OPINIÓN: El sexenio de los migrantes como moneda de cambio
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El sexenio de AMLO será recordado por muchas cosas. No necesariamente por las que él espera ni por la llevada y traída transformación que en realidad no ha cambiado nada. La inseguridad, la pobreza, el limitado acceso a los servicios básicos como educación y salud, la corrupción y otros graves problemas que aquejaban a México, antes de su llegada al poder, ahí siguen o peor aún, han crecido.
Sin duda se trata de un gobierno diferente. Que ha polarizado a los mexicanos. Muchos se identifican con él porque lo sienten cercano, como uno de ellos y no el político distante e inalcanzable. Por lo menos es como uno de nosotros, dicen como para justificar los escasos logros. Otros dirán que el poder le hizo daño y como a cualquier ser humano, lo cambió y sacó lo peor de él. Nadie defiende a los anteriores, pero se esperaba más del actual.
Su único espacio real de trabajo, a saber, sus conferencias matutinas, representan algo que ningún otro presidente mexicano había logrado y lo menos que podemos hacer es reconocer que desde ahí, trabajando dos horas diarias, establece la agenda nacional. Esa conferencia y sus visitas de supervisión de obra los fines de semana son los únicos momentos en los que visiblemente está trabajando.
El daño a las instituciones que mal que bien la democracia mexicana había construido es, en muchos casos irreversible. Porque no es que hayan mejorado o empeorado, es que cambiaron radicalmente. La lista es enorme. Hizo vigente lo que dijo en el año 2006: “al diablo con sus instituciones”.
Todos esos temas se seguirán analizando y debatiendo años después de que AMLO deje de ser presidente.
Otro de los temas por el que AMLO será recordado es el de haber usado explícita y formalmente a los migrantes que transitan por México como moneda de cambio en sus negociaciones con Estados Unidos. En la mayoría de los casos se trata de migrantes centroamericanos, pero de manera creciente se encuentran de otras nacionalidades.
A Donald Trump se le ocurrió responsabilizar a los migrantes de muchos de los problemas en Estados Unidos. No es ni el primero ni el último que usará ese argumento, pero él le dio una dimensión y relevancia especiales. El tema fue su eje de campaña y siendo presidente continuó con ese discurso antiinmigrante. A él se debe la aplicación del famoso Título 42 que permite no aceptar a los solicitantes de asilo, él acuñó el término de “caravanas que invaden el país” y trató de frenar DACA.
Como la mayoría de esos inmigrantes entran por la frontera con México, exigió entonces que México hiciera más por detener esos flujos o de lo contrario aplicaría aranceles a productos mexicanos.
Como siempre pasa en estos procesos, ese discurso encontró comprador en México, alguien que le sacaría provecho y ese funcionario, me temo, fue Marcelo Ebrard el canciller mexicano, el que convenció a AMLO que había que ceder todo con tal de no provocar la ira de Trump. Como el gobierno mexicano iniciaba, la inexperiencia los llevó a garantizar por escrito la detención y contención en México de los inmigrantes potenciales. Una cesión total de la soberanía. A cambio, ni pidió, ni obtuvo nada. Con no tener que enfrentar los muy hipotéticos aranceles se dio por satisfecho.
En sus cuentas, esa “negociación” fue exitosa. Tanto que ahora suponen será útil para cualquier negociación con Estados Unidos. AMLO y sus funcionarios creen que por ejemplo esa es un buen argumento para evitar paneles comerciales. Algo así como yo contengo a los migrantes que tanto daño político te hacen, pero tú te desistes de recurrir a un panel en el tema energético.
El gobierno mexicano sabe que este tipo de contención solo echa a los migrantes en brazos del crimen organizado y los hace más vulnerables. Hace apenas unos días el subsecretario encargado del tema, Alejandro Encinas, lamentaba que en la frontera sur ahora hubiera cárteles indígenas que tenían entre sus actividades el tráfico de indocumentados, como si estos grupos hubieran contraído un virus del mal y no como actores oportunistas ante la necesidad de atravesar el país como sea, gracias a las políticas de su gobierno.
Es cierto, los gobiernos anteriores no hicieron nada por la migración de tránsito y por eso ahora el tema está en manos de organizaciones criminales, porque la urgencia y necesidad de abandonar los países de origen es real. A diferencia de la mayor parte de la migración mexicana, no se trata solamente de buscar oportunidades o mejores condiciones de vida, para muchos de esos migrantes es una estrategia, la única a veces, de sobrevivencia.
Ya no sé si moralmente sea mejor la omisión de los gobiernos anteriores o, como hace el actual gobierno, ofrecerlos explícitamente como moneda de cambio. Bienvenido sea el “humanismo mexicano” que AMLO tanto presume como principio fundamental de su gobierno.
Al menos en este tema, por eso será recordado AMLO.
Jorge Santibáñez es presidente de Mexa Institute
TW: @mexainstitute
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