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Dinero a cambio de un pasaporte: los países cuya ciudadanía se convirtió en una mercancía muy preciada

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En un vuelo reciente, estaba hojeando la revista de la línea aérea, cuando me encontré con un anuncio inusual que prometía “una estrategia única para salvaguardar su prosperidad y seguridad futuras”.

La publicidad se refería a lo que se llama “ciudadanía por inversión”.

Me pregunté si podría necesitar una segunda ciudadanía, además de mi ciudadanía estadounidense.

¿Es esto algo que otras personas aparte de los ultra ricos están considerando y por razones distintas de la optimización de impuestos? Y si es así, ¿por qué?

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“El ascenso mundial de los movimientos populistas y la tendencia hacia la creación de sociedades insulares han contribuido a la imprevisibilidad de nuestro mundo”, explicaba el anuncio.

A medida que más países cierran sus fronteras y los caminos a la inmigración, una nueva industria está trabajando para evitar esas restricciones, a cambio de una alta tarifa.

“Un deseo de mantenerse global”

Los programas de ciudadanía para inversionistas han existido por décadas, como una forma de los países de aumentar sus ingresos.

Canadá y la isla caribeña de San Cristóbal y Nieves comenzaron los suyos en los años 80 y Estados Unidos y Reino Unido en los 90.

Los programas de ciudadanía permiten a los extranjeros invertir en negocios, comprar propiedades o donar dinero directamente al gobierno de un país a cambio de una visa o pasaporte.

San Cristóbal y Nieves lanzó su iniciativa en 1984, un año después de que se independizara de Reino Unido, para recibir más dinero de empresarios que veían valor en las playas tropicales y en los bajos impuestos.

Sólo atrajo a unos cientos de participantes al principio. Pero, para 2009, los pasaportes de la isla recibieron acceso sin visado a los 26 países del espacio Schengen y la demanda aumentó rápidamente.

Esta industria ha experimentado un enorme crecimiento en los últimos años. El año 2014 fue el primero en que EE.UU. se quedó sin visas de inmigrante para inversionistas antes del final del periodo fiscal.

La empresa de consultoría CS Global Partners, con sede en Londres, que hizo el anuncio que había leído, asesora a los inversionistas en el proceso de obtener un pasaporte. La firma dice que el interés en sus servicios se ha cuadruplicado en el último año.

“Estamos viendo grandes cambios”, dice el CEO, Micha Emmett. “(Personas de) países que nunca habían estado interesados en una segunda ciudadanía por inversión hacen preguntas por internet. Por ejemplo, aumentaron en 400% las consultas de Turquía en marzo”.

Eventos como la decisión deReino Unido de abandonar la Unión Europea y las elecciones presidenciales de 2016 en EE.UU. están generando interés en ello.

“El día que se anunció el resultado del Brexit, nuestros teléfonos no dejaron de sonar, hubo un pánico muy evidente”, añade Emmett.

Una clientela cambiante

Los inversionistas privados ricos de las economías de mercado emergentes están impulsando la tendencia, según el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Los datos del controvertido programa de visas EB-5 en EE.UU., que permite a los extranjeros invertir en proyectos inmobiliarios a cambio de una solicitud acelerada de ciudadanía o green card, muestran que la demografía está cambiando, según Peter Joseph, director ejecutivo de Invest In USA, una organización de asesoría para el programa.

“China es la fuente predominante (de los solicitantes) y representa alrededor del 80% de ello, pero (las solicitudes) de lugares como Vietnam, India y Brasil han ido creciendo”, dice.

Paul Williams, de La Vida Golden Visas, especializada en segundas residencias y ciudadanía en Europa, trabaja con clientes de más de 50 países. Desde que Reino Unido votó por el Brexit, dice, ha visto el interés de ciudadanos británicos por primera vez.

Ciudadanía: una mercancía caliente

Los programas más conocidos se encuentran en el Caribe, donde las playas de arena blanca, los montos mínimos de inversión bajos, los requisitos de residencia no restrictivos y los tiempos rápidos de procesamiento se combinan para atraer inversionistas.

Por ejemplo, para convertirse en ciudadano de la isla caribeña de Dominica, se necesita una inversión de US$100.000, sin necesidad de pasar tiempo ahí y sin tiempo de espera.

Tales programas son impulsores económicos importantes. En San Cristóbal y Nieves, los pasaportes son la mayor exportación del país y el dinero que generan es visto como responsable de sacar a la nación de la deuda que tenía y alimentar un auge de la construcción.

El FMI dice que la ciudadanía por programas de inversión ascendió al 14% del PIB de San Cristóbal y Nieves en 2014, y otras estimaciones dicen que el programa podría haber representado hasta el 30% de los ingresos del gobierno en 2015.

