‘Estamos atrapados aquÃ’. Un pueblo mexicano aislado por el terror de los cárteles
Apatzingán, Mexico — La ciudad de Aguililla, situada en lo profundo de una de las regiones más anárquicas de México, fue noticia este mes cuando ocho cuerpos sin cabeza fueron arrojados allÃ.
Tres semanas después, está en guerra. Casi nadie entra o sale, al menos no sin el permiso de bandas rivales que han bloqueado las carreteras.
En entrevistas telefónicas y publicaciones en las redes sociales, los residentes atrapados describieron una comunidad que vive aterrorizada por los matones armados que deambulan por las calles y se disparan unos a otros. Algunas tiendas permanecen abiertas, dijeron los residentes, pero el suministro de alimentos está disminuyendo y no hay acceso a los hospitales.
“Si los grupos quieren seguir peleando entre ellos, ese es su problemaâ€, comentó el padre Gilberto Vergara, párroco del lugar. “Pero esta situación nos está asfixiandoâ€.
El sacerdote ha pedido públicamente a las pandillas que permitan a los habitantes viajar a la ciudad más cercana, Apatzingán, a dos horas en auto hacia el noreste, para obtener alimentos, atención médica y gasolina, y para poder vender sus productos y ganado.
En la raÃz del caos está la lucha por el control de un gran segmento del tráfico de narcóticos en el estado de Michoacán, asolado por conflictos, y un gobierno que ha sido impotente para evitar que los cárteles se apoderen de grandes franjas de la nación.
En los últimos años, Aguililla, con una población de 15.000 habitantes, se diversificó del cultivo de tomates, de marihuana y la ganaderÃa para convertirse en un centro estratégico para la fabricación de metanfetamina con destino al mercado estadounidense.
Las autoridades dicen que decenas de instalaciones de producción ilÃcita, ubicadas en el campo cercano, procesan quÃmicos contrabandeados de Asia, hacia el puerto de Lázaro Cárdenas, en el PacÃfico, a 175 millas al suroeste.
Cientos, si no miles, de residentes han huido de la violencia, algunos a Estados Unidos, pero muchos más a otras partes de México.
“Trabajé en Aguililla toda mi vida. Tengo parcelas de tomate, maÃz, chile. Pero tuvimos que dejarlo todo por miedoâ€, dijo VÃctor Arnoldo Aguaje, de 68 años, quien partió en junio pasado con 14 familiares para Uruapan, la segunda ciudad más grande de Michoacán.
“En Aguililla se vive con el temor constante de que te maten o te secuestren en cualquier momentoâ€, señaló.
El conflicto demuestra cómo las pandillas se han infiltrado en la gobernanza regional en gran parte de México. Las autoridades culpan a dos cárteles por los disturbios.
Uno, conocido como Cárteles Unidos, es una confederación de varias mafias, incluida la Familia Michoacán, los Caballeros Templarios y Los Viagras, que, según los fiscales estadounidenses, está dirigida por Adalberto Fructoso Comparán RodrÃguez, de 57 años, ex alcalde de Aguililla.
Fue arrestado en Guatemala el mes pasado a instancias de Estados Unidos, por su supuesta participación en un plan para contrabandear más de 1.100 libras de metanfetamina mexicana a Florida, dentro de baldosas de concreto y disueltas en cubos de cinco galones de pintura para casas.
El grupo con el que compite es el Cártel Jalisco Nueva Generación, uno de los grupos delictivos más grandes de México, conocido por sus exhibiciones expansionistas y aterradoras en las redes sociales, con vehÃculos blindados y armamento de nivel militar.
Su lÃder, Nemesio Oseguera Cervantes, también conocido como ‘El Mencho’, una vez vendió heroÃna en bares de San Francisco, es buscado tanto en México, como en Estados Unidos. Según los informes, es oriundo de Aguililla.
“‘El Mencho’ quiere controlar el área donde crecióâ€, explicó Mike Vigil, ex jefe de operaciones internacionales de la Administración de Control de Drogas de Estados Unidos. “Es parte de su gran plan moverse hacia áreas estratégicas donde pueda controlar diversas actividades delictivasâ€.
Muchos en Aguililla están pidiendo al gobierno mexicano que intervenga.
“Por supuesto que queremos que los militares vengan y luchen contra los criminalesâ€, comentó por teléfono Maribel López, de 53 años, enfermera. “¿Es demasiado pedir que al menos abran los caminos a Apatzingán?â€.
Su tÃa diabética murió hace unas semanas porque los bloqueos en las rutas impidieron que sus familiares la llevaran al hospital, explicó López.
