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Así fue la inauguración de la primera edición virtual del LALIFF

A estas alturas, el LALIFF (Los Angeles Latino International Film Festival) es toda una tradición en el Sur de California, ya que si bien atravesó un receso de cinco años que se interrumpió afortunadamente en el 2018, ha sido siempre una generosa vitrina para las películas que se hacen en nuestros países de origen, aunque la edición anterior se enfocó principalmente en las propuestas creadas por hispanos al interior de los Estados Unidos.

Esta vez, como resultado de la pandemia del Covid-19, el evento fundado por el reconocido actor y productor Edward James Olmos se ha trasladado al plano virtual bajo el nombre de LALIFF Connect, y se transmitirá hasta el 31 de mayo a través de la página oficial de la organización. El acceso es gratuito, pero debes saber que, en el caso de las películas, es necesario hacer RSVP con anticipación, porque el cupo es limitado y se requiere que te inscribas (también de manera gratuita) en la página de Xerb, una conocida plataforma de ‘streaming’.

De ese modo, ayer en la noche, Olmos inauguró oficialmente la edición número 20 mediante un breve video grabado en casa en el que mostraba primero su sorpresa ante el formato que estaba adoptando el festival debido a las circunstancias actuales y en el que recordaba que, además de las propuestas cinematográficas de rigor, el evento incluirá presentaciones musicales en vivo, sesiones de preguntas y respuestas y hasta clases maestras. “Permanezcan seguros y permanezcan saludables”, dijo al final del discurso en inglés.

El largometraje que se pudo ver poco después fue “El último balsero” (“The Last Rafter”), un interesante drama bilingüe sobre un joven cubano que llega hasta las costas de Miami a bordo de una precaria embarcación el mismo día en que Estados Unidos decide acabar con la ley que permitía que cualquier persona proveniente de la isla obtuviera de inmediato sus documentos legales una vez que pisaba la Unión Americana.

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Pese a su ocasional ligereza y a una brevedad de metraje que le impiden desarrollar los temas que toca de manera exhaustiva (dura solo 80 minutos), la cinta es una grata sorpresa, porque se encuentra bien filmada, tiene actuaciones convincentes y no se dedica a cuestionar sistemáticamente al régimen castrista y a celebrar el estilo de vida americano, ni mucho menos, aunque uno de sus puntos narrativos centrales es la inadmisible campaña contra la población homosexual que se practicó en Cuba.

Luego de la proyección del filme, que lidia también con problemas de inmigración pertenecientes a comunidades distintas a la cubana, los directores y guionistas del mismo, Carlos Rafael Betancourt y Óscar Ernesto Ortega, se reunieron de manera remota con el actor Héctor Medina (quien interpreta al protagonista) y la moderadora Claudia Puig con el fin de darle vida a un animado Q&A de media hora en el que recordaron inicialmente sus propias experiencias como inmigrantes que llegaron ya de adultos a Florida (el primero a los 25 años, el segundo a los 26 y el tercero a los 25).

“Óscar y yo empezamos tocando en una banda de garaje en La Habana, donde teníamos también una productora, y Héctor estuvo siempre en contacto con nosotros”, dijo Betancourt. “Yo acababa de llegar a EE.UU. y no sabía lo que iba a pasar conmigo, cuando me llamó Óscar diciéndome que tenía una idea para una película”, comentó por su lado Medina, quien fue el único que habló en español durante la sesión. “Somos de generaciones cercanas y hemos tenido experiencias parecidas, y la película usó no solo nuestros aportes, sino también los de los actores cubanoamericanos que aparecen en ella”.

Tras la discusión, tuvimos la oportunidad de apreciar un encantador acto musical protagonizado también desde casa por Lupita Infante, nieta del legendario cantante y actor Pedro Infante e hija del también reputado Pedro Infante Jr. Valiéndose de pistas musicales y con la asesoría de su esposo, Lupita apareció en la pantalla luciendo un elegante traje de charro y ofreció un show de casi una hora en el que alternó piezas emblemáticas del repertorio mexicano con melodías cubanas y uno que otro aporte personal.

Usando su voz en vivo, la joven -que mencionó varias veces al Cinco de Mayo pero ni una al LALIFF- empezó la faena con temas tan populares como “Cielito lindo”, “Volver, volver” y “Si nos dejan”, antes de presentar una canción que compuso al lado de Erika Vidrio, “Serenata”. Pero le dio también pie a esas discretas fusiones musicales que tanto la han distinguido (y que han provocado que reciba igualmente comentarios negativos, como lo dijo ahora), entre las que se encontraron versiones medio ‘hip-hoperas’ y bilingües de los clásicos “Bésame mucho” y “Cucurrucucú paloma”, enaltecidas por las virtudes de su garganta y marcadas por su esencia mexicoamericana.

Tras un segmento dedicado a composiciones popularizadas por Celia Cruz en el que figuraron “Guantanamera” y “Carnaval” -y que le dio también oportunidad de mostrar sus habilidades para el baile salsero-, Lupita recordó a su ilustre abuelo al entonar “Cien años”; y aunque el tiempo se le había acabado, cantó a capella “El Rey” como cierre de fiesta, ante los pedidos de quienes participaban en el chat que se encontraba disponible de manera simultánea a la transmisión.

Se trató, finalmente, de una apertura de festival inusual pero sumamente gratificante, en la que todos los participantes hicieron sus mejores esfuerzos para reproducir del mejor modo posible esa clase de experiencia directa que se encuentra en estos días tan lejos de nuestro alcance.

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