Carlos Alomar: ‘Hay que forzar al Rock & Roll Hall of Fame para que se ponga a la altura de los tiempos’
El colaborador de David Bowie, Iggy Pop, Mick Jagger y productor del álbum Doble vida, de Soda Stereo; cree que el trÃo argentino cambió las reglas del juego de la música en español y merece el reconocimiento internacional
Del otro lado, Carlos Alomar suena divertido, honesto, claro. Aunque la charla sea telefónica, no es difÃcil adivinar en él esa sonrisa blanca y formidable, un gesto omnipresente en cada aparición suya sobre un escenario y también, podrÃa decirse, una de sus dos ‘marcas registradas’. La otra, tal vez, sea haberse convertido en un aliado de David Bowie desde el álbum Young Americans, de 1975 (los créditos del tema “Fame†rezan ‘Bowie/Alomar/Lennon’, nada menos).
Ese lugar privilegiado impulsó a este guitarrista, compositor y productor puertorriqueño a un destino eminente en la industria de la música, que también lo asoció, entre muchos más, con Iggy Pop (para The Idiot y Lust for Life, ambos de 1977), Mick Jagger (en She’s the Boss, de 1985), Paul McCartney (Press to Play, 1986) y, en 1988, con Soda Stereo, a quienes conoció por un luthier amigo y para quienes produjo uno de los discos más sofisticados del trÃo, esa mezcla perfecta entre modernidad neoyorquina y fuerza pasional porteña que es Doble vida.
La industria no puede seguir pensando en Ritchie Valens o Santana como las únicas leyendas latinas del género.
— Carlos Alomar/Músico y productor del álbum Doble vida, de Soda Stereo
Desde entonces, Alomar no solo se convirtió en amigo de la banda sino también en una suerte de protector de su obra, que pondera con un placer casi propio y que ahora también avala para su incorporación al Salón de la Fama. “La pregunta no es ‘¿Por qué deberÃan estar en el Rock & Roll Hall of Fame?’, sino ¿y por qué no?â€, replica, cuando piensa en cómo el grupo reescribió las reglas del juego en el mercado latino con su estética cuidada, su obsesión por el sonido y sus conciertos en estadios para más de 50 mil personas. “Cualquiera que sepa algo del rock en español, no tiene duda alguna de que Soda Stereo tiene ese méritoâ€.
Impulsada por un fan mexicano y con miles de adhesiones a nivel mundial, esta campaña busca que el trÃo que lideró Gustavo Cerati sea la primera banda hispanohablante en ingresar al codiciado museo
¿Cómo fue el primer contacto con Soda?
Yo tenÃa la intención de producir para el mercado latino, porque cada vez que viajaba a España o Latinoamérica, notaba que se escuchaba mucho rock en inglés. Entonces pensé en buscar artistas ya famosos en esos territorios, y producirlos aquÃ, en Nueva York, para darles otro sonido y otras oportunidades.
Pero hasta ese momento, no tenÃa idea de qué era Soda Stereo. Un dÃa, Rudy Pensa [un luthier argentino radicado en EE.UU. desde la década del 70] me dijo: “Vino un músico de Buenos Aires; se llama Gustavo Cerati y está buscando un productor para el nuevo disco de su bandaâ€.
Me dio el teléfono de Gustavo, hablamos y conecté de inmediato. Noté que era simpático; una persona muy inteligente, con sabidurÃa. La personalidad es un rasgo importante, y la primera impresión te da la posibilidad de entender mucho sobre un individuo. Él estaba muy orgulloso de su grupo, lo cual era excelente, porque entonces iba a poder aceptar crÃticas sin perder identificación artÃstica, sin sentirse amenazado. Cerati podÃa escuchar opiniones, pero no iba a permitir que ningún productor llevara la banda hacia una dirección que no era la de ellos.
Además del cierto reconocimiento que ya tenÃan en Latinoamérica, ¿hubo algo en particular que te convenció de trabajar con el grupo?
SÃ, las letras. Esa tarde, cuando hablamos por primera vez, yo no sabÃa cómo sonaba Soda. Le pedà que me diera los demos de las canciones que tenÃan para lo que serÃa después Doble vida, además de los discos que ya habÃan editado.
Empecé a escuchar, y encontré el mismo problema que habÃa detectado en otros artistas de nuestros paÃses: en general no habÃa equipos con la sofisticación necesaria para grabar bien en Latinoamérica. Sin embargo, con Soda reparé en las letras de inmediato. Noté que tenÃan un clima y un estilo bien definidos. Me habÃa gustado mucho cómo hablaba Gustavo, y asà escribÃa también. Eso me convenció. Entonces pensé: ’Necesito armar un sonido especÃfico para este grupo’.