Pero cada vez son más los países ricos que están ofreciendo “la ciudadanía por un precio”. Programas comparables en Nueva Zelanda cuestan NZ$1,5 millones (US$1,07 millones), una opción popular entre la élite tecnológica de Silicon Valley (California, EE.UU.) recientemente, o £2 millones (US$2,58 millones) para Reino Unido y US$500.000 para EE.UU.

Joseph dice que el programa EB-5 es muy valioso para el país, ya que aporta más de US$1.000 millones de dólares a la economía de EE.UU. cada trimestre.

“Hemos visto un crecimiento exponencial desde la crisis financiera de 2008 con un aumento de más de 1.200% hasta hoy”, dice.

El mayor interés en el programa estadounidense se debe en parte a la economía relativamente estable y a un ambiente de inversión seguro, pero también al bajo nivel mínimo de inversión.

El programa EB-5 requiere que los US$500.000 se inviertan en efectivo en áreas que carecen de empleos.

EE.UU. limita el número total de visas concedidas cada año a través del programa a 10.000.

Pero hay actualmente más de 23.000 peticiones de inversionistas pendientes”, dice Joseph.

En el último recuento, 23 países, desde Chipre a Singapur, ofrecieron algún tipo de residencia de inversión o un plan de ciudadanía y se están creando más programas similares en toda Europa.

Casi la mitad de todos los estados miembros de la UE ofrecen ahora alguna forma de residencia de inversión o programas de ciudadanía.

La movilidad es la llave

Por tan poco como US$50.000 (en Letonia) o hasta US$10 millones (en Francia), los extranjeros pueden comprar estatus legal para vivir, trabajar y tener vida financiera en varios países.

Tal vez lo más importante, es que compran acceso a viajes sin visados a países de todo el mundo.

“Algunas personas determinan (el valor) por el número de países a los que una persona puede viajar sin visado. Así que creo que ahora, el pasaporte alemán es con el que se puede viajar a más países”, dice Emmett.

En un mundo globalizado donde el aislacionismo político está paradójicamente en aumento, esta libertad de movimiento es un elemento atractivo.

Andrew Henderson, empresario estadounidense y fundador de Nomad Capitalist, un blog, podcast y compañía de consultoría, tiene cuatro pasaportes y está trabajando en el quinto.

Las múltiples ciudadanías le proporcionan una multitud de opciones empresariales, dice, más oportunidades y menos impuestos.

“Para mí se trata de cómo tener mejores opciones, mejor tratamiento tributario, un mejor trato como persona y viajar sin visado”, dice, y agrega que espera que la ciudadanía de inversión aumente.

“Creo que el mundo se está volviendo más nómada. La gente quiere tener una o dos o tres bases por razones de estilo de vida y pagar impuestos razonables, y eso es lo que se está volviendo más accesible”, comenta.

Williams dice que la industria puede ser vista como un barómetro de la agitación en el mundo y que muchos de los inversionistas con los que trabaja ven estos programas como una red de seguridad.

“La mayoría de nuestros clientes no viven en el país en el que invierten”, explica. “Ellos lo ven más como una póliza de seguro. Si alguna vez tienen que saltar a un avión, tienen esa opción”.

Tu país a la venta

Estos programas no están libres de controversia.

¿Debe la ciudadanía estar a la venta? Los detractores dicen que no.

A principios de 2017 en EE.UU., dos senadores, Dianne Feinstein (demócrata) y Chuck Grassley (republicano), presentaron un proyecto de ley para deshacerse del programa EB-5.

“Es un error tener un camino especial para la ciudadanía para los ricos, mientras que millones esperan para las visas”, dijo Feinstein.

Otros muestran preocupaciones por el lavado de dinero, la actividad criminal y la elusión de los sistemas normales de inmigración.

En mayo, el Buró Federal de Investigaciones (FBI) descubrió un fraude de visas de US$50 millones que involucraba a inversionistas chinos en el programa EB-5.

En abril, la Comisión Bolsa y Valores de EE.UU. presentó cargos contra un hombre en Idaho, en el noroeste del país, que, según ellos, gastó el dinero de un inversionista chino en casas nuevas y automóviles, en vez de usarlo en los proyectos inmobiliarios para los que estaba destinado.

El programa de San Cristóbal y Nieves tuvo problemas con el Departamento del Tesoro de EE.UU. cuando agentes iraníes sospechosos fueron capturados usando sus pasaportes de la isla para lavar dinero en bancos de Teherán en violación de las sanciones estadounidenses.

La controversia en torno al programa EB-5 alcanzó las esferas más altas de la Casa Blanca, cuando la compañía inmobiliaria de la familia Kushner fue acusada de conflictos de interés por usar el nombre de Jared Kushner, yerno del presidente Donald Trump, para atraer inversiones chinas en un proyecto inmobiliario en Nueva Jersey, en el noreste de EE.UU.

Pero en un mundo donde las fronteras se están cerrando, la demanda de estos servicios seguirá creciendo, según los expertos.

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