Salida de Kalanick plantea retos claves en el futuro de Uber
Nueva York — La renuncia de Travis Kalanick como máximo ejecutivo de Uber deja descabezada a la firma en un momento clave de transformaciones por una serie de escándalos que han manchado uno de los proyectos más exitosos de Silicon Valley.
Kalanick, de 40 años, uno de los cofundadores de Uber, anunció hoy su renuncia en una carta enviada a The New York Times y después de que trascendieran presiones de importantes inversores en la compañía que estaban pidiendo su cabeza.
Al no cotizar en Wall Street, Uber restringe su información corporativa, pero, aun así, la salida de Kalanick se ha convertido en el tema más importante que acaparaba hoy los análisis de los comentaristas y de los medios especializados.
“Amo Uber más que nada en el mundo y en este difícil momento en mi vida personal he aceptado la petición de los inversores de hacerme a un lado”, afirmó Kalanick en la carta que difundió esta madrugada el diario neoyorquino.
Otras fuentes oficiales han confirmado la salida de Kalanick, aunque todavía no ha salido nadie a dar la cara en la sede de Uber en San Francisco para dar explicaciones más detalladas.
La renuncia del máximo directivo de la firma se produce después de meses de sacudidas que ha recibido la compañía por diversos escándalos, datos económicos negativos y la renuncia o cese de distintos directivos de la compañía.
Todo ello mientras la compañía estudia su salida a bolsa, para la que no hay un plazo definido pero que, con la saga de sucesos reciente, necesariamente se tendrá que retrasar, según expertos del mercado.
Uber “no puede salir a bolsa ahora, es demasiado para Wall Street”, declaró a la cadena CNBC Kara Swisher, directora del portal Recode.
Aunque no cotiza en bolsa, Uber ha ido facilitando últimamente sus resultados financieros. En el primer trimestre del año perdió 708 millones de dólares, y el año pasado lo cerró con un resultado negativo de 2.800 millones de dólares.
La firma ha sufrido desde febrero pasado la fuga de importantes directivos, incluidos el presidente y dos vicepresidentes, mientras que el jefe de finanzas y una de las figuras claves de la firma, Gautam Gupta, anunció este mes que en julio dejará la compañía.
El presidente de la compañía, Jeff Jones, anunció su dimisión el 20 de marzo pasado cuando se anunció que se estaba buscando un nuevo jefe de operaciones, un área que Jones también abordaba, aparte de la presidencia no ejecutiva.
También tuvo otra sacudida corporativa cuando Alphabet, la matriz de Google, anunció que estaba demandando a Uber por el supuesto robo de información sobre sus vehículos autónomos.
Además, un alto ejecutivo, Eric Alexander, fue despedido recientemente después de que se supiera que había obtenido registros médicos privados de una mujer que había denunciado haber sido violada por un conductor al servicio de Uber.
Unido a ello, la compañía reconoció que los pagos que estaba haciendo a sus conductores en Nueva York y Filadelfia estaban mal calculados, y tuvo que abonar cantidades adicionales para compensar el error.
Pero la tormenta se agudizó al conocerse un informe solicitado por la empresa a raíz de denuncias de abusos sexuales y discriminación sexual, que elaboró el exfiscal general estadounidense Eric Holder.
Ese informe llegó a la conclusión de que la firma necesitaba más consejeros independientes, entrenar a sus empleados con mayor sensibilidad, a la vez que sugería, entre otras cosas, que se consumía alcohol en las oficinas de la firma.
La presión se agudizó a raíz de ese informe, difundido la semana pasada, y ello llevó a Kalanick a anunciar que había decidido pedir una excedencia para dar espacio a que la firma consiga un equipo líder “de categoría”.
Aun así, la presión entre los inversores prosiguió el martes, y, según The Wall Street Journal, uno de los consejos convenció anoche a Kalanick para que renunciara a su puesto, algo que finalmente aceptó poco después.
La dirección ha quedado provisionalmente en manos de 14 ejecutivos de la empresa, aunque Kalanick seguirá ligado a ella.
No sólo porque sigue teniendo un puesto en el consejo de administración, sino porque tanto él como el cofundador Garret Camp y el antiguo empleado Ryan Graves mantienen la mayoría de los derechos de voto en el consejo.