Columna: ¿Puede un estafador hipnotizarlo por teléfono? Preguntemos a hipnotistas profesionales
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Una reacción común a los informes de estafas es preguntarse cómo alguien puede caer en la trampa, bueno, elija su opción: la estafa de los abuelos, la del IRS o la de Microsoft.
Una mujer de Aliso Viejo se encontró preguntándose eso después de que la engañaran recientemente para que comprara más de $3.000 en tarjetas de regalo en Walmart y CVS para, posteriormente, hacérselas llegar a un estafador que decía ser un especialista en fraude en Amazon.
Le pregunté cómo pudo haber sido engañada por un plan tan obvio.
“¡Ojalá supiera!”, respondió ella. “¡Hice cosas que sé que estaban mal, cosas que nunca haría ni en un millón de años!”.
La mujer ahora cree que fue hipnotizada por teléfono para que siguiera las solicitudes cada vez más extravagantes del estafador.
Y puede que tenga razón.
“Mi madre es muy inteligente”, dijo Debbie Katz, de 57 años, quien se puso en contacto conmigo después de que su madre de 82 años se viera involucrada de esta forma. “Ella no tiene alguna deficiencia. Simplemente no hay explicación de cómo sucedió esto”.
La mamá de Katz me pidió que protegiera su privacidad usando solo su nombre de pila, Isabel. Pasé bastante tiempo hablando por teléfono con Isabel y la encontré lúcida e ingeniosa.
Lo que hace que, lo que voy a relatar, sea extremadamente difícil de entender.
Como cuenta Isabel, el otro día recibió una llamada que su identificador reconoció como Amazon.
Normalmente, comentó, no atiende llamadas de números que no reconoce. Sin embargo, como muchos de nosotros, ha estado haciendo muchas compras en Amazon desde el comienzo de la pandemia, por lo que le preocupaba que pudiera haber un problema.
Y lo había, o eso le dijeron. Un hombre que se identificó como Roy dijo que estaba llamando desde el departamento de fraude del gigante del comercio electrónico con preocupaciones sobre una transacción de $299.99.
¿Isabel estaba al tanto de tal transacción? No, le dijo a la persona que llamaba. No era de ella.
Roy preguntó si ella estaba cerca de una computadora. Sí lo estaba. Le dio una dirección web para que la escribiera. Llevó a Isabel a una página que parecía ser parte del sitio de Amazon y de hecho mostraba una transacción de $299.99.
“A partir de ese momento”, me explicó, “hice todo lo que no debí haber hecho”.
Roy explicó que, para recuperar sus $299.99, Isabel tendría que enviar temporalmente $299.99 a Amazon (lo sé, no tiene sentido). Le preguntó si tenía fondos suficientes en el banco.
Roy esperó a que Isabel se conectara a su cuenta corriente y descubrió que no tenía $300 de sobra. Roy le indicó que transfiriera los fondos de su cuenta de ahorros.
Isabel aparentemente escribió un dígito extra, transfiriendo por error $2.999.99, y Roy lo sabía. Inmediatamente le indicó que, para solucionar el problema con Amazon, Isabel tendría que enviar la cantidad más grande a la empresa.
Quizá Roy escuchó a Isabel mencionar el error a su esposo de 93 años, quien estaba sentado cerca y escuchaba la llamada por el altavoz.
O tal vez esa página falsa de Amazon descargó malware en su computadora. Posteriormente, el banco de Isabel advertía de una actividad inusualmente alta que involucraba su cuenta, como si alguien intentara iniciar sesión repetidamente.
Le pregunté cómo sonaba Roy. ¿Qué tipo de voz tenía?
“Fue tranquilo, reconfortante, digno de confianza”, respondió Isabel. “Fue monótono, sin inflexiones, sin altibajos. Era una voz bonita”.
Roy seguía repitiendo la frase: “No cuelgue el teléfono”. Lo dijo una y otra vez, como un mantra.
