Comentario: La retórica de la Convención Republicana ha pasado de desastrosa a peligrosa
El orador principal Mike Pence no estuvo a la altura de las noticias del día en que subió al escenario para la tercera noche de la Convención Nacional Republicana (RNC).
Un huracán de categoría 4 se dirigía hacia la costa del Golfo, las muertes por COVID-19 en EE.UU se acercaban a las 180.000. La NBA, WNBA, MLB y MLS cancelaron juegos cuando los jugadores se fueron a huelga en protesta por otro tiroteo policial contra un hombre negro, esta vez en Kenosha, Wisconsin. Un video de un aparente justiciero blanco disparando y matando a manifestantes de #BlackLivesMatter se volvió viral; el presunto tirador fue arrestado. Y el presentador de Fox News, Tucker Carlson, se preparó para otro boicot cuando defendió al presunto agresor por “decidir mantener el orden cuando nadie más lo haría”.
Las estaciones de noticias se apartaban periódicamente de la sedada RNC para cubrir la ‘América que el vicepresidente prometió volver a hacer grande’ -nuevamente. Con el telón de fondo de la evacuación de los residentes antes de la tormenta, los médicos en las líneas del frente de la pandemia y los levantamientos en las calles, ver el tour de autocomplacencia del Partido Republicano se sintió como si nos hubieran arrojado a una dimensión diferente. Orador tras orador expresaron lo bien que han ido las cosas en Estados Unidos desde que el presidente Trump asumió el cargo, lo grandiosas que son ahora y como todo eso cambiará si el ex vicepresidente demócrata, Joe Biden, y la senadora de California, Kamala Harris, ganan en noviembre. Engrandecen el presente, temen por el futuro. Aprovechan la ira y el odio.
Hablando en Ft. McHenry frente a una multitud predominantemente sin mascarillas, Pence promocionó el coraje de Trump. “Durante los últimos cuatro años he visto a este presidente soportar ataques implacables, pero levantarse todos los días y luchar para mantener las promesas que le hizo al pueblo estadounidense”. También enumeró los logros de su jefe, que en el universo alternativo de la RNC incluían el crecimiento del empleo (pero no la devastadora recesión en la que nos encontramos) y mejorar la vida de las mujeres y las personas de color. Reescribió la historia de la pandemia para sugerir que las cosas van muy bien. Tan bien, de hecho, que él, Trump y sus esposas se unieron a la multitud en vivo en Ft. McHenry sin mascarillas.
Al igual que las producciones de dos horas del lunes y martes, el evento dedicado a la renominación de Trump y Pence por parte del Partido Republicano fue una mezcla de relatos optimistas sobre el primer mandato del ahora presidente y el alarmismo sobre el futuro. Tomando una página del libro de estrategias de 2016, varios oradores fomentaron la intolerancia y el racismo para defender a Trump en noviembre. “Los estadounidenses no estarán seguros si gana Biden”, dijo Pence, usando el temor de que el candidato demócrata aboliera la policía y se uniera a ‘Los Otros’.
Es un juego peligroso. Mark y Patricia McCloskey, la pareja de St. Louis que fueron oradores destacados el lunes, no son trabajadores de primera línea ni héroes de guerra. Se les pidió que comparecieran simplemente porque blandieron armas contra manifestantes pacíficos que exigían justicia para las víctimas negras de la violencia policial. La pareja fue acusada de delitos graves por sus acciones y ahora son héroes en la estrategia de Trump.
El martes por la noche, un joven de 17 años, que se dice ser un un justiciero blanco, disparó y mató a dos manifestantes e hirió a un tercero, a la vista de la policía y frente a las cámaras. Parecía envalentonado, incluso validado en sus acciones. ¿Y por qué no lo estaría? Los McCloskey’s fueron enaltecidos. Simplemente llevó más allá el uso de las armas.
Las palabras, como las acciones, tienen consecuencias. A pesar de que el miércoles por la noche fue un intento del Partido Republicano de arreglar su relación con las votantes femeninas, un discurso conmovedor de la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Kayleigh McEnany, del reconocimiento del movimiento por el sufragio femenino -el programa seguía siendo una extensión de la retórica acalorada y la política dañina de Trump cuando se trata de mujeres, inmigrantes, mexicanos, musulmanes, liberales, medios de comunicación o cualquiera que lo escudriñe, critique o se oponga.
Los insultos discriminatorios y sexistas estuvieron presentes en al menos la mitad de los correos electrónicos de lectores que recibí en respuesta a mi crítica negativa de la RNC del lunes, todos de personas que se identificaron como partidarios de Trump. Los insultos intolerantes fueron acompañados de amenazas y lenguaje sexual violento. Una persona incluso esperaba que violaran a mis “sucios hijos musulmanes”. Todo por escribir una reseña negativa.
Como crítico, estoy acostumbrado a que cuestionen mi opinión y a recibir comentarios airados. Pero el tono cambió después de que Trump asumió el cargo. Los comentarios de quienes se identificaron como partidarios del presidente se volvieron más personales, violentos y racistas antes de desvanecerse a principios de este año. La convención claramente ha vuelto a despertar esos impulsos.
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