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Huyen de la violencia: la migración forzada en México tiene rostro de mujer

Son las siete de la mañana en Tijuana, mientras el sol calienta el asfalto, los habitantes de la ciudad se mueven por sus avenidas, callejones y carreteras. Se dirigen a escuela, trabajo, la línea internacional, a otra ciudad, van en transporte público, en bicicletas, en automóviles.

En medio de éste paisaje urbano “Marisol” mueve los pies sin rumbo definido. De la mano lleva a sus hijos, uno de trece y el mayor de 15 años. Los tres salen de la terminal de autobuses donde pasaron la noche y esperan que finalmente se abra un espacio en alguno de los albergues de atención a migrantes y desplazados para poder tomar una ducha, descansar en una cama y recibir alimento.

Ella huyó del estado de Guerrero, donde un grupo de personas intentó reclutar al mayor de sus hijos para obligarlo a participar en asesinatos y secuestros en contra de células rivales del crimen organizado, le ofrecieron una motoneta, un radio de comunicación y un mínimo pago. Si se negaba sería considerado enemigo y ponía en riesgo su vida y la de su familia. Por lo anterior el adolescente fingió estar de acuerdo pero en la primera oportunidad informó de lo sucedido a su madre quien tomó la decisión de sacarlos del pueblo y traerlos a la frontera para ponerlos a salvo.

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Marisol es una mujer de 36 años pero aparenta más, no ha llevado una vida fácil dice. Su meta es que sus hijos quienes nacieron en los Estados Unidos logren cruzar la frontera, y ella solicitará asilo político. “Llevamos cuatro días, navegando, buscando alojo pero todos los lugares están llenos, fuimos al Albergue del Padre Chava pero está lleno, así que tuvimos que dormir en una gasolinera. En la Casa madre Asunta nos ayudan con comida pero no podemos dormir ahí”, cuenta Marisol detrás de la reja de éste último albergue.

En el informe Vidas en la incertidumbre: La migración forzada hacia la frontera norte de México que fue presentado recientemente por la Coalición Pro Defensa del Migrante A.C. y American Friends Service Committee-LAC, resaltan que es “indispensable reconocer que el crimen organizado y la violencia desatada por bandas criminales, ha contribuido a que la población se vea obligada a desplazarse a otros lugares para proteger sus derechos fundamentales”.

Para la realización de éste reporte, se sistematizaron 1,106 casos de personas que llegaron a solicitar ayuda al albergue Casa Madre Asunta de enero del 2013 a marzo del 2016, de estos casos, el 79 por ciento son mujeres y el 21% personas del sexo masculino.

En función de estos datos, el investigador José A. Mena, concluye que la migración forzada actualmente tiene rostro de mujer y de madre de familia, pues son ellas quienes en un afán de poner a salvo a sus familias, deciden dejar sus comunidades”.

Otro dato revelador es que el 73 por ciento de las personas desplazadas provienen principalmente de dos estados de la república mexicana donde se está focalizando la violencia: Michoacán y Guerrero. El resto proviene de localidades colindantes a estos estados.

Al grupo de activistas preocupa la ausencia de políticas publicas del gobierno mexicano para proteger la integridad de estas mujeres y niños que se desplazan casi de manera clandestina a lo largo del país corriendo enormes riesgos además de que genera una realidad contraria a la que correspondería a niños de la misma edad en contextos menos violentos.

Lo anterior quedó demostrado cuando al realizar una entrevista con una mujer desplazada quien aceptó conversar para Hoy Los Ángeles con la condición de proteger su identidad, intervino un niño que no rebasa los ocho años y pidió que no se le grabara a él ni a él ni a su familia porque están amenazados y tuvieron que salir huyendo de su lugar de origen en el estado de Michoacán. Es preocupante que los niños vean de una forma tan cotidiana la violencia y crezcan en ese contexto concluyen los investigadores.

La realidad es que desde hace mas de tres años, cientos de personas han estado arribando a esta frontera con la esperanza de obtener asilo político, muchos de ellos engañados por otras personas quienes les dicen que es sumamente fácil realizar el trámite, sin embargo el porcentaje de éxito es de menos del uno por ciento asegura Pedro Ríos, director del Comité de Amigos Americanos quien agrega que el tiempo que puede durar al trámite va de un mes hasta varios años y en muchos de los casos este lapso lo pasan en centros de detención a los cuales los activistas no tienen acceso por tratarse de prisiones privadas.

La llegada de haitianos y africanos.

De manera simultanea al problema del desplazamiento forzado para mujeres en México se dio el arribo masivo de migrantes africanos y haitianos a esta frontera quienes llegan también en búsqueda de asilo político, lo que ha saturado los albergues y puesto de manifiesto que no se cuenta con los suficientes recursos para atender a una población tan numerosa por lo que se esta generando un problema de indigencia sin que hasta el momento el gobierno local, estatal o federal haya tomado cartas en el asunto.

“Todos los días está llegando gente, los albergues están saturados, en las puertas de nuestras instituciones vemos a cientos de personas esperando por comida y por un espacio que ya no tenemos, hemos pedido a las autoridades que habiliten un espacio emergente”, concluye la activista y trabajadora social de la casa madre Asunta, María Galván.

Mientras se habilita o no otro albergue, Marisol seguirá caminando y cuando reúna el dinero suficiente para los tramites necesarios se acercará a las autoridades migratorias en la frontera México Estados Unidos para solicitar asilo político y poner salvo a sus hijos.

Para consultar el documento completo:

https://afsc.org/sites/afsc.civicactions.net/files/documents/Vidas%20en%20la%20Incertidumbre.pdf

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