Pese a la ausencia irremediable de quien era ampliamente considerado como el participante principal del evento, a las discusiones inevitables al cartel que ofrecÃa y a los desacuerdos generados por los altos precios de sus boletos, el festival Power Trip fue una experiencia histórica tanto por el nivel de sus participantes como por la arrolladora calidad de su producción.
Pero eso no quiere decir que todo fuera una maravilla. En teorÃa, lo de los precios no estaba mal, porque las entradas generales antes de los cargos costaban $599, lo que equivaldrÃa a cerca de $200 por dÃa; sin embargo, estos mismos daban únicamente acceso a un enorme descampado desde el que era imposible ver cualquier parte del escenario.
Esto obligaba a los asistentes menos adinerados (y probablemente más devotos del rock) a conformarse con lo que se ofrecÃa en unas pantallas gigantes que, eso sÃ, transmitÃan imágenes de alta definición y eran realmente enormes. Conseguir asiento implicaba invertir al menos $799, y el pit, que resulta emblemático en un espectáculo de esta clase, no bajaba de $1599.
Si la decisión de hacer un festival que tuviera solo a dos artistas por jornada le pudo sonar descabellada a muchos, hay que recordar que este es un evento de Goldenvoice, la misma mega compañÃa que, además de organizar anualmente los eventos de Coachella y Stagecoach en el mismo lugar, organizó en 2016 el Desert Trip, un espectáculo que siguió exactamente la misma modalidad, pero adaptada al rock clásico, al ofrecer tres jornadas con Bob Dylan, los Rolling Stones, Neil Young, Paul McCartney, The Who y Roger Waters.
La contraparte de estas noticias era el regreso del bajista Cliff Williams, quien habÃa asegurado que se retiraba de manera definitiva al final de la gira anterior, pero que rompió afortunadamente su promesa ante el regreso de Johnson. En ese sentido, habÃa mucha expectativa en lo que respecta al retorno del mismo cantante (que grabó el disco nombrado, si, pero que tras su salida de AC/DC solo habÃa intervenido brevemente como invitado en dos conciertos ajenos), a la dinámica que podrÃa establecer Williams con el reemplazante de Rudd, y al debut en vivo de temas del “Power Upâ€. Y, claro está, todos los fans se encontraban deseosos de apreciar las proezas de Angus Young, uno de los guitarristas más legendarios en la historia del rock.
Haciendo honor a su reputación, AC/DC ocupó el horario estelar del sábado, y no era necesario darle muchas vueltas al asunto para darse cuenta de que iba a ser el acto más preciado de todo el fin de semana. La emoción en la audiencia que ocupaba sus lugares en las áreas cercanas al escenario era evidente, asà como lo era el uso masivo de esos cuernitos de diablo luminosos que vimos ya en un concierto anterior de la banda (costaban $20) y que le daban al ambiente un tono rojizo de lo más particular.
Metallica llenó el SoFi Stadium a lo largo de dos noches, recurriendo a repertorios completamente diferentes
Si algo distinguió al festival fue el profesionalismo de su único escenario y la espectacularidad de su sonido. AC/DC no fue la excepción. Las guitarras de Young y de Stevie Young (quien reemplaza a su tÃo ya fallecido, el gran Malcom Young) sonaron siempre poderosas, y Williams estableció una colaboración fluida con Laug, que resultó ser un excelente baterista, sencillo en el plano de los beats (cómo era de esperarse de quien reemplaza a Rudd) pero absolutamente contundente en el golpe.
Eso quitó la posibilidad de escuchar varios temas que se inclinan generosamente hacia el heavy y que nos hubiera encantado apreciar, como “Inject the Venomâ€, “Flick of the Switch†y “Nervous Shakedownâ€. Pero no faltaron canciones que van por la misma lÃnea, como “Back in Blackâ€, “Hell Bells†y, por supuesto, el cierre infaltable con “For Those About to Rockâ€, marcado por el clásico final acentuado por fuegos artificiales que simulan ser disparos de cañones.
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Tampoco se hicieron extrañar los temas del “Power Upâ€, que llegó representado por “Demon Fire†y “Shot in the Darkâ€, dos piezas marcadas por esa combinación de boogie y hard rock que es tan distintiva del conjunto.
Si hablamos de legitimidad metalera, Iron Maiden fue sin duda la agrupación más pertinente del evento, pese a que salió al escenario antes que Guns N’ Roses durante la velada del viernes. Creadora de un estilo acelerado y galopante que resulta inmediatamente reconocible, la agrupación británica no se ha cedido tan frecuentemente a las presiones de la música comercial como lo han hecho muchos de sus colegas, y ha logrado además mantener en alto el nivel de sus puestas en escena, plasmadas en escenografÃas elaboradas que aluden a periodos significativos de la antigüedad.
Sin lugar a dudas, Maiden tiene a una de las fanaticadas más devotas de su división. Esta la sigue y la alaba incluso cuando no tiene una producción nueva entre manos y opta en cambio por ofrecer conciertos dedicados a la interpretación parcial pero generosa de discos del pasado.
La presentación de Indio, que forma parte del “The Future Past World Tourâ€, se inclinó hacia “Somewhere in Time†(1986), con cinco de sus ocho temas en el repertorio, aunque tampoco dejó de lado a “Senjutsu†(2021), la placa más reciente, que se hizo presente con “The Writing on the Wallâ€, “Days of Future Pastâ€, “The Time Machineâ€, “Death of the Celts†y “Hell on Earthâ€, es decir, la misma cantidad de composiciones.
