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Mientras Venezuela colapsa, Cuba pierde lentamente su salvavidas

Car drivers line up to get their tanks filled at a gas station in Havana on Sept. 19.
Conductores de autos hacen fila para llenar sus tanques en una gasolinera en La Habana el 19 de septiembre.
(Yamil Lage / AFP / Getty Images)

En Cuba, después del colapso de la Unión Soviética —y del fin de sus generosos subsidios— el combustible era tan escaso que muchos dejaron de conducir; entonces, el gobierno importó miles de bicicletas chinas.

La crisis se extendió a casi todos los aspectos de la vida; causó apagones, escasez de alimentos, incluso una deficiencia de vitaminas que, se cree, es la causa de una misteriosa condición neurológica que afectó a más de 50.000 personas.

Conocida como el Período Especial, esa era de penurias y racionamiento severo comenzó en 1991 y terminó hacia el fin de esa década, en gran parte porque Venezuela, una nación rica en petróleo, y su liderazgo izquierdista, acudieron al rescate.

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Pero ese salvavidas se ha visto severamente afectado en los últimos años, mientras Venezuela se hunde cada vez más en el caos económico y político, y muchos cubanos se preguntan si los días oscuros de la década de 1990 regresarán. “Tuve que esperar una hora y 25 minutos para tomar un taxi esta semana”, relató Camilo Condis, un defensor de pequeñas empresas. “Hay mucha preocupación por el combustible. No sabemos lo que va a ocurrir”.

Justo después de las 8 a.m., Pura Castell se puso en fila detrás de otras 100 personas que esperaban para comprar muslos de pollo congelados.

“Realmente nos hemos visto afectados, desde estudiantes hasta trabajadores que dependen del transporte”, relató el residente de La Habana. “Algunas de las universidades sólo ofrecen clases dos o tres días a la semana”.

Con la disminución de los envíos de combustible, las largas colas en las gasolineras se extendieron la mayor parte del verano, y en los últimos días se convirtieron en una visión fija en las paradas de autobús, porque las rutas se han suspendido para conservar el diésel.

El presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, anunció en la televisión estatal el mes pasado medidas de austeridad y ahorro de energía ante lo que calificó como una escasez “temporal”.

El incipiente sector privado cubano, incluyendo taxistas, guías turísticos, vendedores de souvenirs y dueños de tiendas, está sufriendo las restricciones de viaje de la administración Trump para los estadounidenses.

Las operaciones mineras y otros proyectos que consumen grandes cantidades de energía se han detenido temporalmente. También ajustaron las horas de trabajo para reducir la necesidad de aire acondicionado e iluminación. A más personas se les ha permitido trabajar desde casa.

Díaz-Canel afirmó que las “negociaciones constantes” con entidades no identificadas para aumentar los suministros de combustible este mes, fallaron. El mandatario remarcó que la producción nacional de petróleo cubre aproximadamente el 40% de las necesidades energéticas del país, apenas suficiente para mantener las luces encendidas.

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Históricamente, el resto llegaba a través de un acuerdo de trueque, por el cual Cuba envía médicos, maestros y asesores militares a Venezuela, a cambio de petróleo. Pero los envíos diarios de petróleo se redujeron casi a la mitad debido al colapso de la economía venezolana, señaló Jorge Piñón, director del Programa Latinoamericano de Energía de la Universidad de Texas en Austin.

Únicamente un petrolero llegó a Cuba, el 14 de septiembre pasado. Díaz-Canel afirmó que las entregas para octubre estaban “garantizadas”, y prometió que si fueran necesarios los apagones, estos no serían de la “intensidad” de la década de 1990. “No estamos en un Período Especial”, señaló el presidente, quien culpó por la escasez de combustible a las sanciones impuestas este año por la administración Trump para presionar a Cuba y hacer que retire su apoyo a Venezuela.

Algunas compañías decidieron dejar de transportar petróleo venezolano a la isla, en lugar de arriesgarse a congelar cualquier activo bajo la jurisdicción de EE.UU.

Las sanciones siguen una serie de medidas estadounidenses —incluidas las restricciones comerciales y de viaje contra la industria turística y la inversión extranjera a Cuba—, que revirtieron las políticas de la administración Obama destinadas a mejorar las relaciones entre los dos países. “Los cubanos fueron demasiado optimistas durante esa apertura”, señaló Zoila Avilés, una guía turística independiente. “Ahora, con Trump, la gente está triste”.

Hay muchas otras razones por las que la economía cubana está en problemas. La cosecha de azúcar del invierno pasado fue decepcionante, los precios de las exportaciones cubanas de níquel y cobalto fueron bajos, y a fines del año pasado Cuba perdió una fuente importante de ingresos cuando sacó más de 8.000 médicos y otro personal médico de Brasil, como reacción a las críticas del presidente brasileño, Jair Bolsonaro, quien afirmó que es injusto que el gobierno cubano conserve la mayor parte de los salarios de los trabajadores sanitarios que envía a todo el mundo.

“Esta es la peor situación económica para Cuba desde la década de 1990”, consideró recientemente Carmelo Mesa-Lago, economista y profesor emérito de la Universidad de Pittsburgh, en una conferencia sobre la economía cubana, realizada en Miami.

Pero en este punto los economistas no esperan que Cuba se hunda en las profundidades del Período Especial.

Una razón principal es la expansión del sector privado de Cuba, que ahora incluye a unos 600.000 trabajadores independientes. Otra es el crecimiento masivo del sector turístico desde la década de 1990.

Díaz-Canel afirmó que Cuba todavía espera ver un cierto crecimiento económico en 2019. A principios de este año, estableció un objetivo de crecimiento del 1.5%.

Durante el verano, el gobierno anunció una estrategia que incluye aumentar las exportaciones y la producción de alimentos, enfatizando la sustitución de importaciones y tratando de hacer que las empresas estatales sean más eficientes.

Para aliviar un poco el dolor, el gobierno cubano también aumentó los salarios públicos y las pensiones para más de dos millones de personas, que según el gobierno se financiarán, al menos en parte, mediante recortes presupuestarios no especificados.

El salario mensual promedio subió a $1.067 pesos, sólo alrededor de $40 dólares por mes, aunque los sueldos cubanos se complementan con educación gratuita, atención médica subvencionada y subsidios para algunos alimentos.

El gobierno también impuso controles de precios que limitan algunos fuertes aumentos. Pero Richard Feinberg, economista de UC San Diego, consideró que a menos que Cuba logre revertir la disminución en la producción de alimentos y artículos de consumo, es probable que los costos aumenten a medida que se canalicen más productos al mercado negro.

El pueblo cubano, sin embargo, es más que resistente. Están acostumbrados a hacer lo necesario para sobrevivir en tiempos difíciles, ya sea trabajar en dos o tres empleos, o viajar a México o Panamá para comprar aires acondicionados, scooters eléctricos y otros artículos de alta demanda, que luego revenderán en Cuba.

Emilio García, diseñador gráfico, ya siente la desaceleración económica. Recientemente cerró su negocio adicional, que ofrecía recorridos a pie relacionados con las artes, debido a la escasez de turistas. Aún así, sigue siendo optimista con su país. Era sólo un niño durante el Período Especial, y recuerda a su familia cocinando afuera, con carbón, porque no había gas. “Es una especie de historia antigua”, dijo. “No creo que alguna vez volvamos a eso”.

Whitefield es corresponsal especial.

Para leer esta nota en inglés haga clic aquí

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