Ivanka Trump aporta ‘poder estelar’ al empoderamiento global de las mujeres, ¿pero las ayuda realmente?
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ASUNCION, Paraguay — Durante un viaje sudamericano de cinco días para promover el empoderamiento de las mujeres, Ivanka Trump fue recibida como una jefa de estado donde quiera que fuera.
En lujosos banquetes en su honor, fue celebrada por los presidentes de Colombia y Paraguay. La gente seguía su caravana con las cámaras de sus celulares, mientras ella era recibida con bandas militares y alfombras rojas. Para transportar a Trump y a una delegación de altos funcionarios, se envió un avión de la Fuerza Aérea de EE.UU. La hija y el asesor formal del presidente superaron en rango diplomático a todos ellos, incluido el subsecretario de Estado.
Las iniciativas estadounidenses para ayudar a las mujeres pobres y privadas de sus derechos en todo el mundo no son nuevas; por lo general implican un trabajo de base que genera poca atención. Raramente han involucrado adornos diplomáticos, ropa de diseñador y protección del Servicio Secreto de EE.UU, todo lo cual Ivanka Trump aporta a su proyecto favorito, que ya lleva un total de $1.000 millones en dinero de contribuyentes y corporaciones privadas, destinado a capacitar y proporcionar créditos a propietarias de pequeñas empresas alrededor del mundo.
El viaje sudamericano renovó las preguntas sobre el papel inusual de Ivanka Trump como primera hija privilegiada, y la efectividad de su campaña de empoderamiento en una administración que algunos ven como hostil a los problemas de las mujeres.
Desde que se unió al gobierno de su padre, Ivanka Trump ha pugnado por encontrar su nicho en una Casa Blanca decididamente más conservadora que ella. Ayudar a las mujeres de todo el mundo puede haber parecido un refugio seguro y prácticamente apolítico.
Ivanka Trump lanzó la Iniciativa de Desarrollo Global y Prosperidad de las Mujeres, un programa que promoverá esta semana en la Asamblea General de la ONU, en Nueva York. También viajó a Costa de Marfil a principios de este año para ayudar a impulsar una ley que permita a las mujeres poseer propiedades. En Estados Unidos, inició un programa de creación de empleo.
Sin duda, su alto perfil, su encanto personal y su famoso padre han llamado mucho la atención sobre la causa, tanto de los medios como de los gobiernos extranjeros, cuyos líderes difícilmente ignorarían a la hija del presidente de EE.UU.
El segundo funcionario en el Departamento de Estado, el subsecretario John Sullivan, consideró que su “poder de estrella” y su conocimiento de políticas son una combinación poderosa. “Ella es una funcionaria de la Casa Blanca que habla con gran autoridad sobre las políticas del primer mandatario”, afirmó.
Pero la joven de 37 años, que no tiene experiencia previa en dirigir un programa humanitario tan masivo, hasta ahora no logró ganarse a quienes se preguntan si su trabajo es un proyecto de vanidad para promover sus ambiciones personales o un verdadero compromiso para ayudar a las mujeres privadas de sus derechos. Algunos sostienen que su labor evita en gran medida tocar cuestiones delicadas pero críticas, como la atención médica, los derechos reproductivos y la violencia contra las mujeres.
“Ivanka en el extranjero parece ser su ideal platónico de sí misma: hacer cosas que se consideran patrióticas pero no demasiado políticas, importantes pero no polémicas y personales para su ‘marca’”, escribió la periodista Monica Hesse en una columna mordaz en el Washington Post.
Para Richard Painter, un ex abogado de ética en la administración de George W. Bush y muy crítico con el presidente Trump, el principal problema es si su nombramiento como asesora especial es incluso apropiado en primer término. El Departamento de Justicia afirmó que contratarla no violaba las normas contra el nepotismo.
“Es extremadamente inusual”, remarcó Painter. “¿Cuál es nuestra imagen en el extranjero cuando la hija del presidente maneja el tipo de agenda que siempre ha tenido la primera dama, desde Eleanor Roosevelt?”.
A veces, Ivanka ha tenido que luchar por un lugar en el escenario mundial o confiar en las conexiones de su padre.
A principios de este año, intentó incómodamente unirse a una conversación lateral en la cumbre del G-20 en Japón con la entonces primera ministra británica Theresa May, la presidenta del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, y el presidente francés, Emmanuel Macron, en la cual lució vergonzosamente fuera de su elemento.
Su padre con frecuencia le echa una mano, a veces presentándola en viajes al extranjero como en igualdad de condiciones con el secretario de Estado estadounidense, Michael R. Pompeo, algo que genera dudas sobre su estado y sus aspiraciones.
Además, algunos de sus logros han sido cuestionados. Por ejemplo, los críticos señalaron que la ley de Costa de Marfil que permitía a las mujeres poseer propiedades ya estaba en proceso mucho antes de su visita, y que la misma medida también prohibía efectivamente el casamiento entre personas del mismo sexo al definir el matrimonio como una unión entre un hombre y una mujer.
Ante los periodistas en América del Sur, Ivanka Trump evitó hablar de política para centrarse en las historias de las mujeres.
“Estamos aquí para confirmar nuestro compromiso con... algunas increíbles mujeres empresarias”, señaló en Bogotá, su primera parada en el viaje. “Nos enorgullece desempeñar un pequeño papel con las mujeres que construyen sus familias, sus negocios y, en última instancia, sus sociedades”.
En Asunción, la capital paraguaya, Ivanka Trump se unió al presidente Mario Abdo Benítez para disfrutar de un suntuoso almuerzo, con champán para el brindis.
