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Seguimos a 26 veteranos para averiguar por qué hay tantos sin vivienda

A female veteran moves her skeleton decoration as an encampment is broken up.
Las autoridades desmantelaron un campamento de veteranos fuera del campus de Asuntos para Veteranos del Oeste de Los Ángeles la semana pasada, y trasladaron a 40 veteranos a tiendas de campaña detrás de las puertas de las instalaciones de Asuntos para Veteranos, un paso mínimo hacia adelante.
(Al Seib / Los Angeles Times)

Cuando el campamento denominado Veterans Row fue desalojado la semana pasada, decenas de carpas, lonas y banderas desaparecieron de San Vicente Boulevard. Pero trasladar a unas 40 personas al recinto de Asuntos para Veteranos del Oeste de Los Ángeles es un paso mínimo hacia adelante: Se estima que 3,900 veteranos se encuentran sin vivienda en la ciudad.

Ese número, que se ha mantenido esencialmente sin cambios desde 2015, convierte a Los Ángeles en el epicentro de los veteranos en situación de calle en Estados Unidos. Continúa siendo el caso después de años de promesas, como la promesa de 2014 del alcalde Eric Garcetti de poner fin a la falta de vivienda de los veteranos o el plan maestro de 2016 para crear 1,200 unidades de vivienda de apoyo en los terrenos de Asuntos para Veteranos, lo cual está incompleto en un 95% y podría no estar listo hasta 2031.

Otras regiones no se han estancado tanto. A nivel nacional, la población de veteranos sin hogar se redujo casi a la mitad entre 2009 y 2019. Tres estados (Connecticut, Delaware, así como Maryland) y 82 comunidades informan haber eliminado funcionalmente el problema, lo que significa que una solución de vivienda permanente suele estar disponible para los veteranos dentro de 90 días.

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Es cierto que ninguno de esos lugares se enfrenta a la falta de vivienda generalizada y aguda que afecta a Los Ángeles. Aun así, la ciudad tiene el centro médico para veteranos más grande del país. Existen programas federales de vivienda exclusivamente para veteranos. Entonces, ¿por qué Los Ángeles no ha podido hacer una marca en el tema?

Para averiguarlo, dirigí a un grupo de investigadores que siguió a 26 veteranos sin refugio a partir de agosto de 2019. Los entrevistamos mensualmente durante un año para ver qué impedía a los veteranos obtener un lugar permanente para vivir.

Asegurar una vivienda fue la máxima prioridad declarada por la mayoría en nuestro estudio, por lo que el problema no fue que los veteranos eligieran la falta de un hogar. Algunos se pusieron en contacto con programas destinados a ayudarlos, pero la vivienda permanente no se materializó.

Richard, quien había sido mecánico de aviones en la Fuerza Aérea, tenía 56 años y vivía junto a la puerta del recinto de Asuntos para Veteranos del Oeste de Los Ángeles cuando lo conocimos. “Cada vez que alguien dice que puede hacerlo, no lo hace. Así que ni siquiera me hago ilusiones”, nos comentó. Otros indicaron que habían “terminado de luchar contra el sistema” o pensaron que se necesitaría “un milagro”.

Solo tres de los 26 veteranos que seguimos obtuvieron una vivienda permanente durante los siguientes 12 meses. Nueve nunca llegaron a alojarse en interiores durante más de dos semanas. Quince se instalaron en viviendas temporales en algún momento, incluidos cinco en habitaciones de hotel a través del Project Roomkey, un programa de emergencia por la pandemia.

Estaba claro que los programas de extensión de Asuntos para Veteranos se quedaron cortos. Todos los hombres y mujeres que reclutamos para nuestro estudio se encontraban a poca distancia a pie, o a un corto trayecto en autobús, del recinto del Oeste de Los Ángeles, pero dos tercios recibían asistencia de proveedores de servicios ajenos a Asuntos para Veteranos o no recibían ayuda alguna. Si bien la institución gubernamental opera un Centro de Bienvenida en el campus y organiza eventos en todo el condado, los veteranos con los que hablamos indicaron que esos programas no brindan un camino claro hacia la vivienda.

“Estoy tan sorprendida de que no haya camionetas que vengan y ofrezcan servicio de transporte [a Asuntos para Veteranos]”, nos señaló Shandra, veterana de la Fuera Aérea y, en ese entonces, de 42 años, a principios de 2020. “Me sorprende que no haya gente que esté dispuesta a reunirse con usted para ayudarle a navegar a través de algunas de estas difíciles llamadas telefónicas y papeleo”.

