Todavía tenemos a ‘El Puma’

El primero en reconocer la seriedad de los momentos que atravesó recientemente es él mismo, y lo demostró al iniciar su concierto del viernes pasado en el Wiltern de L.A. con la proyección de un video dedicado a graficar el drama de salud que lo obligó a someterse a un trasplante doble de pulmón.

Fue quizás un gesto dramático excesivo, pero lo cierto es que su situación no era cosa de broma: hace solo unos meses, José Luis Rodríguez “El Puma” no sabía si iba a seguir vivo, y mucho menos si iba a poder cantar nuevamente. De hecho, como él mismo nos lo contó en una reciente entrevista, tuvo que someterse a muchas sesiones de vocalización para poder recuperar esa habilidad.

Todo eso hacía que se esperara con cierto temor su regreso a los escenarios, sobre todo porque hay más de un caso de cantantes de la misma época que siguen presentándose a pesar de que sus gargantas se encuentran ya en muy mal estado. Afortunadamente, lo que se escuchó en el Wiltern cumplió con las mejores expectativas y, de manera curiosa, se convirtió en un involuntario preludio del anuncio sobre el fallecimiento del ídolo español Camilo Sesto, que pertenecía a la misma generación y atraía a la misma clase de público.

Para ser claros, este venezolano tiene 76 años (cuatro más de los que tenía Sesto al momento de morir), por lo que no podría cantar como en sus mejores tiempos incluso si la salud hubiera estado siempre de su lado. Esto se nota sobre todo en la ausencia del impresionante poderío vocal de las grabaciones del pasado, que en los momentos iniciales del show se hizo más notoria debido a que el volumen de su micrófono no era el adecuado.

Pero, en medio del apoyo de coros que se le ofreció, “El Puma” exhibió todavía un excelente timbre de voz y demostró que no ha perdido los recursos expresivos que lo distinguieron; y para dejarlo en claro, abrió fuegos con “Dueño de nada”, que es sin duda su mejor tema lento y una pieza particularmente complicada en el área del canto.

La interpretó de pie al lado de su banda, y aunque poco después se sentó para ofrecer de ese modo una buena parte del show, volvió a levantarse durante el segmento final, en el que se animó incluso a ofrecer algunos pasos de baile mientras entonaba las notas de canciones tan alegres como “Pavo real”, “Agárrense de las manos” y “La fiesta”.

Otro momento del show en L.A.

(Cortesía Ulises Alatriste)

Esos fueron los momentos más celebrados por un público que no llenó por completo las instalaciones del teatro (a fin de cuentas, “El Puma” no es tan popular en estos lares como lo es en Sudamérica), pero que estaba evidentemente complacido y el que figuraban muchas personas jóvenes, aunque la mayoría de la asistencia era naturalmente de mujeres un tanto mayores.

Pero lo que a nosotros nos gusta más es su faceta como baladista, y es por eso que, después de “Dueño de nada”, disfrutamos mucho con la interpretación de piezas como “Voy a perder la cabeza por tu amor”, “Culpable soy yo” y la épica “Atrévete”, aunque nos pareció también muy acertada la versión reggae que se hizo de “Tendría que llorar por ti”.

La parte media del espectáculo estuvo específicamente preparada para la audiencia local, ya que se trató de un segmento dedicado a la música mexicana en el que destacó una versión del emblemático bolero “Échame a mí la culpa”; pero también hubo por ahí tributos al folklore venezolano, al colombiano y al argentino.

La audiencia estuvo siempre del lado de su artista favorito.

(Cortesía Ulises Alatriste)

En medio de estos trámites, el carismático cantante (que aludió solo brevemente a la situación política de su país de origen al gritar “¡Volveremos!”) subió a la tarima a algunos de los asistentes, entre ellos una mujer anglosajona que afirmó haber viajado desde Tucson, Arizona, para poder verlo en vivo, lo que generó tanto sorpresa como entusiasmo.

“El Puma” llegó hasta nosotros al mando de una banda de músicos evidentemente jóvenes que ha formado en Miami, donde vive actualmente. Todos ellos tocaron bien, aunque los que más destacaron fueron los encargados de la sección de vientos, que se trasladaron varias veces a la parte delantera para motivar al público con su energía y sus movimientos.