Ivanka escuchó historias de mujeres paraguayas, en su mayoría en lengua indígena guaraní, sobre sus dificultades para iniciar negocios. También visitó una cafetería dirigida por mujeres, donde se recibe a miembros de la comunidad gay. Allí sonrió cortésmente y dijo que la tienda era, de hecho, un “lugar especial”.
En paradas en las remotas ciudades rurales de Jujuy y Purmamarca, en el norte de Argentina, y en la capital colombiana de Bogotá, la agenda fue similar. La cena formal con el presidente colombiano, Iván Duque, fue equilibrada con una charla con costureras y panaderos argentinos. En escolta de SUV blindados, Ivanka Trump también fue a una granja de fresas, a una hora de las afueras de Bogotá, propiedad de un equipo de madre e hija que se benefició de un préstamo de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional y que ahora provee a una cadena nacional de restaurantes llamada Crepes & Waffles. A diferencia de su padre, Trump se mostró amable y amigable en la travesía. Sus actividades fueron cuidadosamente coreografiadas y sus ayudantes, ferozmente protectores. Ella es firme en el mensaje, y prefiere las fotografías a los debates políticos. Pero también estuvo dispuesta a reírse de sí misma, como cuando parte de su vestido verde de diseñador, en Bogotá, voló alrededor de su cara debido al viento, haciéndola parecer un nenúfar gigante; o para relajarse y soltarse el cabello cuando una vendedora del mercado en Asunción la tomó y comenzó a bailar una canción clásica paraguaya.
En la parte más emotiva del viaje, Ivanka Trump viajó a la frontera de Colombia con Venezuela, a la ciudad de Cúcuta, donde se congregan decenas de miles de venezolanos que huyen de la pobreza, la violencia y las dificultades de su tierra natal. La administración Trump apoya el derrocamiento del presidente socialista de Venezuela, Nicolás Maduro. En un campamento de migrantes para mujeres y niños, Ivanka abrazó a varias madres que contaron historias desgarradoras de escape.
Andry Rodríguez, un niño de 12 años en silla de ruedas, con las piernas tan delgadas como varillas, le dijo a Ivanka Trump que quería ser veterinario y que extrañaba al perro que tuvo que dejar en Venezuela. Su madre, Wendy Quevedo, empujó la silla de ruedas a través de Venezuela durante una semana para llegar a Cúcuta. El relato claramente la conmovió, puesto que lo repitió varias veces durante todo el viaje.
Pero esto también generó críticas para la visitante: ¿Cómo podía mostrar simpatía por estos inmigrantes pero no hablar en contra de las políticas de su padre, que niegan asilo o refugio a personas similares en la frontera de Estados Unidos?
“Los migrantes son iguales en todas partes... personas que han perdido la esperanza”, consideró Jan Egeland, secretario general del Consejo Noruego para los Refugiados. “No sé si es hipocresía... pero es irracional y contraproducente”.
Painter, el abogado, agregó: “Esto fue puramente relaciones públicas; tratar de poner una cara humanitaria en la administración Trump, pasando por alto [las políticas]. Esto no va a cambiar las políticas”.
Hablando más tarde con dos reporteros que la acompañaron en el viaje, Ivanka Trump señaló que la diferencia es que los venezolanos quieren regresar a su país, no a Estados Unidos.
Para el proyecto de empoderamiento, Ivanka Trump tiene la capacidad de alinear recursos como sólo la hija de un presidente puede hacerlo. Su delegación incluyó a Sullivan, el jefe de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional y presidente interino de Overseas Private Investment Corp., el brazo financiero del gobierno federal. Trump lo llama un “enfoque de todo el gobierno”, que es raro para tales proyectos y debería acrecentar sus posibilidades de éxito.
Pero los críticos consideran que cualquier enfoque integral para el empoderamiento de las mujeres también debe abordar los obstáculos fundamentales de los sistemas de salud y reproductivos. Trabajando dentro de una administración que se niega a financiar agencias globales que incluso mencionen el aborto, Ivanka Trump ha aceptado en gran medida las políticas, en lugar de desafiarlas. Sus tres “pilares” para el empoderamiento de las mujeres no mencionan la salud, los derechos reproductivos ni la violencia contra ellas, lo cual es endémico en América Latina.
En cambio, se enfoca en la política económica, con la esperanza de poder reunir apoyo bipartidista en Washington y producir resultados concretos en lugar de luchas políticas. Su equipo señala que otras agencias estadounidenses pueden abordar los temas de salud.
Pero Beirne Roose-Snyder, directora de políticas del Centro para la Salud y la Equidad de Género, una organización que aboga por las mujeres y la comunidad LGBTQ, afirmó que omitir la salud en las discusiones sobre el empoderamiento económico es un “agujero enorme”. ¿Esto será un buen trabajo que tiene mucho “equipaje [político]” por estar asociado con Ivanka Trump?, se preguntó Roose-Snyder sobre la iniciativa. “¿O ella [desacreditará la causa] en una administración que es sistemáticamente hostil con las mujeres?”
Otros sugirieron que los esfuerzos de Ivanka Trump se emplean para blanquear el historial del gobierno sobre las mujeres y los derechos humanos.
“La pregunta es cómo se conjuga esto con las otras acciones de la administración”, expuso Melanne Verveer, directora ejecutiva del Instituto de Mujeres, Paz y Seguridad de la Universidad de Georgetown y ex embajadora de asuntos de la mujer durante el gobierno de Obama y en las Naciones Unidas. “Lo están haciendo al mismo tiempo que proponen recortes para el presupuesto de desarrollo, para la salud de las mujeres, para Centroamérica, incluso para el cambio climático, algo que afecta que las mujeres puedan cultivar sus tierras”, dijo. “Todo está relacionado. ¿Cómo encaja esto en el compromiso general de la administración con el empoderamiento de las mujeres?”.
Wilkinson trabajó recientemente desde América del Sur.
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