Por ese lado, la cantidad de hits que ha cosechado justificaba plenamente ante Goldenvoice el otorgamiento de la plaza principal del viernes, fuera de cualquier otra consideración. Porque, si se trata de producciones discográficas nuevas, GNR se encuentra al final de la lÃnea en relación a las demás agrupaciones del Power Trip.
Su álbum más reciente, “Chinese Democracyâ€, se lanzó en 2008, y fue grabado por el vocalista Axl Rose con una alineación alternativa. Pero los angelinos no llegaron con las manos vacÃas, sobre todo si no los ha visto hace poco, porque incluyeron sencillos de reciente lanzamiento como “Absurd†y “Hard Skoolâ€, aunque, curiosamente, dejaron de lado al más nuevo, “Perhapsâ€.
No hubo demasiados cambios en las condiciones vocales de Rose, quien ha estado dando muestras cada vez más claras de debilidad en la garganta durante los conciertos de los últimos años. En vista de estos antecedentes, no lo hizo del todo mal, y hubo incluso pasajes en los que alcanzó las cumbres del pasado, más allá del respaldo que le brindaba la corista y tecladista Melissa Reese.
Ante nuestros oÃdos, el show fue indudablemente sólido y deliciosamente rocanrolero, con esa propensión al sonido sucio y desprolijo que no convence a todo el mundo y que, en este caso, se plasmó en diversas inconsistencias de volumen, pero que vincula a la agrupación con las propuestas provenientes del rock garajero.
Además, a diferencia de AC/DC, Priest ha mantenido viva su llama en los últimos años con presentaciones continuas, y hasta tiene un álbum relativamente reciente, “Firepower†(2018), que muchos calificaron como notable. Pero hay un pequeño problema: desde 2018, se encuentra despojada mayormente de sus dos guitarristas esenciales, K.K. Downing y Glenn Tipton.
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Y si decimos ‘mayormente’ es porque, si bien Downing se bajó del coche en 2011, Tipton realiza ‘apariciones especiales’ al final de cada set, tocando los dos o tres temas que es capaz de interpretar ante el avance inexorable del Parkinson que lo aqueja.
Pero el que dejó a todo el mundo boquiabierto fue el mismÃsimo “Dios del Metalâ€, es decir, el vocalista Rob Halford, quien, a sus 72 de edad, es todavÃa capaz de cantar casi todo con la potencia de antaño y de hacer la mayorÃa de los falsetes que lo volvieron legendario, como lo probó mientras entonaba himnos de la talla de “Electric Eyeâ€, “The Sentinelâ€, “A Touch of Evil†y “Painkillerâ€.
Sin embargo, en lo que respecta a esta parte del mundo, su presencia carecÃa de novedad, ya que el mismo cuarteto acaba de ofrecer no uno, sino dos conciertos consecutivos, como parte del “M72 World Tourâ€, que llegó al SoFi Stadium de Los Ãngeles el 25 y 27 de agosto y presentó cada dia un setlist diferente.
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En ese sentido, lo que se vio en el festival durante el horario estelar del domingo fue una suerte de compendio de esas noches monumentales, ya que extrajo de ellas una selección de temas que no dejaron de lado el thrash de rigor (con la interpretación de “Whiplashâ€, “Creeping Deathâ€, “For Whom the Bell Tolls†y “Master of Puppetsâ€), el hard rock (“Enter Sandmanâ€, “Fuel) ni las ‘power ballads’ (incluyendo a la romántica “Nothing Else Matters†y a la desoladora “Fade to Blackâ€).
Tool giró ya para presentar “Fear Inoculum†(2019), su álbum más reciente, lo que le quitaba en teorÃa la posibilidad de mostrar material nuevo y volvió incluso más extraña su elección. Sin embargo, más allá de cualquier reparo, el cuarteto ofreció el show más alucinante del festival, aprovechando al máximo las pantallas gigantes para impactar a la audiencia con la creatividad de las ilustraciones y las figuras que emplea en sus videos y en sus diseños.
Recorrer a pie la zona privilegiada donde nos encontrábamos gracias a nuestras credenciales de prensa nos permitió ver a una audiencia que, sin dejar de ser variopinta, se inclinaba hacia la barrera de los 40, lo que tiene sentido en vista del desembolso bancario que habÃa que hacer para estar ahà si se era una persona común y corriente. Las cosas cambiaban considerablemente en la zona general, donde se podÃa ver a un público mucho más joven, pero quizás más entusiasta.
Pese a la reputación que tienen los rockeros pertenecientes a la estirpe pesada, no vimos ninguna pelea ni fuimos testigos de desorden alguno entre los asistentes, muchos de ellos procedentes del extranjero, como lo revelaban sus acentos (los mexicanos abundaban). Y eso tuvo que ver indiscutiblemente con la buena organización del evento, con la delimitación clara de las zonas disponibles y con el rol jugado por los representantes de seguridad a lo largo y ancho del recinto.
Pese al bullicio que emanaba de la tarima y a las altas temperaturas, que alcanzaron los 100 grados durante el dÃa pero descendieron amablemente en las noches, la sensación general era de lo más relajada. Ojalá que todo eso se pudiera lograr dándole formas adecuadas de acceso a los fans de verdad.