El nuevo informe sobre el cambio climático es funesto; ¿qué podemos hacer al respecto?
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Sabíamos que el último informe de las Naciones Unidas sobre el cambio climático no iba a ser una buena noticia, pero de igual manera es difícil de escuchar: no hemos estado ni cerca de controlar el calentamiento global, y ese fracaso está provocando consecuencias ambientales desastrosas.
La evaluación científica fue publicada esta semana por el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés). Esta concluye que, gracias a un aumento continuo de las temperaturas globales, podemos esperar más incendios forestales, inundaciones, olas de calor y escasez de agua en los próximos 30 años. Se trata de un gran problema, dado que el alza sin precedentes de eventos extremos ya está causando niveles enormes de destrucción.
Incluso si las naciones logran imponer los recortes más fuertes a las emisiones de gases de efecto invernadero, es casi seguro que el planeta excederá el objetivo más ambicioso del Acuerdo Climático de París, de 2015, de limitar el calentamiento a 1.5 grados Celsius (2.7 grados Fahrenheit). Eso es porque ya hemos alcanzado 1.1 grados Celsius de calentamiento desde el siglo XIX, lo cual deja menos de medio grado de margen de maniobra.
Por más desesperada que suene la situación, lo último que quieren los expertos en clima y los legisladores es que la gente se sienta tan desalentada que se rinda y se desconecte del tema, comentó Katherine Konschnik, experta en políticas climáticas de la Universidad de Duke.
“Ese es el mayor riesgo de un informe como este”. Todas esas malas noticias a escala global “pueden ser realmente desalentadoras porque dan miedo y suenan demasiado enormes”, agregó.
La situación puede parecer casi irreparable, pero no lo es, enfatizan los expertos. Va a ser muy, muy difícil cambiar las cosas, y se requerirá un nivel sin precedentes de esfuerzo concertado para realizar los cambios sistémicos necesarios que garanticen un planeta habitable para todos nosotros. Además, esos cambios deben ocurrir rápidamente, porque cuanto más nos demoremos, más se calentará la Tierra y más difícil se volverá la tarea. “Todos tenemos que contribuir con una parte de la solución”, consideró Volker Sick, un ingeniero mecánico de la Universidad de Michigan cuyo trabajo se centra en formas de eliminar el dióxido de carbono del aire y convertirlo en productos útiles.
“No tenemos una solución milagrosa, una cosa que arregle todo”, comentó. “Por lo tanto, necesitamos acción individual, acción política, nueva tecnología; es necesario hacer cambios en muchas cuestiones, pero hacerlo pensando al nivel de sistema”.
Con eso en mente, The Times preguntó a varios expertos sobre las acciones que se pueden tomar de forma cotidiana para ayudar a reducir nuestro impacto en el clima.
Mostrar el poder de compra
“Creo que muchas veces”, indicó Konschnik, “la gente no se da cuenta del poder que tiene como consumidor”.
Si va a comprar un producto, observe las empresas que los respaldan, sus emisiones y el impacto ambiental, dijo. ¿Han establecido metas para reducir las emisiones de carbono? ¿Han dado una explicación clara de cómo llegarán allí?
“Si no es así, y hay un competidor que fabrica un producto similar que sí asumió esos compromisos, entonces sabe que puede usar su poder adquisitivo para decir: ‘Quiero apoyar a la compañía que está haciendo compromisos reales’”, explicó.
Si tiene que comprar electrodomésticos o productos electrónicos, verifique sus calificaciones de eficiencia con el programa Energy Star respaldado por el gobierno o alguno similar.
(Esto tiene un beneficio adicional: elegir un aparato más eficiente probablemente le ahorrará dinero a largo plazo).
También puede comprar libros, ropa y muchos otros bienes de segunda mano, algo que afecta mucho menos el medio ambiente. Ello consume menor energía, en parte, porque el producto ya está fabricado y los materiales no tienen que ser transportados, ensamblados y empaquetados en el mismo grado.
“Ciertamente, hay momentos en los que uno comprará algo [nuevo]”, comentó Konschnik. “Pero en muchas ocasiones hay alternativas usadas, en perfecto estado”.
Para los productos no esenciales, también puede tomar la decisión radical de no comprar nada.
En medio de un momento muy estresante, “muchos de nosotros buscamos formas de sentirnos mejor rápidamente; comprar es una de esas cosas”, expuso Konschnik. Pero sugirió otras formas bajas en carbono de relajarse: desenchufar el teléfono y salir a caminar, pasar tiempo con un amigo tomando una taza de té o llevar a su hijo al parque y columpiarlo. “Esos momentos no se pueden comprar”, agregó.
