Frenar el crecimiento poblacional, vital para preservar el patrimonio natural
México — La cifra descomunal de humanos que habitan el planeta y que cada día se eleva más tiene un impacto ambiental grave; por ello, frenar el crecimiento poblacional resulta vital para preservar el patrimonio natural, señala a Efe el ecólogo Gerardo Ceballos.
El director del Instituto de Ecología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) sostiene que “si no hacemos algo fundamental en relación con la población, no habrá manera que podamos revertir el gran deterioro ambiental que estamos viviendo”.
La huella ecológica global va en crecimiento a medida que el ser humano se reproduce, afirma el especialista. Sin embargo, pese a la necesidad de desacelerar el crecimiento poblacional, de las grandes corrientes económicas actuales “ninguna habla de la población como un problema”.
“El tema ambiental se toma como una de las externalidades y se maneja la economía mundial como si los recursos fueran infinitos, y eso tiene que cambiar”, asevera.
De acuerdo con el sitio web del “Population Clock”, una cuenta en tiempo real del número de personas que nacen y mueren en el mundo, actualmente hay 7.480 millones de personas, siendo China e India los países más poblados.
Este reloj indica el nacimiento de un ser humano cada ocho segundos y una muerte cada doce, lo que se traduce en que por cada diez muertes nacen quince personas.
Según cuenta Ceballos, paradójicamente, hace unas décadas había en México un número mayor de eslóganes ingeniosos que ayudaban a crear conciencia sobre el problema de la sobrepoblación.
“Gota a gota el agua se agota, hay que poner la basura en su lugar, la familia pequeña vive mejor”, rememora, apuntando que esas campañas oficiales tuvieron un gran impacto. Sin embargo, se abandonaron.
En su opinión, este tipo de campañas publicitarias deben volver, “pero el país debe tener una política pública de población” para “no seguir creciendo sin ton ni son”.
En esta línea, el doctor en ciencias recuerda que en la década de los setenta, con la mitad de la población actual, “la gente estaba bien preocupada por el tamaño de la humanidad”.
México y Nigeria, menciona, fueron países que a la mitad del siglo XX crecieron mucho en población a nivel relativo, pero a raíz de esas campañas comenzaron a estabilizarse.
El crecimiento poblacional está conectado con otro problema ambiental de extrema gravedad, el de la extinción de especies.
Actualmente, las tasas de desaparición de especies son 280 veces mayores a las que se daban en la era preindustrial, según el ecólogo, que ve en monetizar la conservación una gran oportunidad.
“Hay que encontrar mecanismos, políticas públicas, e incidir para la generación de riqueza a los pobladores”, apunta, para agregar que “debemos entender como humanidad que nos convienen ese tipo de proyectos para detener los procesos de extinción y atacar el cambio climático”.
El experto estuvo hace poco en Sumatra (Indonesia), donde está una de las últimas grandes selvas de Asia, con dos millones y medio de hectáreas.
A raíz de este viaje, afirma que con una inversión de 500 millones de dólares la zona puede salvarse, cifra que “no es nada para la economía mundial”.
“Es un modelo que se puede aplicar en otras partes del mundo, y que beneficia a todos”, asegura.
Entre tanto, mientras las políticas públicas y privadas buscan la manera de sanar al planeta, el tic tac del reloj que contabiliza a la población sigue dictando el silencioso ritmo de crecimiento demográfico, para el ecólogo, la gran amenaza para la naturaleza.