercano, asintió.

Craig McDaniel standing next to a car in Atlanta.
A Craig McDaniel, encargado de un estacionamiento de autos en Atlanta, el debate presidencial lo dejó “aterrorizado” de que la violencia pueda intensificarse.
(Jenny Jarvie / Los Angeles Times)

“Estoy aterrorizado”, aseguró.

Estos temores son particularmente fuertes en las áreas rurales del sur, donde ya existía preocupación por la intimidación de los votantes.

En Carolina del Norte, María Pulido, una administradora de datos de 27 años que vive en el pequeño pueblo de Siler City, donde creció después de que su familia emigrara de México, afirmó que después del debate, sintió que Trump había agregado combustible al fuego.

Su urgencia de que los seguidores acudan a las urnas, agregó, es “su manera de decir: ‘Salgan a las calles y traten de obtener ese voto o de disuadir a la gente de votar’”.

Janet Pulido, Maria Pulido and Alirio Estevez, from left, talk outside in Siler City, N.C.
María Pulido, en el centro, junto con su hermana Janet Pulido y Alirio Estévez registran votantes en Siler City, Carolina del Norte. Ella cree que Trump alentó a los partidarios, en el debate del martes, a acudir a las urnas para “disuadir a la gente de votar”.
(Jason Armond / Los Angeles Times)

A veces, dijo Pulido -quien se considera una “Latina sureña”- es incómodo para su familia votar, a pesar de que su pueblo de 8.200 habitantes es un 42% latino. Un año, cuando su primo se presentó a votar, le dijeron falsamente que ése no era su centro electoral. “Las veces que he votado, definitivamente sentí como si me estuvieran mirando fijo… Como si quisieran decir: ‘Fuera. No perteneces aquí’”, expresó. “Principalmente son blancos los que están ahí para votar, o los que trabajan en esos lugares”.

Su familia habló acerca de acudir a las urnas para apoyar a otros votantes latinos. “Ver una cara hispana te hace sentir que alguien parecido a ti está también allí; entonces no es tan intimidante”, agregó Pulido. “Queremos asegurarnos de que no se le diga a la gente que se vaya, y que sepan que pueden obviar esas miradas intimidatorias y entrar”.

Sin embargo, no todos los votantes latinos están preocupados. Después de ver a Trump y Biden pelear, Mauricio Vides, de 22 años, quien vive en Mebane, una pequeña ciudad a 45 millas al noroeste de Raleigh, pensó que el actual presidente había ganado el debate.

Vides, quien emigró a Estados Unidos desde El Salvador cuando tenía 10 años, trabaja en drenajes de lunes a viernes y como mesero en un restaurante mexicano los fines de semana. El joven cuestionó la idea de que Trump no criticó a los supremacistas blancos. “Mientras Chris Wallace le preguntaba, él repetidamente dijo: ‘Claro, sí, lo haré’. Pero lo interrumpían”. “Incluso criticó a los Proud Boys y les dijo que se aparten”, agregó. “Eso fue lo que más me llamó la atención del debate”.

Descartando la idea de una posible intimidación de votantes, Vides destacó que todos deberían sufragar en persona. “Creo que, en realidad, lo que Trump está tratando de decirnos es, díganle a la gente que despierte”, expresó. “El partido demócrata puede poner en peligro los resultados electorales. El presidente solo intenta que nuestros votos cuenten”.

En la Casa Blanca, el miércoles por la mañana, Trump intentó restar importancia a cualquier vínculo con los Proud Boys, un grupo que fue designado como de odio por el Southern Poverty Law Center. Sus seguidores —que no se consideran supremacistas blancos, sino más bien “patriotas occidentales” que defienden sin reparos los “valores occidentales”— han marchado con frecuencia junto a supremacistas blancos y nazis, y participado en enfrentamientos violentos durante actos políticos.

“No sé quiénes son los Proud Boys”, afirmó el presidente. “Quienesquiera que sean, deben retirarse. Dejemos que las fuerzas del orden hagan su trabajo”, señaló, y luego dio un giro para atacar a la izquierda.

En el programa de radio sindicado a nivel nacional “Keepin ‘It Real with Rev. Al Sharpton”, un oyente llamó el miércoles para decir que temía que el comentario de “mantenerse al margen” de Trump fuera un “código de activación” para los extremistas de derecha. “¿Va a haber intimidación en las urnas?”, se preguntó.

