Pence aborda con el Vaticano la crisis de Nicaragua y alaba rol de la Iglesia
Washington — El vicepresidente, Mike Pence, telefoneó hoy al secretario de Estado vaticano, el cardenal Pietro Parolin, para discutir “la preocupación mutua” sobre la crisis que atraviesa Nicaragua, y alabó el papel de mediación de la Iglesia católica en el conflicto.
Pence “reconoció el liderazgo de la Iglesia Católica y los llamamientos del Papa para la mediación y el proceso de diálogo nacional realizado a principios de este año” y, particularmente, “el sacrificio personal” del clero en Nicaragua, indicó la Casa Blanca en un comunicado.
El vicepresidente subrayó el esfuerzo de la Iglesia nicaragüense para “proteger los derechos humanos, defender la libertad religiosa y promover las negociaciones de buena fe” entre la sociedad civil y el Gobierno del presidente de Nicaragua, Daniel Ortega.
Pence y Parolin “condenaron la violencia que se ha cobrado cientos de vidas y que cada vez está más dirigida contra la Iglesia, y reafirmaron su apoyo a la Conferencia Episcopal Nicaragüense y a toda la comunidad de fe que se ha mantenido firme en defensa de los derechos humanos, la democracia y la libertad”, concluyó la nota.
Precisamente hoy, la Iglesia católica de Nicaragua informó de que está desarrollando gestiones para que se retome el diálogo entre el Gobierno de Ortega y la oposición, con el fin de apoyar un grupo de trabajo de doce países creado ayer por la Organización de Estados Americanos (OEA) para buscar soluciones a la crisis.
“Estamos haciendo las gestiones para retomar el diálogo” suspendido desde finales de junio, dijo el cardenal nicaragüense Leopoldo Brenes.
El diálogo, cuyos mediadores y testigos son los obispos de la Conferencia Episcopal de Nicaragua, se instaló a mediados de mayo pasado, pero se ha desarrollado de forma intermitente y permanece suspendido desde el pasado 25 de junio, cuando celebró su última sesión.
Nicaragua atraviesa la crisis más sangrienta desde la década de 1980, también con Ortega como presidente, y que ha dejado entre 317 y 448 muertos, según varios organismos humanitarios, cifra que el propio Ejecutivo calculó el martes pasado en 197.
Las protestas comenzaron el pasado 18 de abril por unas fallidas reformas a la seguridad social y se convirtieron en un reclamo que pide la renuncia de Ortega, después de once años en el poder, con acusaciones de abuso y corrupción en su contra.