“No cuelgue el teléfono”, dijo Roy mientras le indicaba a Isabel y a su esposo que se subieran al automóvil y se dirigieran a Walmart, donde compraron tarjetas de regalo American Express por el valor de $1.000.
“No cuelgue el teléfono”, dijo mientras le indicaba a Isabel y a su esposo que condujeran hasta CVS y compraran otros $1.000 en tarjetas de regalo de AmEx.
“No cuelgue el teléfono”, dijo Roy mientras le indicaba a Isabel que tomara fotografías del anverso y reverso de cada tarjeta y se las enviara por correo electrónico, proporcionando así, tanto el número de la tarjeta, como el PIN.
Isabel calcula que estuvo hablando por teléfono con Roy durante casi dos horas mientras realizaba estas tareas. Luego, ella y su esposo regresaron a casa, donde Roy dijo que volvería a llamar con más instrucciones.
“Llamó a la mañana siguiente”, me dijo Isabel, “y volvimos a Walmart y compramos otros $1.200 en tarjetas de regalo”.
En algún momento después, notó las tarjetas y los recibos en su cocina y no entendió por qué estaban allí. A medida que los recuerdos se volvían frescos, señaló Isabel, rompió a sollozar.
“Oh, Dios mío”, recordó haber dicho. “¿Qué he hecho?”
Curiosamente, cuando Isabel denunció esto al Departamento del Sheriff de Orange, que se encarga de los asuntos policiales de Aliso Viejo, dijo que el oficial hizo las mismas preguntas que yo: ¿Cómo era la voz de Roy? ¿Qué dijo él? ¿Cómo lo dijo?
Nadie en el Departamento del Sheriff devolvió mi llamada para hacer comentarios.
Si bien es inusual, ha habido informes de personas que dicen que fueron hipnotizados por estafadores. En 2012, una mujer de Boston le dijo a la policía que creía que la hipnotizaron para que entregara sus joyas y $160.000 en efectivo.
También ha habido varios casos de presuntos delincuentes que insistieron en que fueron hipnotizados para infringir la ley. Un hombre acusado de un asesinato en 1948, en Los Ángeles, afirmó que fue hipnotizado para apretar el gatillo (y fue declarado inocente por locura).
En el otro lado de la ecuación de la aplicación de la ley, el FBI y otras instituciones usan la hipnosis de vez en cuando para ayudar a resolver casos.
Pero, ¿es posible hipnotizar a alguien por teléfono y empujarlo a que haga cosas que sabe que son tontas?
“Sí”, dijo Kevin Stone. “La respuesta es sí”.
Stone, un hipnoterapeuta certificado, se autoproclama el “hipnotizador de Hollywood”. Dice que el apodo le fue otorgado por “Access Hollywood”, que hizo un segmento sobre él y sus clientes famosos.
Junto con actividades clínicas más serias, Stone, con sede en Beverly Hills, realiza un acto de hipnosis en eventos corporativos, universidades y otros lugares. Su sitio web dice que es “el hipnotizador más solicitado del mundo”.
“La hipnosis es un proceso orgánico natural”, me dijo Stone. “El poder de la sugestión se puede utilizar para manipular o influir en las personas”.
Describí la experiencia de Isabel con Roy: la voz tranquilizadora, la frase repetida, la construcción gradual de confianza con tareas cada vez más complejas.
Stone dijo que no podía decir con certeza qué técnicas estaba empleando Roy porque no estaba allí, “pero obviamente está usando sus palabras y la estructura de las oraciones para reducir las inhibiciones de ella”.
“La repetición es una de las técnicas utilizadas para introducir el trance”, observó Stone.
¿Trance? ¿Como si Isabel no supiera lo que estaba pasando?
“No”, respondió Stone. “Ella supo. Entró en Walmart y sabía que todas estas cosas estaban mal. Pero, aún así, las hizo porque no le importaba”.