“Lo que me asusta es que él es el presidente”, agregó Sharpton. “Está a cargo de los militares; tiene los códigos nucleares. Que coquetee con los chicos malos es algo que no se puede desestimar fácilmente”.

Mientras tanto, un presentador de noticias y reportero del informativo del mediodía de Telemundo señaló que el comentario de Trump acerca de “mantenerse al margen” había generado respuestas de parte de la comunidad de los Proud Boys, incluido uno de sus líderes, quien dijo que esperarían la orden del presidente. “Qué barbaridad”, expresó el presentador, con un suspiro.

Algunos votantes de color que no sintonizaron el debate solo escucharon fragmentos a través de las redes sociales.

“Supe que Joe Biden le dijo a Donald Trump que se callara”, comentó Jay Williams, de 35 años, un trabajador de la construcción negro, mientras caminaba hacia Wadada, un mercado y una tienda de jugos propiedad de negros, para comprar su almuerzo. “Tal vez necesite callarse”.

A Williams no le molestó especialmente que el presidente se hubiera negado a condenar a los supremacistas blancos. “Donald Trump va a defender aquello en lo que cree”, reflexionó. “Estemos de acuerdo o no, él cree plenamente en ello. Diría que, en cierto modo, hay que reconocer que es admirable que se mantenga firme. Pero al mismo tiempo, es lo que es”, agregó, y se encogió de hombros. “La mayoría de los presidentes de Estados Unidos fueron supremacistas blancos”, prosiguió. “Solo que Trump es más honesto”.

Williams no está en contra del mandatario y le gustan algunos principios republicanos, como la libertad religiosa, el derecho a portar armas y el matrimonio tradicional.

En última instancia, dijo, no importa por quién votará. “Creo que todos son amigos”, remarcó sobre los candidatos presidenciales. “Al final del día, chocan los cinco, almuerzan juntos y dicen: ‘Oye, los hemos vuelto a engañar’”.

Shalafonte Walls carries beverages outside a store in Atlanta.
A Shalafonte Walls no le preocupa demasiado que el presidente Trump haya envalentonado a los extremistas de derecha, porque todo está fuera de su control. “Es lo que es”, reconoció.
(Jenny Jarvie / Los Angeles Times)

Shalafonte Walls, una emprendedora de 22 años originaria de Chicago, tampoco prestó atención al debate. Pero incluso antes de que éste finalizara, notó el bombardeo de videos y memes en Instagram, Facebook y Snapchat.

“Seguían hablando entre ellos de lo mismo”, dijo mientras tomaba un licuado de plátano en Wadada. “¡Nuestro país, parece tonto!”.

La joven planea votar por los demócratas en noviembre, no tanto gracias a Biden sino por su compañera de fórmula, la senadora de California Kamala Harris, la primera mujer negra en llegar a la boleta de un partido importante. A Walls no le preocupa que Trump intente envalentonar a los extremistas de derecha. “Es lo que es”, señaló. “Los dejaré hacer lo que tengan que hacer. Si no puedo controlarlo, no voy a estresarme demasiado por eso. Haré mi parte”.

Si el hombre más protegido de América puede infectarse, todos podemos hacerlo.

En Carolina del Norte, donde los votantes elegibles constituyen el segmento de más rápido crecimiento de la población latina y el 42% de los hispanos están registrados como demócratas -frente al 14% como republicanos- los organizadores ya estaban considerando realizar eventos llamados “fiesta en las urnas”, para ayudar a los latinos a sentirse bienvenidos.

Una protesta planeada en el condado de Henderson contra el programa federal 287 (g), la sección polémica de la Ley de Inmigración y Nacionalidad, de 1996, que permite a las fuerzas del orden locales colaborar con el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de EE.UU, fue cancelada en septiembre pasado, después de que los organizadores recibieran amenazas de muerte.

Las preocupaciones únicamente crecieron después del debate. “Lo que más tememos es que gente con banderas confederadas o armas intimiden a los negros y latinos, para impedir que voten”, reconoció Iliana Santillán, directora de “People Power”, de Poder NC Action. “Ya sabemos que las zonas rurales corren un mayor riesgo de sufrir ataques racistas, especialmente en las urnas”.

Jarvie reportó desde Atlanta y Mejía desde Los Ángeles. Melissa Gómez y Seema Mehta, reporteras de planta de Los Angeles Times, contribuyeron con este artículo desde Los Ángeles.

Para leer esta nota en inglés haga clic aquí

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