Cuando comenzó nuestro estudio, el equipo de extensión para personas sin hogar de Asuntos para Veteranos estaba formado por cinco personas responsables no solo de todo el condado de Los Ángeles, sino también de zonas pertenecientes a los condados adyacentes. No tenían experiencia médica o de salud conductual. No llevaban tecnología móvil que pudiera, por ejemplo, confirmar la condición de veterano de una persona. Los equipos de extensión dirigidos por organizaciones sin fines de lucro eran mucho más numerosos, pero no conectaban a las personas con los servicios de Asuntos para Veteranos.

El tipo de vivienda ofrecida era a veces un obstáculo. Algunos veteranos rechazaron refugios que consideraban inseguros o que no podían acomodar a sus familias. Otros violaron las reglas, como los toques de queda o la sobriedad, y regresaron a las calles en bicicleta. Uno no cumplió con el toque de queda en un hotel de Project Roomkey después de que concluyó nuestro estudio; terminó de nuevo en las calles, viviendo en una camioneta.

Impulsar a los veteranos para que aborden los problemas de salud mental, empleo o uso de sustancias antes de que obtengan una vivienda permanente es contrario a la filosofía de “vivienda primero” declarada por Asuntos para Veteranos. Sin embargo, un veterano que vivía en su automóvil indicó que después de una recaída en el uso de drogas fue expulsado de un programa de tratamiento residencial en el campus de Asuntos para Veteranos. Otros veteranos se quejaron de que les señalaran que era necesario “hacer más esfuerzo” para ser elegibles para algo permanente.

Es fácil pensar que cualquiera que viva en un vehículo o casa de campaña aceptaría cualquier vivienda que se le ofrezca, pero rara vez es tan simple. El esposo de Shandra había inmigrado ilegalmente; desconfiaban de los refugios que exigían mucha información. Ralph, un veterano de la Marina que tenía 51 años, prefería quedarse cerca de una biblioteca en Hollywood a un programa de vivienda a corto plazo en Skid Row, en parte debido a su trastorno de estrés postraumático. “El nivel de ruido, el nivel de energía, la aplicación constante de la ley, los paramédicos, los helicópteros, eso es demasiado abrumador para mí”, explicó. “No deberían albergar a veteranos en Skid Row”.

La escasez de apartamentos asequibles en Los Ángeles hizo que los vales de alquiler de Asuntos para Veteranos fueran difíciles de usar en el mercado de la vivienda privada. Reggie, un veterano del ejército, tenía 48 años y estaba sin hogar por primera vez cuando lo conocimos. Recibió un cupón, pero no pudo encontrar un propietario que lo aceptara dentro del límite de tiempo de 120 días. Su bono venció.

En una encuesta reciente, el 87% de los adultos estadounidenses señalaron que se debería hacer más para apoyar a los veteranos de Estados Unidos. Un porcentaje similar puntualizó que pagaría impuestos adicionales para que esto sucediera. La aprobación local de la Proposición HHH y la Medida H también refleja la profundidad de este sentimiento. Además, el gobernador Gavin Newsom planea invertir $7.3 mil millones el próximo año para abordar la crisis de las personas en situación de calle en el estado.

Por lo tanto, el problema central de hoy no es la escasez de dinero o la voluntad pública, es que Asuntos para Veteranos y otras organizaciones hacen poco para identificar a los veteranos vulnerables, no realizan un seguimiento o no se coordinan de manera efectiva, y tienen muy pocas viviendas que ofrecer. Al final, los veteranos se vuelven indistinguibles de las decenas de miles de otras personas desamparadas en el condado y nadie es responsable de su cuidado.

El mes pasado, cuando se hicieron planes para desmantelar Veterans Row, el secretario de Asuntos para Veteranos de Estados Unidos, Denis McDonough, se comprometió a albergar a 500 más de los veteranos desamparados de Los Ángeles para fines de este año. Esperemos que tenga éxito. Pero incluso si lo hace, todavía habrá más de 3,000 veteranos locales esperando un hogar.

Sarah B. Hunter es una científica del comportamiento en la organización no partidista Rand Corp., y directora de su Centro de Vivienda y Personas sin Hogar en Los Ángeles.

Si quiere leer este artículo en inglés, haga clic aquí.

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