Crónica: “Teníamos mucho miedo, pero después de lo de Ayotzinapa, ya lo perdimos”
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AGENCIA REFORMA/MÉXICO — La fachada blanca de una fonda de comida “El Patito Loco”, tiene siete orificios de balas de Ak-47.
Es aquí a tres metros de esta pared con huellas de las ráfagas, entre las avenidas Periférico Norte y Juan Álvarez, donde cayeron los cuerpos de los normalistas de Ayotzinapa, Julio César Ramírez Nava y Daniel Solís Gallardo, la noche del 26 de septiembre de 2014.
Los dos jóvenes y un grupo de sus compañeros y maestros habían acudido a este lugar para ofrecer una conferencia de prensa a los medios para denunciar la agresión que momentos antes habían sufrido por parte de la policía municipal, cuyo jefe principal, era el ex Alcalde preso de este Municipio, José Luis Abarca.
Un grupo de hombres, algunos vestidos de civil y otros con uniforme de policía, llegó al otro extremo de la calle y les dispararon ráfagas de metralleta.
Los dos normalistas cayeron y otros más resultaron heridos. Era el principio de una noche de terror.
Al otro día, a unos metros de un basurero fue encontrado el cuerpo sin vida del normalista Julio César Mondragón a quien sus agresores lo desollaron.
El sábado, a un año de la tragedia, padres de familia, normalistas de Ayotzinapa y de otras ocho escuelas normales rurales del País, maestros y militantes de organizaciones sociales que marcharon para exigir la presentación con vida de los 43 jóvenes desaparecidos, les rindieron un homenaje.
En el lugar donde mataron a Julio César y Daniel, se levantó un monumento.
También se construyó otro en honor a Julio César, alías “El Chilango”.
“Vamos a seguir en la lucha para lograr que se castigue a los responsables de esto; y solo le digo a mi hijo, en el lugar donde éste, que su muerte no será en vano”, dijo doña Bertha Nava, mamá del normalista Julio César Ramírez Nava quien en sus tiempo libres le gustaba jugar futbol en la cancha deportiva municipal de Tixtla.
Durante la marcha en la que participaron más de tres mil personas y que partió de la avenida “Heroico Colegio Militar”, varios normalistas sobrevivientes de la tragedia de Iguala se iban turnando el micrófono para relatar lo que la noche del viernes 26 y sábado 27 vivieron del año pasado vivieron.
Cuando el contingente que marchaba por la avenida “Juan N. Álvarez”, se paró frente al hospital privado “Cristo”, el estudiante Marcos Cruz, recordó que esa noche del 26, trajeron a su compañero, Edgar Andrés Mondragón Vargas a quien los policías municipales le atravesaron a balazos el maxilar inferior.
“Trajimos aquí a nuestro compañero para que le dieran atención y el dueño del hospital nos dijo que él no se hacía responsable de nada”, dijo el estudiante frente al edificio, cuya puerta estaba cerrada con cadenas y un ventanal lo tenía roto.
Marcos Cruz quien vivió toda esa noche de horror y se salvó de correr la misma suerte de sus 43 compañeros, contó que cuando le insistían al personal médico que atendieran a su compañero, arribaron un grupo de soldados del 27 Batallón de Infantería quienes en vez de ayudarlos los insultaron.
“Se sienten muy cabrones, ahora aguántense”, les dijeron los soldados, según Marcos.
Incluso, relató, los militares, les dijeron que mejor se fueran del lugar porque a lo mejor corrían el riesgo de que un grupo se los llevara.
“Ese es el Ejército Mexicano que tenemos; es un Ejército que apoya a los delincuentes, que apoyó al Alcalde José Luis Abarca”, expresó.
Hoy todavía, Edgar Andrés, sigue internado en una clínica de la ciudad de México sometido a varias cirugías sin que hasta el momento tenga signos de una recuperación.
Saldo blanco
La marcha que cruzó el sábado de sur a poniente la ciudad, se desarrolló de manera tranquila.
El único incidente que se registró en la mañana fue contra el cuartel de la Policía Municipal que fue pintarrajeado por normalistas del Centro Regional de Enseñanza Normal (Cren) de Iguala.
Policías estatales antimotines se apostaron en la explanada de las instalaciones de la Comercial Mexicana, que está frente a la puerta principal del 27 Batallón de Infantería.
Además en las instalaciones militares, había soldados con equipo antimotín.
“Nadie puede entrar a estas instalaciones, porque eso constituye un delito federal”, decía un letrero en la puerta verde olivo del cuartel.
Y además en la entrada había bolas de alambre de púas.
Sin embargo, los manifestantes decidieron no pasar por la avenida donde están las instalaciones militares.
“Esta es una marcha pacífica”, decía uno de los maestros que iba al frente del contingente.
Pero durante todo el trayecto de la marcha, la mayoría de las consignas por lo que sucedió en esta ciudad hace un año, fue contra el 27 Batallón y del Presidente Enrique Peña Nieto.
“El Presidente Enrique Peña quien se encuentra de viaje en el extranjero es cómplice del Ejército por eso no quiere que el Grupo de Expertos Independientes Internacionales entre al 27 Batallón de Infantería para interrogar a los soldados”, expuso uno de los líderes estudiantiles.
La protesta terminó con un acto político cultural que se realizó en la explanada del zócalo.
Allí también participaron los familiares de los otros desaparecidos.
Y es que aquí en Iguala, después de los hechos del 26 y 27 de octubre, familiares de personas que fueron secuestradas por miembros del grupo delictivo “Guerreros Unidos” en complicidad con la policía municipal, se dieron a la tarea de excavar fosas en zonas agrestes de la ciudad.
De octubre a la fecha, han sido encontrados 104 cadáveres en fosas clandestinas de las colonias Pueblo Viejo y El Zapatero.
“Teníamos mucho miedo, pero después de lo de Ayotzinapa, ya lo perdimos”, dijo uno de los participantes en la marcha que tiene un familiar desaparecido y que participa en su búsqueda.
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