Las consecuencias que el encierro podría tener en los niños
CIUDAD DE MÉXICO — Tomás Navarro y Ariadna Pulido, especialistas en salud mental, ofrecen claves para hacer frente al aislamiento de los infantes, producto de la pandemia.
‘Fortaleza emocional’
El psicólogo español Tomás Navarro no tiene duda: la falta de socialización, así como el aumento del estrés por el confinamiento a causa de la pandemia de COVID-19, dejará efectos graves en la salud emocional de la niñez.
“Hay niños en abandono emocional, hay niños que están muchos días solos en casa, porque sus papás trabajan todo el día. Hay otros con una atención muy elevada, porque los papás no tienen trabajo o hacen home office, y eso genera mucha ansiedad, mucha tensión.
“Hay conductas tóxicas, padres que abusan del alcohol y esto genera también mucha tensión en los niños. Niños que no pueden salir a jugar a la calle”, enlista el terapeuta, quien, en su reciente libro, Fortaleza emocional (Editorial Zenith), ofrece recursos, habilidades y herramientas para pensar diferente y adaptarnos a los cambios.
El autor advierte que se está condicionando una parte importante del desarrollo de niños y adolescentes: su socialización.
“El aislamiento suele provocar trastornos psicológicos, si les estamos impidiendo socializar, estos chicos van a tener serios problemas en lo emocional”.
¿Cuál es la responsabilidad de las escuelas?
Hace muchos, muchos años, alguien decidió que leer y escribir era tan importante que no se podía dejar en manos de las familias, algunas no sabían, algunas no podían. Creo que ha llegado el momento de saber que trabajar nuestra fortaleza emocional, enseñar a automotivarse, gestionar las emociones, la frustración, la presión interna y externa, es tan importante que no podemos dejarlo solo en manos de las familias. Tiene que incorporarse en el colegio la educación emocional.
Para Navarro, la manera como enfocamos lo que nos ocurre es más importante que lo que nos está ocurriendo. Desdramatizar las situaciones es una manera de aprender a desactivar la frustración, porque, por naturaleza, sostiene el psicólogo graduado en la Universidad Autónoma de Barcelona, los seres humanos fueron dotados para vivir en un entorno de incertidumbre.
“Y también: que no hayas hecho algo nunca no quiere decir que no tengas la capacidad para hacerlo. Entonces, que estés en una situación incierta, no quiere decir que no tengas los recursos para vivir en ella”, explica.
Lo que importa no es que tan fuertes son las personas emocionalmente, sino que tan fuertes creen que son, añade. “Hasta que no te des cuenta de cómo te estás condicionando a ti mismo, no podrás vencer tus límites”.
Navarro indica que la fortaleza emocional es un mecanismo de adaptación psicológica.
“Hay diferentes fortalezas, como la automotivación, que es la capacidad de procesar el apoyo propio, es decir, la capacidad de apoyarme aunque nadie me apoye y esté solo. La autoestima, es otra. Reconocer, gestionar y expresar las emociones. Aprender a identificar las emociones de los demás.
“Perseverar de manera no obstinada. Elegir una actitud positiva. Escoger tu propio camino. Buscar relaciones de calidad. Cooperar con otras personas. Pedir ayuda si la necesitas. Gestionar las presiones”, enlista el terapeuta. “No tenemos que aprender nada nuevo, sino conectar con lo que ya tenemos”.
¿Cómo descubrir y desarrollar nuestra fortaleza emocional tras un año de vivir en confinamiento?
Esta es una carrera de fondo. En el libro explico por ejemplo cómo adaptarnos a los cambios: que aceptemos un cambio, no significa que estemos de acuerdo, pero hasta que no lo aceptemos no seremos capaces de empezar a trabajar para poder gestionarlo.
El primer paso es aceptar el cambio. Y el segundo es gestionar recursos para manejar el cambio.
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