Un Bello Sueño es un grupo musical infantil integrado por hijos de inmigrantes
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Los Ángeles — Los miembros de Un Bello Sueño son hermanos, y ninguno de ellos ha cumplido todavía la mayoría de edad. De ese modo, el vocalista y guitarrista Luis Roberto tiene 16 años; la bajista y vocalista María 14; el pianista Lizandro 13; la baterista Yoselín 10; la percusionista Perla 8; y la bailarina y encargada del pandero Andrea 5.
Y si este rango de edades es ya sorprendente para un grupo que tiene un álbum completo en el mercado, lo es más cuando se considera que sus integrantes forman parte de una familia de inmigrantes mexicanos que sigue lidiando con muchos de los problemas habituales de nuestra comunidad en los Estados Unidos.
De ese modo, el padre de todos, Luis, quien no tiene ‘papeles’ y trabaja en los campos de San José, California, lleva ya 16 años en la misma ciudad; pero sus hijos mayores, Luis Roberto y María, quienes nacieron en Puebla, México, se quedaron ahí por cerca de seis años, hasta que el mismo hombre decidió traerlos del único modo en que sabía hacerlo.
“Tuve que cruzar el cerro con ellos al lado de mi primo”, le contó el jornalero a HOY durante una visita a nuestra redacción, efectuada al lado de sus seis hijos y de su esposa María. “Las vimos ‘gruesas’, porque el ‘pollero’ nos dejó toda una noche abandonados. Como se puso a llover, tuvimos que darle nuestras ropas a los niños y construir una casita con ramas para que se abrigaran”.
Los otros cuatro nacieron ya en los territorios del Tío Sam, pero eso no quiere que las cosas hayan sido fáciles para un clan tan modesto como abundante, sobre todo porque la mayoría de sus miembros tienen claras intenciones artísticas.
“Es bien complicado, porque ellos siempre necesitan cables, cuerdas y cosas así”, nos dijo la madre, quien prepara y vende carne asada durante los fines de semana. “Pero le echan muchas ganas, y como se interesan tanto en la música, no me dan guerra, porque se la pasan practicando en sus cuartos; eso nos da esperanza de que van a poder salir adelante”.
El mayor de los chicos, Luis Roberto, es de algún modo el líder del grupo, ya que se trata del compositor y arreglista principal. Él mismo se interesó inicialmente en la música debido a la influencia de sus abuelos, quienes se encargaron de él y de María durante los primeros años en Puebla.
“Las personas que me criaron son ‘mariachis’, y yo desde chiquito estaba tratando de tocar una trompeta que había por ahí”, nos contó el adolescente, quien se declara admirador de Joan Sebastian y de Vicente Fernández.
“Y cuando llegó acá, empezó a jugar con una guitarra vieja que teníamos, hasta que pudimos ponerle un maestro y aprendió realmente a tocarla”, retomó su padre.
El caso de María también es interesante, porque interpreta el bajo, un instrumento de cuerdas bastante duras. “Lo que pasa es que la guitarra se me hizo más complicada, porque tiene más cuerdas”, nos dijo ella con una risa. “Al comienzo tenía que estirar mucho mis manos, pero ahora me sale de modo natural. Y además hago la voz femenina, porque me encanta cantar; siento que es algo que despierta tu vida”.
Pero la curiosidad crece naturalmente mientras van bajando los años de existencia, sobre todo en el caso de Yoselín, porque tocar unas percusiones de esta clase a tan tierna edad y siendo mujer no puede ser sencillo. “Para mí no es un problema”, se limitó a decirnos la pequeña con una sonrisa.
El primer disco de Un Bello Sueño, “A mitad de semana”, contiene tanto ‘covers’ como composiciones originales; y en el caso del tema “Herida de amor”, que es original de los rockeros escoceses de Nazareth, Luis Roberto afirma que la inspiración provino más bien de la adaptación hecha por el Grupo Indio.
La producción viene marcada por los sonidos de la balada romántica y de la cumbia, aunque también aparece por ahí una pieza norteña titulada “Contigo estoy”. “Es muy variado, porque queríamos demostrar lo versátiles que somos”, afirmó el mismo vocalista. “E incluso cuando se trata de ‘covers’, los hacemos a nuestro estilo”.
Según su padre, lograr tener este producto entre las manos no fue fácil. “Había que esperar a los niños afuera de la escuela para ir directamente al estudio cuando salían de clases, y tenerles los ‘lunches’ ahí en el carro”, recordó.
“El estudio está como a una hora de donde vivimos, y tenían que quedarse a veces hasta las 11 de la noche para grabar, por lo que a veces se iban a dormir recién a la medianoche. Pero valió la pena”, comentó el poblano con orgullo.
Por ese mismo lado, el señor se refirió a los comentarios negativos de Donald Trump para pedirle al magnate que recapacite, porque “no estamos aquí para ser un estorbo. No podemos regresar pa’ trás ni dejar solas a nuestras familias, porque eso sería un sufrimiento muy grande. No sé qué sería de nosotros si pasara algo así”, reflexionó.
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