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Voluntarios olímpicos: ¿Afortunados o explotados?

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Associated Press

Los voluntarios de los Juegos Olímpicos hacen de todo: guían a los deportistas, reciben a los dignatarios y les traducen a los aficionados.

Los dirigentes olímpicos reconocen que los juegos no serían posibles sin ellos. Siempre sonrientes, serviciales, son alabados por presidentes, primeros ministros y monarcas.

Si bien la justa genera miles de millones de dólares, los voluntarios trabajan gratis, sin importarles esa paradoja, agradecidos de lo que consideran una oportunidad que se da una vez en la vida, generalmente sin tomar conciencia del dinero que les ahorran a los organizadores y que enriquece a los patrocinadores, las cadenas de televisión y el Comité Olímpico Internacional.

De hecho, unas 200.000 personas se postularon para trabajar como voluntarios en los Juegos Olímpicos de Tokio del año que viene, que utilizarán 80.000 voluntarios.

“Para mí, este es un claro caso de explotación económica”, afirmó a la Associate Press Joel Maxcy, presidente de la Asociación Internacional de Economistas del Deporte y profesor de la Universidad Drexel de Filadelfia.

Agregó que es como si alguien ensamblase un producto “y otros se llevan todo el dinero generado por ese trabajo”.

Los voluntarios se sienten atraídos por la popularidad de los juegos, la emoción de ver todo desde adentro, un sentido altruista y también la posibilidad de hacer conexiones que les permitan conseguir trabajo.

“Estoy dispuesto a trabajar gratis si puedo estar en contacto con figuras olímpicas de todo el mundo en persona”, dijo Yutaro Tkunaga, quien participó hace poco en un curso para voluntarios. Joven de 26 años, dice que su patrón le dio cinco días de licencia con goce de sueldo para que pueda colaborar con la justa olímpica.

Otro aspirante a voluntario, Masanobu Ishii, dijo que quería transmitir el espíritu “omotenashi”, de hospitalidad japonesa.

Casi todos los voluntarios dicen que los impulsa un sentimiento de patriotismo y de deber cívico, así como la posibilidad de pavonearse ante sus amigos. Muchos voluntarios de cierta edad no necesitan dinero.

El economista californiano Andy Schwarz, especializado en temas laborales, dice que muchos voluntarios incluso estarían dispuestos a pagar para ser parte de los juegos.

“No cuesta mucho imaginar una situación en la que los juegos cobran por el derecho a colaborar en la justa”, manifestó.

Los voluntarios generalmente pagan por su alojamiento y por el transporte a la ciudad sede, si es que no viven allí. Reciben comida los días que trabajan, algún entrenamiento y los uniformes, que pasarán a ser un tesoro para ellos. Un tercio de los postulantes para Tokio son extranjeros y casi dos tercios son mujeres.

Se dice que los voluntarios representan el espíritu de los juegos, que se remonta a la época en que los deportistas eran amateurs.

“Nadie los obliga a postularse”, dijo John Coates, jefe de un equipo del COI que inspecciona las instalaciones de Tokio. “Son parte de algo muy emocionante. No creo que se justifique pagarles”.

Salvo por los voluntarios, el resto de las personas que trabaja en los juegos cobra. A veces sumas muy interesantes.

Los miembros del COI como Coates reciben per diems de 450 a 900 dólares diarios cuando están cumpliendo funciones oficiales y tienen numerosos beneficios en cuanto a vuelos y hoteles caros.

El presidente del COI Thomas Bach no tiene sueldo, pero recibe una asignación de 250.000 dólares anuales como presidente “voluntario”.

Tracey Dickson, que estudia el fenómeno de los voluntarios para la Universidad de Canberra, Australia, dijo que hay muchos factores que rebasan el ámbito “puramente económico”. Mencionó la camaradería y la cohesión social, que describió como “la hermandad de los que sufren”.

“Puedo entender el argumento puramente económico”, expresó. “Pero si les pagasen, sería como un trabajo real, con ciertas expectativas, y sería una onda muy distinta”.

“De cobrar, serían otro empleado más. El placer que les produce estar allí por voluntad propia es algo muy valioso”, acotó.

Las cosas cambian si los voluntarios les sacan trabajo a personas desocupadas, según Mary Robinson, ex presidenta de Irlanda que dirigió también la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para Derechos Humanos.

“Los voluntarios pueden ser útiles”, manifestó Robinson. “Pero no si evitan que se le dé trabajo a la gente en organizaciones que están en condiciones de contratar personal”.

David Berri, economista especializado en temas deportivos de la Southern Utah University, planteó que los dirigentes olímpicos también deberían trabajar gratis. O por sueldos más bajos.

“Si les pagasen a los voluntarios, habría menos dinero para los demás”, sostuvo. “Los Juegos Olímpicos se dieron cuenta de que hay gente dispuesta a trabajar gratis en las justas y se aprovechan de ello. Si (los dirigentes olímpicos) realmente pensasen que esto está bien, ellos obviamente deberían ofrecerse a trabajar gratis”.

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