Aislar... Y apagar el termostato
“En serio, una de las cosas más básicas es aislar su hogar”, remarcó Konschnik. “No importa dónde viva, aislar su casa es muy importante, y cualquiera puede hacerlo, incluso si usted es inquilino y vive en un apartamento”.
A modo de ejemplo, señaló las láminas de plástico disponibles en las tiendas de mejoras para el hogar, que se pueden aplicar a las ventanas para sellar las grietas y evitar que entre el aire frío en invierno.
“Son actividades de menor costo y realmente marcan una diferencia”, enfatizó. “Pueden ahorrar costos de energía para su familia y hacer que su hogar sea más comfortable, mientras a la vez hacen algo positivo por el cambio climático. Así que son unas de mis favoritas, aunque no sean lo más atractivo del mundo”.
Además, trate de no sobrecalentar o enfriar demasiado una habitación: hay formas menos intensivas de energía para hacer que un espacio sea cómodo, agregó Sue Anne Bell, profesora de enfermería en la Universidad de Michigan que se enfoca en la preparación y respuesta ante desastres.
“Ajuste el termostato dos grados más alto en el verano y dos grados más bajo en el invierno”, sugirió Bell. “Póngase una chamarra si tiene frío o duerma con un ventilador en verano”.
Lo mismo aplica para los edificios de oficinas, añadió Sick.
“¿Por qué necesitamos usar una chamarra y una camisa de manga larga en verano para estar cómodos en los edificios, que enfrían a temperaturas incómodamente bajas? -y en el invierno, debemos estar en mangas cortas-. Eso está mal”.
Votar
Si existe una forma probada y verdadera en la que las personas pueden contribuir al cambio a escala social, es votando por quienes se toman el cambio climático en serio, agregaron varios expertos.
“Una de las cosas más importantes que los ciudadanos individuales pueden hacer es comprender el problema y apoyar a candidatos que comprendan la gravedad del mismo”, destacó Edward Parson, experto en políticas climáticas de UCLA. Eso incluye un reconocimiento, dijo, de que “éste es un desafío para el ingenio y la moralidad humana, a una escala nunca antes vista”.
Konschnik coincidió, señalando las formas en que los votantes pueden educarse y presionar a sus representantes en una dirección más ecológica: leer las plataformas de los partidos para ver lo que dicen sobre el cambio climático; asistir a foros de candidatos y preguntar sobre los planes específicos de política climática de sus candidatos y, por supuesto, votar en consecuencia.
Si eso parece mucho trabajo de campo, apóyese en organizaciones como League of Conservation Voters, que rastrea los votos de los funcionarios electos sobre cuestiones climáticas y ambientales. “Esa es una manera muy rápida de ver dónde se encuentra un candidato en particular o un funcionario electo en relación con otros”, destacó Konschnik.
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Parson desconfía de poner demasiado énfasis en soluciones individuales para el cambio climático. El calentamiento global es un problema colectivo y requiere de una acción colectiva masiva, comentó. “Tengo serias dificultades para enmarcar la respuesta al cambio climático en términos de lo que ‘yo’ puedo hacer para contribuir a la solución”, reflexionó. “Hay algunas formas limitadas en que el cambio de comportamiento individual puede marcar una diferencia que no sea trivial, pero el cambio climático es un problema de las emisiones agregadas de las actividades humanas de 7.500 millones de personas en el mundo”.
Para ser justos, una cantidad desproporcionada de esas emisiones son producidas por entre 1.000 y 2.000 millones de individuos de altos ingresos, agregó.
Así que, no sienta que la carga del calentamiento global descansa sobre sus hombros. En última instancia, son los gobiernos los que deben realizar cambios políticos masivos, políticamente difíciles pero necesarios, para reducir drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero en muchos aspectos de la industria, el comercio y nuestra vida diaria.
Dicho esto, los cambios individuales, especialmente por parte de los consumidores de alta energía, pueden ayudar a cambiar la situación en conjunto, señalaron los expertos. Hacer algo para reducir nuestra huella de carbono es mejor que no hacer nada, siempre que la estrategia esté bien pensada.
Sea paciente con usted mismo
“Me refiero a elegir una cosa a la vez y tratar de mantenerla, en lugar de sentirse abrumado por cambios insostenibles”, dijo Bell. Por ejemplo, intente dejar de comer carne durante un mes o vaya a una tienda de segunda mano para comprar su ropa “nueva”.
Bell sumó otro consejo: “Sea amable con usted mismo, con sus seres queridos y con su comunidad”, añadió. “Todos nos estamos recuperando del flujo constante de noticias aterradoras. Los actos de bondad engendran esperanza y fortalecen a las comunidades. Uno de mis vecinos plantó un jardín con verduras y flores para que cualquiera pudiera cultivar. Definitivamente, detenerme a recoger un tomate maduro alguna vez, ha iluminado mi día”.
Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.
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