Cartas al editor: ¿Cuánto daño le hizo Trump al país? Basta con mirar a los policías del LAPD que se niegan a vacunarse
Los agentes de policía que comentan tonterías sobre las vacunas COVID-19 no merecen ninguna consideración por parte de un público que todavía está inmerso en una pandemia.
Al editor: Estoy más que enojada con todos los artículos que leo sobre los antivacunas. El precioso tiempo que se ha desperdiciado consintiendo a estas personas dio por resultado la trágica consecuencia de estadounidenses muertos (‘I will not comply’: LAPD officer says he’ll lose job rather than comply with vaccine mandate’ -‘No cumpliré’: el oficial de LAPD dice que prefiere perder el trabajo en lugar de acatar el mandato de la vacuna’, artículo del 5 de noviembre).
La pregunta para ellos debería ser: ¿Cuál es la verdadera razón por la que no quieren vacunarse? La verdad es que no tienen respuesta. Es como si realmente quisieran prolongar la pandemia.
Un ejemplo perfecto es el oficial del Departamento de Policía de Los Ángeles que afirmó en Instagram que prefería perder su trabajo antes de cumplir con el mandato de la ciudad sobre la inoculación contra el COVID-19. Él, y otros con la misma ideología, no merecen la más mínima consideración.
Añoro los días en que los ciudadanos entendían los conceptos de salud pública, bien común y responsabilidad básica. ¿Qué le ha pasado a nuestra sociedad? Creo que la respuesta es simple: la venenosa presidencia de Donald Trump, una tragedia de inmensas proporciones que llevará años -posiblemente generaciones- reparar.
Más de 750.000 estadounidenses han muerto a causa de COVID-19 y la resistencia a las vacunas continúa. Somos una sociedad triste.
Tracey Pomerance-Poirier, Chatsworth
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Al editor: Este oficial alega todo tipo de razones por las que el mandato de la vacuna es ilegal e innecesario.
Por supuesto que está equivocado. El virus es extremadamente contagioso, causa una neumonía a menudo fatal en las víctimas y ha provocado más de 750.000 muertes solo en nuestro país, además de una disminución en la esperanza de vida de los estadounidenses.
La única certeza es que las vacunas fueron rigurosamente probadas y se ha demostrado que reducen las infecciones. En las pocas personas que se contagian después de vacunarse, la enfermedad rara vez requiere de tratamiento hospitalario o causa la muerte.
Las pruebas a favor de la vacunación son abrumadoras, al igual que la evidencia de que las consecuencias adversas de la inyección son extremadamente raras, mucho más inusuales que las de la enfermedad viral. ¿Qué más demostración necesitamos?
El lema del Departamento de Policía de Los Ángeles es “Proteger y servir”. ¿Cómo se protege y sirve negándose a inocularse por razones falsas?
Donald Broder, MD, Studio City
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Al editor: El uso de la palabra “libertad” como excusa para burlar el bienestar y la salud de otros ciudadanos es espantoso. Muchos de derecha ahora emplean ese término y pervierten su significado.
Necesitan comprender su verdadera definición, como se explica en la Constitución francesa de 1793. Cito del artículo sexto: “La libertad es el poder que pertenece al hombre para hacer todo lo que no dañe los derechos de los demás: su principio es la naturaleza; su regla, la justicia; su salvaguardia, la ley; sus límites morales están en esta máxima: no le hagas a otro lo que no te harías a ti”.
Yo sostengo que los hombres y mujeres que usan esa palabra para justificar su mal comportamiento alteran su verdadero significado.
Richard Marcus, Los Ángeles
Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.
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