La gran celebración virtual de Bowie llegó cargada de sorpresas y de estrellas
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Durante el mes de enero del 2015, los fans del legendario David Bowie, que se encontraba ya en esos momentos retirado de los escenarios, fueron sorprendidos en solo dos días por contundentes noticias; la primera, que se dio la jornada misma de su cumpleaños número 69, fue realmente positiva, porque se trató del lanzamiento de “Blackstar” -un misterioso y cautivador álbum en estudio-, mientras que la segunda resultó devastadora, porque fue el anuncio de la inesperada muerte de la estrella tras sufrir los estragos de un cáncer al hígado que había mantenido en secreto.
Cinco años después -más precisamente, el sábado pasado-, el pianista Mike Garson, quien trabajó extensamente con el mítico vocalista a lo largo de casi cuatro décadas, llevó a cabo una edición especial de su evento “A Bowie Celebration”, que se había presentado varias veces en L.A. en años anteriores; pero en lugar de hacerla de modo presencial, en vista de las restricciones derivadas del Covid-19, la trasladó al plano del ‘streaming’, lo que presentó una serie adicional de desafíos logísticos.
De hecho, el evento con pago, que estaba planeado para el viernes, tuvo que hacerse un día después, debido a complicaciones técnicas; pero la espera valió realmente la pena, porque se trató de una sesión de un poco más de tres horas en la que participaron músicos de gran calibre que colaboraron en alguna ocasión directamente con el icono desaparecido o que son admiradores suyos.
Por lo general, los actos musicales encontraron a un conjunto más o menos estable, encabezado siempre por Garson, al que se sumaron invitados en el micrófono, aparentemente tocando en vivo en un escenario del Sur de California sin audiencia, aunque el modo en que se presentó a varios de los músicos puso en duda que estos estuvieran realmente allí o que el efecto visual se debiera a que se los había colocado dentro de una suerte de compartimentos separados para protegerlos de la posibilidad de un contagio.
Otros momentos fueron evidentemente pregrabados o al menos efectuados en un lugar distinto por músicos diferentes, como fue el caso del acto más puramente rockero de la velada, en el que participaron el guitarrista Dave Navarro, Taylor Hawkins (baterista de Foo Fighters, esta vez en la voz) y Corey Taylor (de Slipknot) con el fin de interpretar “Rock ‘n’ Roll Suicide”, “Little Fat Man” y “Hang On to Yourself”, amparados en una contundencia guitarrera que no resultó tan evidente en el resto del show.
Hay que considerar, por supuesto, que el concierto estaba dedicado a la carrera entera de Bowie, un artista que se caracterizó justamente por su versatilidad y su eclecticismo y que, como lo saben bien sus seguidores, tuvo etapas musicales sumamente contrastadas, lo que se plasmó por ejemplo en las apacibles ‘performances’ de Gary Oldman (sí, el actor) en “I Can’t Read”, de Judith Hill en “Lady Stardust”, de Billy Corgan (de los Smashing Pumpkins) en “Space Odditty” y hasta de Joe Elliott (de Def Leppard) en “Win” (aunque las cosas se pusieron mucho más guitarreras cuando el mismo Elliott ofreció un ‘encore’ inmediato, esta vez al mando del clásico de clásicos “Ziggy Stardust”).
Tras una larga sesión que incluyó también presentaciones destacadas de Duran Duran (“Five Years”) y Perry Farrell (“The Man Who Sold the World”), efectuadas igualmente en otros escenarios y probablemente registradas con anterioridad, la intensidad subió ante la esperada aparición al lado de Garson de Trent Reznor y Atticus Ross (ambos de NIN), quienes se hicieron cargo de “Fantastic Voyage” y “Fashion”, seguidos por inspiradas intervenciones de Boy George (de Culture Club) en “Time”, Adam Lambert (el único que lució abiertamente un aspecto ‘glam’) en “Starman” y Bernard Fowler (corista de los Rolling Stones) en “Heroes” -tema de cierre que Garson dedicó acertadamente al personal médico que se encuentra en la primera fila de la lucha contra la pandemia-.
Hasta hubo un espectáculo aparte: el que se dio en el ‘chat’ que se podía ver de manera paralela al ‘streaming’ y que, como era de esperarse, le dio cabida a toda clase de comentarios, empezando por una avalancha inicial de críticas por parte de quienes no lograban ver correctamente la transmisión, se sentían decepcionados por razones indeterminadas, pensaban que todo se estaba haciendo con ‘playback’ o escribían simplemente cosas provocadoras por el gusto de hacerlo.
Sin embargo, a medida que pasaron las horas (y que los usuarios se echaban sin duda más de un trago en casa), el tono fue tornándose cada vez más positivo, hasta llegar a un estallido de felicidad y de sentimentalismo que pudo ser excesivo, pero que tuvo sentido como respuesta a un evento que, en medio de sus inevitables imperfecciones, dejó finalmente en todos un sabor a gloria.
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