Guatemala: El sueño de un migrante que ya no podrá cumplir - Los Angeles Times
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Guatemala: El sueño de un migrante que ya no podrá cumplir

Un retrato del migrante guatemalteco Daniel Arnulfo Pérez Uxla, de 41 años, cuelga sobre sus restos durante su funeral
Un retrato del migrante guatemalteco Daniel Arnulfo Pérez Uxla, de 41 años, cuelga sobre sus restos durante su funeral, en El Tejar, Guatemala.
(Moises Castillo / Associated Press)
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Entre flores blancas y amarillas, y a la luz de las velas, familiares, amigos y vecinos velaron el cuerpo de Daniel Arnulfo Pérez Uxla en su vivienda de El Tejar.

Pérez Uxla fue uno de los cuatro migrantes que murieron en un accidente vial en Chiapas, México, durante su trayecto hacia la frontera con Estados Unidos. Sus restos fueron repatriados a Guatemala en la víspera.

Un herrero de profesión de 41 años de edad, Pérez Uxla decidió irse a Estados Unidos para pagar la deuda de una hipoteca de su casa. Meses antes había perdido su empleo a causa de la pandemia y entonces encontró en la migración la oportunidad para mejorar la situación económica de su familia.

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No contaba, sin embargo, con que un accidente de tráiler en el camino le arrebataría el sueño americano y dejaría a su esposa y sus tres hijos sin la oportunidad de verlo regresar con vida.

El 9 de diciembre, un tráiler con más de 150 migrantes a bordo —en su mayoría de Guatemala— se accidentó en una localidad de Tuxtla Gutiérrez en Chiapas, dejando en el lugar a 49 personas muertas y a otras siete que perdieron la vida en hospitales. Más de 100 personas resultaron heridas.

Según los sobrevivientes, el tráiler acaba de pasar un control migratorio cuando tomó una curva a exceso de velocidad y fue a chocar de frente contra la base de una pasarela que provocó que volcara.

El cuerpo de Pérez Uxla fue uno de los cuatro que fueron repatriados junto con los restos identificados de Leonel Estuardo Gómez Zepeda, Daymen Erick Fuentes Bravo y Cecilio Federico Ovalle Cifuentes, oriundos del departamento de San Marcos, fronterizo con México.

A cientos de kilómetros, en Malacatán San Marcos, Santos Gómez, padre de Gómez Zepeda, lloraba la muerte de su hijo.

“Iban con ilusión”, contaba su padre a los periodistas. Emigró para cubrir las necesidades de sus cuatro hijas.

“Decidió hacer el viaje, ellos a veces no le avisan a uno si hay algún problema en el camino, Yo supe del accidente por las redes sociales”, cuanta Gómez, a quién le tocó reconocer los restos de su hijo. “Ya ve que aquí si hay un sueldito es para comer nada más”.

Según Eduardo Hernández, viceministro de temas de migrantes del Ministerio de Relaciones Exteriores, para identificar plenamente a los fallecidos se requiere de tres condiciones: una inspección con fotografías, el reconocimiento ocular por parte de las familias y la lectura de huellas dactilares.

Hernández dice que de los 56 fallecidos en la tragedia se ha identificado plenamente a 6 guatemaltecos, 14 más se tienen indicios que son originarios del país centroamericano.

Mariela de Pérez, esposa del fallecido, cuenta que cuando se enteró de la noticia del accidente, la invadió la desesperación por no tener noticias de su esposo. Un día después, junto a una amiga, decidió viajar a México a buscarlo. “Me fui a la buena de Dios”, relata.

Mientras de Pérez recuerda a su esposo y atiende a los vecinos que llegan a su humilde casa de lámina, tres niños se acercan a abrazarla, son vecinos del lugar. Uno de ellos, de no más de 10 años, la reconforta: “Se te fue tu marido, ya los dejó solos, pero voy a seguir viniendo” le dice.

Cuando de Pérez se fue a México, buscó sin éxito a su esposo en todos los hospitales que se habían publicado que habían recibido a heridos del accidente. No quería ir al último lugar que la gente le decía que debía ir: la morgue.

Allí estaba.

“Lo encontré dos días después de haber llegado, allí estaba en la Semefo” (Servicio Médico Forense de México), a donde llevan a los fallecidos para las necropsias de ley.

La esposa recuerda que, tras saber de la muerte de su marido, decidió ir al lugar del accidente, donde dejó una veladora. “No soy católica, pero mis suegros sí y ellos habrían querido que le prendiera una vela en el lugar donde murió”, dice.

De Pérez decidió que su marido debe ser enterrado el mismo domingo. “Ya no quiero alargar la agonía de todos, sobre todo de mis hijos”, dice la mujer, que también debe pensar ahora en cómo pagar la hipoteca .

Antes de ser enterrado en un nicho en un cementerio local, los vecinos y familia de los padres de Pérez Uxla le rindieron un homenaje en la casa donde vivió antes de casarse. Adornaron con globos blancos las entradas de sus casas, quemaron incienso, y colgaron carteles para recordarlo. Uno en especial sobresalía, donde está sonriendo y en la parte de abajo las banderas de Estados Unidos y Guatemala entrelazadas con la leyenda “descansa”.

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