Se unen las leyendas del metal en el festival mexicano Hell & Heaven
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Ciudad de México — La luz se extinguió en las tinieblas y los amantes de la versión más oscura del rock vivieron ayer la primera jornada del Corona Hell & Heaven bajo un cielo electrizante.
Desde las 16:00 horas, el sol fue cediendo ante las nubes negras, muy a tono con la atmósfera que evocó el metal en la Curva 4 del Autódromo Hermanos Rodríguez.
Y desde tres horas después, los 80 mil asistentes que agotaron las localidades, según OCESA, vivieron un aguacero interminable. Los truenos resonaban con las guitarras eléctricas y los riffs acelerados, así como las potentes baterías, pero eso sólo motivó más a los fans que se encontraban cerca de los escenarios para sacudir violentamente la cabeza. Puro headbanging.
Al final del infierno esperaba Scorpions, cabeza de cartel del viernes. En el escenario principal, Corona Hell Stage, iluminado en tonos anaranjados y rojizos, la banda alemana saludó al público con la pregunta “Is There Anybody There?” en pantalla gigante, pasadas las 23:30.
Dos de los éxitos que los encumbraron a nivel mundial, como “Wind of Change” y “Send Me an Angel”, que sonaban a intento de reconciliación con el cielo, prendieron los ánimos y un coro masivo al cierre de esta edición.
Previamente, en el AT&T Heaven Stage, anexo al principal, las notas de “Smoke in the Water”, himno de Deep Purple, hicieron que los asistentes olvidaran el frío, el agua y sus consecuencias.
“Highway Star” y “Child in Time”, de los años 70, enloquecieron a sus fans, quienes agitaban las cabezas al ritmo del hard rock sinfónico de la leyenda británica.
También en el Corona Hell Stage, los alaridos de Dennis Lyxzén, vocalista del grupo sueco de hardcore Refused, parecían partir el cielo por la tarde. La potencia de la música estaba en sincronía con el escenario natural y los relámpagos iluminaban el show.
Pocos se resguardaban en las carpas del área de comida. La mayoría quería rockear con la fuerza de la tormenta, que duró una hora y media y dejó llovizna continua.
A diferencia de otros festivales, como el Corona Capital o el Vive Latino, no hubo sillas voladoras ni ruedas de la fortuna. “Nosotros no necesitamos jueguitos, somos más rudos, nos late la música”, bromeó Jesús Gómez, de 45 años.
El negro era el color oficial y los collares con calaveras predominaban entre la multitud. Muchos lucían melenas y barbas largas, tatuajes y panzas que revelaban el gusto por la cerveza y la comida.
Disfraces de personajes de Mad Max: Fury Road deambulaban por el lugar en reverencia a Mastodon, headliner del entarimado principal. Poco antes, en el True Metal Stage, los seguidores de Testament alzaron los brazos para pasear por encima de sus cabezas a un fan en silla de ruedas.
Hoy se realizará la segunda jornada, con conciertos de Ozzy Osbourne, Judas Priest, Marilyn Manson, Megadeth y más.
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