“Había algo dentro de ella que le decía que, aunque sospechara, todo estaba bien. Ella se beneficiaría de eso”.
Este tipo de cosas no funcionan en todos. Stone indicó que es probable que Roy recorra muchas víctimas potenciales antes de encontrarse con alguien aparentemente tan susceptible a las sugerencias como Isabel.
Y una vez que tiene a alguien así en sus garras, explicó Stone, “el cielo es el límite”.
Escuché lo mismo de Glenn Rottmann de Burbank, otro hipnoterapeuta e intérprete certificado cuyo propio sitio web promociona “un espectáculo de hipnosis escénico como ningún otro”.
Dijo que personas como Isabel son conocidas en el mundo de la hipnosis como “de alta respuesta”.
“Yo digo, ‘Duerme’, y se caen en su silla como una muñeca de trapo”, me aseguró. Con esas personas, comentó, “podría simplemente acercarme y decir: ‘Mírame, mírame, mírame y duerme’”.
Al igual que Stone, Rottmann reconoció que se estaban empleando técnicas de hipnosis en Isabel. “Se trata de establecerte como un experto para que ellos quieran complacerte”, indicó.
La forma en que Roy pasó de la página falsa de Amazon a la cuenta bancaria y las tarjetas de regalo: “Eso es exactamente lo que hago en un espectáculo”, señaló Rottmann. “Paso de sugerencias simples a sugerencias mucho más complejas”.
Dijo que Roy comenzó creando un estado emocional (miedo) al afirmar que Isabel era una víctima de fraude. Luego empezó a influir en ella al introducir formas de aliviar ese miedo.
Cada tarea tenía la intención de fomentar el cumplimiento por parte de Isabel, indicó Rottmann.
La repetida instrucción de no colgar reforzó ese cumplimiento, hasta el punto en que Isabel estaba haciendo cosas que ninguna persona racional haría sin cuestionar su propio comportamiento.
Como resultado, señaló Rottmann, Roy pudo seguir encadenando a Isabel e incluso conseguir que comprara más tarjetas de regalo al día siguiente. Su deseo de complacerlo, y de resolver las emociones que Roy le había inculcado, era más poderoso que su innato sentido de precaución.
“Es horrible”, manifestó Rottmann, “pero también es genial, de una manera maligna”.
No puedo decir con 100% de certeza que esto es lo que realmente sucedió. Pero las acciones de Isabel fueron tan exageradas, tan obviamente en contra de sus intereses, que es difícil encontrar una mejor explicación de por qué hizo estas cosas.
Tanto Rottmann, como Stone, dijeron que las formas de hipnosis son mucho más comunes en la vida cotidiana de lo que la mayoría de la gente cree.
Las variaciones de estas técnicas, dijeron, las emplean habitualmente los vendedores, oradores motivacionales, políticos y otros que quieren empujar a las personas a creer o hacer lo que quieren.
A menudo es benigno, como McDonald’s dice una y otra vez en una campaña de marketing que “te mereces un descanso hoy”. A veces es más insidioso, como cuando una figura política repite una mentira descarada sobre el fraude electoral (“Detengan el robo”).
Y ocasionalmente, con la persona adecuada, es lo que Stone llamó “una combinación letal”: un experto que manipula cruelmente a un sujeto dispuesto.
¿Qué puede hacer? Esté atento a las habituales advertencias de una estafa. Cuelgue cada vez que alguien que no conoce le indique que le dé dinero, especialmente si se trata de tarjetas de regalo.
Y antes de profundizar demasiado, pregúntese si algo de lo que está sucediendo tiene sentido. Si no, aléjese.
“La hipnosis puede hacer que la gente realice todo tipo de cosas”, dijo Stone. “Todos somos sugestionables. Es parte del ADN humano”.
Saber que es posible, señaló, es la primera línea de defensa para protegerse.
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