Columna: Fracasó la destitución de Kevin De León. ¿Tiene trazado un camino de regreso?
Kevin De León sigue siendo un paria en los pasillos del poder en Los Ángeles, pero ese estatus podría no ser permanente.
Sus problemas empezaron cuando un audio filtrado lo expuso a él y a otros concejales latinos en una conversación sobre la redistribución de distritos que contenía comentarios racistas y divisivos. Se negó a dimitir a pesar de los clamores que pedían su renuncia. Ahora, podría ser reelegido en 2024.
Recientemente, un intento de destituirlo no logró reunir suficientes firmas, aunque no es una sorpresa, dado que la mayoría de los intentos de destitución fracasan. Sin embargo, la noticia de la destitución plantea interrogantes sobre su futuro. ¿Se les escapó algo a los expertos que predijeron la muerte de la carrera política de De León?
Una encuesta de Los Angeles Times en enero mostró que mientras que el 51% de los votantes en su distrito querían que dimitiera, esa cifra era menor entre los votantes latinos, con un 43%. El 64% de los votantes blancos de su distrito querían que se fuera.
Opinion Columnist
Jean Guerrero
Jean Guerrero is the author, most recently, of “Hatemonger: Stephen Miller, Donald Trump and the White Nationalist Agenda.”
Algunos de sus electores latinos me han dicho que creen que su historial de buenas acciones compensa la torpeza de sus comentarios y los silencios en la conversación a puerta cerrada, que incluyeron la comparación de un niño negro con un accesorio de lujo y cosas por el estilo.
En los últimos días, muchos líderes negros se han pronunciado en apoyo del exconcejal Mark Ridley-Thomas, quien se declaró culpable de cargos federales de corrupción. Muchos resaltaron el historial de logros de Ridley-Thomas. Tras el veredicto, la alcaldesa Karen Bass lo calificó de “día triste para Los Ángeles”, añadiendo que se sentía triste “personalmente”. El contraste con el trato dado a De León es marcado.
De León, que no cometió ningún delito, no ha tenido muchos líderes latinos que lo defiendan. Ha habido condenas de líderes de todos los orígenes y hasta se le ha calificado de “racista violento”.
De León se quejó del poder político negro en la cinta y agravó las tensiones raciales de la ciudad al negarse a dimitir. No hay duda de que, en privado, es culpable de la política latina del agravio. Pero en un mundo en el que los latinos siguen estando infrarrepresentados en la política, ¿eso le convierte en racista?
“Vuelve atrás y mira mi historial”, me dijo De León en una conversación telefónica el miércoles. “Es el reflejo de lo que soy. Esos son mis valores. Esos son mis principios”.
Las buenas acciones no anulan las malas, como algunos dicen en el caso de Ridley-Thomas. Pero ¿deberían sopesarse los hechos de De León frente a sus palabras?
De León evitó más deportaciones que quizá ningún otro político, patrocinando un proyecto de ley que convirtió a California en estado santuario. Durante un tiempo, fue calificado como el principal guerrero de la resistencia contra Trump.
Eso no significa que merezca seguir en el Ayuntamiento. Pero me pregunto si la rapidez con la que muchos líderes exigieron su renuncia dice tanto sobre la apatía bipartidista hacia los temas que defendió.
Claro que está resentido. Dolores Huerta, icono sindical, le ha llamado “matón”. Pero también es cierto que ha luchado más que nadie por los indocumentados.
También lucha por los demás. A menudo ha apoyado o nombrado a líderes negros por encima de los latinos. En la Legislatura estatal, codirigió un proyecto de ley para pedir perdón por los crímenes contra los inmigrantes chinos. Desempeñó un papel clave en la reducción de la brecha racial en el ahorro para la jubilación, siendo autor del primer proyecto de ley estatal de ahorro para la jubilación e inspirando a otros. Redactó el proyecto de ley para que las empresas eléctricas de California estén libres de carbono en 2045, lo que le convierte en “un héroe anónimo” del movimiento por la energía limpia. Ha sido reconocido como un líder de los derechos de la mujer, patrocinando un proyecto de ley histórico para exigir a los colegios y universidades estatales que aborden la violencia sexual en los campus.
Pero pocos recuerdan esos logros. Y debido a la filtración del audio, puede haber perdido su capacidad para crear coaliciones multirraciales.
“El lenguaje que utilizó fue tan hiriente que no creo que sea la mejor persona para liderar ningún movimiento”, me dijo Rolando Cruz, residente de Boyle Heights. “Si sólo fuera a centrarse en las causas latinas, seguro, pero esa ya no es la sociedad en la que vivimos”.
Es el talón de Aquiles de De León: Aunque sus políticas benefician a personas de todos los orígenes, él se ve a sí mismo como un líder aguerrido que representa, por encima de todo, a los latinos. Un anuncio titulado “Nuestro tiempo” de su fallida carrera de 2018 contra la senadora Dianne Feinstein expone esta visión. Ataca a Feinstein y a Trump por golpear a los inmigrantes y tiene una escena de una madre soltera, ama de casa como la mamá de De León, llevada por agentes de inmigración. “Esta es nuestra historia”, dice De León. “Es hora de levantarse y contraatacar”.
Está hablando a los latinos, con un coraje que entienden profundamente las personas de familias de estatus mixto. Aunque todos los estadounidenses se benefician del trabajo de los indocumentados, pocos los consideran una prioridad. Justamente o no, esto puede haber limitado su atractivo.
La próxima oportunidad para desbancar a De León será en 2024. El asambleísta Miguel Santiago (demócrata de Los Ángeles) anunció el viernes que lo iba a desafiar.
Mientras tanto, algunos líderes dicen que De León no debe ser marginado. “Es tiempo de sanar, es tiempo de recordar que al final del día, todos somos humanos y todos cometemos errores y él no cometió ningún acto criminal”, me dijo Lydia Camarillo, presidenta del Proyecto de Registro de Votantes del Suroeste.
Sus detractores ven la fallida destitución como una lección. Cruz, residente de Boyle Heights, comparó a De León con un boxeador experimentado que utiliza su astucia para superar a púgiles más fuertes y jóvenes. Mientras los críticos gritaban y maldecían, De León ayudaba a los ancianos de su distrito, ganándose simpatías.
Cruz cree que los activistas deberían replicar la energía de la marcha que la comunidad oaxaqueña protagonizó en octubre tras estallar el escándalo.
Los líderes indígenas fueron algunos de los muchos que exigieron la dimisión de De León. Puede que la forma más eficaz de desbancarle sea superar la política de agravios que representa y liderar con buena voluntad.
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