Existe una creencia generalizada en Aguililla, de que los servicios de seguridad y los militares colaboran con los cárteles. Las imágenes en las redes sociales mostraron a la gente del pueblo burlándose de las unidades de la Guardia Nacional mexicana mientras se retiraban de la ciudad.
Una base militar mexicana de 200 soldados está situada en Aguililla, sus tropas se reabastecen por helicópteros, pero los agentes han evitado el conflicto directo con los gánsteres en guerra.
Un funcionario del Pentágono estimó recientemente que los cárteles controlan alrededor de un tercio del territorio mexicano. El presidente Andrés Manuel López Obrador refutó esa cifra en una conferencia de prensa reciente, pero se negó a proporcionar otra.
Durante más de una década, México libró una “guerra contra las drogas†que provocó decenas de miles de muertes, pero hizo poco para debilitar el crimen organizado, un enfoque que López Obrador abandonó para evitar el conflicto directo y brindar oportunidades económicas para que los jóvenes pobres se mantuvieran fuera de las pandillas.
Pero la lucha en Aguililla está poniendo a prueba su estrategia en el perÃodo previo a las elecciones nacionales de mitad de perÃodo en junio.
“El enfoque de la actual administración hacia la inseguridad, y todo el conflicto armado, ha sido el silencioâ€, señaló Falko Ernst, analista en México de International Crisis Group, una organización sin fines de lucro que investiga el conflicto. “Su cálculo polÃtico es que es mejor no hablar de esoâ€.
López Obrador ha defendido su decisión de abstenerse de una acción militar en Aguililla.
“Si tomamos pueblos y usamos la fuerza, invadimos con policÃas, con soldados, bueno, eso no conducirá a nada buenoâ€, comentó López Obrador a los periodistas este mes. “Tenemos que llamar a todos a la serenidad, a la tranquilidad, a buscar la paz. No a la violenciaâ€.
En 2019, 14 policÃas estatales murieron en una aparente emboscada de un cártel en Aguililla. La semana pasada, la policÃa estatal enviada a la zona fue atacada por al menos un dron de un cártel armado con explosivos. Las autoridades dijeron que dos agentes sufrieron heridas leves.
El presidente respaldó el diálogo con la esperanza de resolver la situación allÃ.
Pero Silvano Aureoles, el gobernador de Michoacán, dijo que una solución era difÃcil de alcanzar sin el despliegue de fuerzas federales.
“Se puede dialogar con comunidades en conflicto, con grupos sociales, pero dialogar con criminales es otro asuntoâ€, comentó Aureoles al medio mexicano Milenio.
No es que a sus propios esfuerzos les haya ido mejor.
El gobernador voló a Aguililla en un helicóptero militar la semana pasada en una exhibición muy publicitada para mostrar que la seguridad habÃa mejorado.
Acompañado por guardaespaldas fuertemente armados, fue recibido por varios manifestantes en la plaza central de la ciudad que izaron carteles escritos a mano exigiendo que las autoridades restablecieran la paz y abrieran las carreteras. “Quiero vivir libre en mi puebloâ€, decÃa un cartel.
“La gente no cree en el gobierno, no tenemos seguridad ni tranquilidadâ€, manifestó Fernando Padilla, de 43 años, maestro en Aguililla, quien llevó a su hijo de 10 años a la protesta.
“El gobierno viene aquà para hacer un ‘espectáculo’, dice que la situación es tranquila, pero no es cierto. Estamos a merced de los criminales, atrapados en este lugar. Esto no es vidaâ€.
Los videos de la escena mostraron al gobernador acercándose a los manifestantes y empujando a Padilla mientras los guardias de seguridad agarraban dos de los carteles.
Después de que el empujón se volviera viral en las redes sociales, el gobernador afirmó en Facebook que habÃa sido confrontado por “vigÃas†hostiles del cártel.
Padilla, quien ha sido docente durante 20 años en Aguililla, negó tener vÃnculos con narcotraficantes.
La caracterización del gobernador de los manifestantes como vigÃas de la mafia, señaló, habÃa puesto sus vidas en mayor peligro. Dijo que su salario fue suspendido después del incidente, una medida que consideró una represalia por su protesta, pero que luego se restableció cuando se quejó con la prensa local.
Siniestramente, reveló Padilla, hombres armados han estado pasando por su casa.
“Ya no se sabe si esto es normal o si estos delincuentes vienen por mÃâ€, explicó. “La gente de Aguililla está atrapada en un infierno viviente, atrapada y gobernada por la criminalidadâ€.
Los corresponsales especiales Sánchez y Liliana Nieto del RÃo contribuyeron desde Apatzingán, México.
Si quiere leer este artÃculo en inglés, haga clic aquÃ.
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