Y asà fue. Entre mayo y julio de ese año, el trÃo se instaló en NY y acató la consigna propuesta por el productor: ensayar a diario y sortear la trampa de meterse directamente en un estudio para grabar. “Primero, trabajamos semanas en una salaâ€, recuerda Alomar. “Yo querÃa que ellos jugaran con los instrumentos. Que tocaran por diversión, como cuando una banda está de gira. Asà establecimos los arreglos de cada tema, creamos el sonido que querÃamos imprimir a ese disco. Cuando entramos a grabar, todo estaba perfectamente claro. Ese clima entretenido -fun, dice Alomar en inglés-, se trasladó a la música. “Asà suena el álbum desde que comienza, con “Pic-Nic en el 4to Bâ€, pero luego el sonido se diversifica y aparece, por ejemplo, “En el bordeâ€, que es como una tormenta, una guerra…â€, describe. “Doble vida es un disco poderoso hasta hoy, más de 30 años después. Y la clave es que la música provee los huecos necesarios para que predominen las letras, que tienen un sentimiento y un sabor tÃpicos de nuestra cultura.
A Soda le ofrecieron grabar en inglés, muchas veces; nunca accedieron. En tu opinión, ¿cuáles fueron entonces los aportes más valiosos de la banda al rock en español?
Precisamente eso; no se puede agregar mucho más: tener el orgullo de que tu mensaje como artista sea exactamente lo que sale de tu boca, y que tu gente lo comprenda. Gustavo Cerati, como letrista, querÃa hablar de cosas que tuvieran significado para nosotros, y tenÃa la inspiración para hacerlo. Por otra parte, para el público es importante que haya una voz con poder en la música, que te represente. Soda reunió todo eso. Cada disco que vino después de Doble vida tuvo un estándar, un nivel del cual jamás bajaron. Al contrario: cuando se separaron, habÃan llegado a un punto altÃsimo.
Te sumaste a la campaña para que el trÃo ingrese al Rock & Roll Hall of Fame. ¿Hay realmente posibilidades de que una entidad marcadamente anglosajona incorpore a un grupo latinoamericano?
La respuesta a eso es sÃ, ¡sin dudas que sÃ! -grita-. No hay ninguna razón para que no ocurra. En realidad, la cuestión es más bien cuándo lo harán. Creo que no hay que dudar respecto de si es posible. Como latinos, hoy en dÃa ya no deberÃamos hacernos esa pregunta, sino reformularla; en lugar de ‘¿Por qué deberÃan estar en el Rock & Roll Hall of Fame?’, serÃa ‘¿y por qué no?’. Cualquiera que sepa algo del rock en español, no tiene duda alguna de que Soda Stereo tiene ese mérito.
Sin embargo, una buena parte de la industria del rock anglo sigue pensando en Ritchie Valens, o Santana, como emblemas latinos del género, no en un grupo que surgió en Latinoamérica en los años 80.
Estos son los absurdos que ocurren cuando las cosas no están en su lugar, algo que se resolverÃa fácilmente si todos comprendieran que el rock es rock, y que todo aquel que lo hace bien debe ser tenido en cuenta.
Carlos Santana es una época que se ha ido. No podemos pensar ‘Oh, OK, tenemos ya a un músico en el Hall of Fame; es suficiente’ [Santana, la banda que en los 60 lideró el guitarrista nacido en Jalisco, México, ingresó en 1998]. Eso es un prejuicio enorme.
Ritchie Valens se hizo famoso por cantar La bamba en español, pero no podemos pensarlo como un artista que nos representa hoy. Cuando [el percusionista cubano] Mongo SantamarÃa se unió a una banda de jazz, empezaron a hablar de ‘latin jazz’; ¡solo porque habÃa un percusionista en el grupo! No dejemos que nos traten como tontos; que no nos engañen. Hay que forzar al Rock & Roll Hall of Fame para que se ponga a la altura de los tiempos y las demandas actuales de la gente; de la comunidad latina y también de la afroamericana. No somos minorÃas; dejen de llamarnos asÃ. Somos muchos, y queremos tener voto en esto. ¡A los latinos también nos gusta el rock, maldita sea! Y queremos que nos represente Soda Stereo… Que sean reconocidos a nivel internacional es su derecho, y también el nuestro.
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