Migrantes aseguran que el tiroteo en El Paso no los disuadirá de buscar una vida mejor en EE.UU
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CIUDAD JUAREZ, Mexico — La masacre en una tienda Walmart de El Paso, el sábado pasado, no hizo mella en el deseo de Silvia Ivania de mudarse a Estados Unidos, incluso cuando el asesino, quien mató a 22 personas, aparentemente fue motivado por el odio hacia los inmigrantes latinos. “Es algo que puede suceder en cualquier lugar”, afirmó Ivania, de 37 años, ciudadana de Honduras, desde el refugio para migrantes del Buen Samaritano, en esta ciudad fronteriza, separada de El Paso por Río Grande. “La violencia en Honduras es mucho peor que en Estados Unidos”.
Ella y varios otros migrantes entrevistados el martes en el refugio, hogar temporal de unas 100 personas -en su mayoría centroamericanas, pero también cubanas, africanas y otras, todas con destino a Estados Unidos- coincidieron en que el asesinato en masa no los disuadía.
Después del tiroteo de El Paso, los críticos del presidente Trump denunciaron su retórica sobre la raza y la inmigración. Los partidarios de Trump dicen que no lo deben culpar de nada.
“En todo caso, quiero ir a Estados Unidos aún más que antes”, reflexionó Danieska Del Toro, de 34 años, de La Habana. “Arrestaron al tipo, ¿verdad? Quizá estaba loco. En Cuba también tenemos violencia, incluso cuando el régimen dice que no la hay”.
El martes, a lo largo del cercano Río Grande, que separa a EE.UU y México, se podía ver a grupos dispersos de migrantes cruzando el río, que en este momento se reduce a unos pocos charcos dispersos en medio de una estrecha franja verde y fácil de atravesar a pie. Sus profundidades leves parecen replicar los letreros que advierten a las personas sobre los peligros de un ahogamiento.
A pesar de la masacre del sábado en El Paso, algunos residentes de la cercana Ciudad Juárez dicen que seguirán visitando su ciudad hermana
Al mediodía, en medio de temperaturas de más de 100 grados, unas 20 personas, algunas de las cuales llevaban de la mano a sus hijos, se rindieron a las camionetas de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos que esperaban al otro lado. Como suele ocurrir, los migrantes no intentaron evadir a las autoridades de inmigración, sino que los buscaron.
Las tropas de la Guardia Nacional Mexicana apostadas en el lado sur instaban a los migrantes a no proceder, pero no lograban impedir su paso. “Esa es su decisión; sólo les advertimos los riesgos”, expresó una oficial de la Guardia Nacional de México, quien se negó a ser identificada porque no estaba autorizada a hablar en público.
A medida que más cubanos llegan a la frontera, el presidente Trump los está empujando de regreso a México y deportando a Cuba a pesar de las quejas contra el gobierno de ese país.
Las detenciones a lo largo de la frontera han disminuido aproximadamente un 40% desde que México comenzó a tomar medidas enérgicas contra los migrantes, a principios de junio, dicen las autoridades. Los funcionarios mexicanos intensificaron las detenciones y deportaciones de centroamericanos y otros migrantes que se dirigen hacia el norte.
Pero muchos siguen llegando a la frontera, y miles están varados en Juárez y otras ciudades fronterizas del norte. Algunos, como Ivania y Del Toro, esperan la adjudicación de las solicitudes de asilo político presentadas cuando fueron detenidos en el lado estadounidense. Otros aguardan su turno para presentar las peticiones.
Ivania relató que ella, junto con su esposo, un ex soldado hondureño, y sus dos hijas, de nueve y siete años, ingresaron al sur de México en abril y esperaron allí durante más de dos meses para recibir visas humanitarias del gobierno de ese país. También en el sur de México, la familia vivió en un refugio, dijo.
Las visas humanitarias les permitieron atravesar México legalmente. Tomaron autobuses públicos a Juárez, cruzaron la frontera sin permiso hacia El Paso, el 4 de julio pasado, y se rindieron a la Patrulla Fronteriza. Su viaje siguió los pasos de decenas de miles de migrantes en los últimos meses.
Después de un día de detención, Ivania y su familia fueron devueltos a México para esperar una audiencia en la corte en El Paso sobre su caso de asilo bajo la política ‘Permanecer en México’, de la administración Trump.
“Al menos nuestra fecha finalmente está cerca”, afirmó Ivania, señalando que la familia tiene una cita el 20 de agosto en el cruce fronterizo de El Paso, para una entrevista sobre su caso de asilo.
Pero su espera podría prolongarse más allá de ese día. Algunos peticionarios del beneficio han sido enviados nuevamente a México después de las audiencias iniciales, para esperar allí nuevas sesiones de la corte.
Para Ivania, el hecho de que El Paso fue el sitio de un tiroteo en masa aparentemente enfocado en los latinos es mayormente irrelevante. Si se les permite ingresar a Estados Unidos, planean mudarse con parientes que tienen en Texas. “En todos los países hay delitos”, expresó Ivania, sentada dentro del refugio para migrantes en una pequeña capilla, ahora repleta de colchones, mochilas y niños dormidos. “Lo que sucedió es algo fuera de lo común y terrible para las víctimas. Pero para mi familia, Estados Unidos representa una oportunidad que no tenemos en Honduras”.
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