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Encuentran condiciones deplorables en un albergue familiar municipal

SAN DIEGO UNION-TRIBUNE

Las habitaciones estaban frías y los calentadores no servían. Los inodoros no funcionaban. Las camas no tenían sábanas. El agua se filtraba por las tuberías rotas y el olor a humedad llenaba los cuartos que tenían escaso mobiliario.

Estas fueron las condiciones descritas por las personas que han estado dentro del Cortez Hill Family Center, un albergue municipal que funge como vivienda temporal en el centro de la ciudad de San Diego, en la esquina de Ninth Avenue y Beech Street.

“Está más allá de lo inaceptable”, señaló el concejal de San Diego Chris Ward, copresidente del Grupo de Trabajo Regional para personas sin hogar y en cuyo distrito se encuentra el albergue Cortez Hill. Añadió que las reparaciones deben hacerse lo antes posible.

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Ward se enteró de la condición del refugio hace días en una reunión con funcionarios de la ciudad y organizaciones sin fines de lucro, entre los que se encontraba Alpha Project, que en enero recibió el contrato para brindar servicios sociales en Cortez Hill. Anteriormente fue la YWCA quien tuvo el contrato por más de una década.

Bob McElroy presidente y director ejecutivo de Alpha Project dijo que el 2 de enero entró por primera vez al refugio de 47 habitaciones y se quedó horrorizado de lo que presenció.

“Me sorprendió mucho ver las condiciones deplorables y desagradables del lugar”, expresó McElroy. “Me apenó mucho que alguien permitiera que sus clientes vivieran en una instalación como esa. Es absolutamente peligroso que nuestros residentes estén allí”.

Por su parte, la directora ejecutiva de YWCA de San Diego Heather Finlay dijo que su organización no era responsable de las condiciones del albergue al ver las fotos que tomaron los miembros del personal de Alpha Project.

“Les puedo asegurar que no dejamos la propiedad en la condición reflejada en esas fotos, ni moveríamos a las familias a unidades en esa condición”, escribió en un correo electrónico.

McElroy insistió en que la YWCA sí operó el refugio en las condiciones que muestran las fotografías.

“Contratamos a la mayoría de su antiguo personal”, señaló. “Ellos pueden dar fe de las condiciones de la instalación y de sus propios ambientes de trabajo”.

Los inquilinos de Cortez Hill incluyen familias que han sido indigentes y sobrevivientes de violencia doméstica. Las personas generalmente permanecen en viviendas temporales hasta 90 días, mientras que el operador del programa proporciona diversos servicios e intenta colocarlos en viviendas permanentes.

McElroy dijo que las personas que ingresaban al albergue encontraban literas sin cobijas, ventanas que goteaban cuando había lluvia, inodoros rotos, ratas e insectos, tuberías con fugas, lavadoras que no funcionaban, cortinas rotas en las ventanas, lavabos destrozados, aire acondicionado descompuesto y un olor a moho en cada habitación.

“Reemplacé un par de refrigeradores que estaban asquerosamente pestilentes”, expresó.

McElroy dijo que los fondos de Alpha Project no pueden usarse para hacer reparaciones en un edificio que es propiedad de la ciudad, no obstante la organización sin fines de lucro reparó el sistema de calefacción y costeó una fumigación, aunque aclaró que esos gastos fueron reembolsados por la ciudad.

McElroy describió cómo unos niños en el segundo piso lo saludaron y luego los vio entrar a su unidad por una ventana. Un trabajador de mantenimiento le explicó que la puerta de la unidad no funcionaba.

También recordó a una madre de tres niños que le mostró una herida en el dedo que se hizo con el filo del linóleo roto en el fregadero de la cocina. Agregó que los miembros del personal de Alpha Project descubrieron un extintor contra incendios en el techo que goteaba sobre enchufes eléctricos dos pisos más abajo. “Era peligroso”, afirmó.

Lisa Jones, vicepresidenta senior de innovaciones de vivienda para personas sin hogar en la Comisión de Vivienda de San Diego, dijo que hasta ahora se han gastado 40 mil dólares en mejoras inmediatas en el sitio.

Greg Block principal secretario de prensa del alcalde Kevin Faulconer dijo que la ciudad está buscando fondos, entre otras fuentes, del Community Development Block Grant para realizar más reparaciones.

McElroy mencionó que tiene dos meses esperando recibir fondos para hacer las reparaciones, mientras tanto ha dejado de aceptar nuevos clientes hasta que se realicen las mejoras.

“Aún tengo desconfianza de que haya humos tóxicos, moho o lo que sea en esas habitaciones”, aseveró.

Hay 30 habitaciones vacías en el edificio y la lista de espera ha crecido a 63 familias, informó.

Joyce Summer vive al otro lado de la calle donde está el centro Cortez Hill Family y fue invitada por McElroy para recorrer el edificio como miembro del Grupo de Residentes Activos de Cortez Hill. Las compañeras Nancy Wilson Ramón y la presidenta del grupo Ann Murphy también asistieron, junto con un miembro del personal de la oficina de Ward y un representante de Downtown San Diego Partnership.

“Entramos en un par de habitaciones donde los olores eran tan malos que tuvimos que apresurarnos a salir”, explicó Summer. “Teníamos náuseas, olía a huevos podridos”.

Summer dijo que hizo un recorrido por el edificio a principios de marzo después de que se hicieran algunas reparaciones, pero todavía había cables expuestos y siguió viendo la necesidad de más reparaciones.

“Hay un bebé de 2 semanas allí”, comentó. “No hay armarios, la ropa está en el suelo. Los muebles de baño todos rotos. Los colchones muy sucios. Supongo que es mejor que estar en la calle, pero no por mucho”.

Hace poco McElroy recibió un correo electrónico de la Comisión de Vivienda de San Diego sobre las pruebas de posibles condiciones tóxicas en cuatro habitaciones. La gente desalojó inmediatamente dos cuartos como lo indicaba la notificación. También se encontraron problemas en una tercera unidad vacía y en el cuarto de lavado, mencionó.

La ciudad compró la propiedad en 2001 cuando era un hotel, y la YWCA comenzó a operar programas ese año a través de un contrato con la Comisión de Vivienda de San Diego.

Jones dijo que la YWCA dejó de operar Cortez Hill porque la organización sintió que el trabajo no estaba alineado con su misión.

Se desconoce si se han realizado inspecciones del sitio en los últimos años.

Jeff Davis director de operaciones de la Comisión de Vivienda de San Diego dijo que se tenía un contrato con la YWCA para los servicios, pero que el Departamento Municipal de Bienes Raíces era el responsable del edificio.

Al respecto Block dijo que el Departamento Municipal de Activos Inmobiliarios no realiza inspecciones regulares de las propiedades municipales, sino que confía en que quien esté operando la propiedad notifique a la ciudad de cualquier problema.

“No podemos arreglar algo si no sabemos de la necesidad”, señaló.

Ward dijo que sería alarmante si la ciudad nunca hubiera inspeccionado el sitio.

McElroy dijo que estaba dispuesto a mostrar la propiedad a los medios de comunicación, pero el permiso tendría que venir de la Comisión de Vivienda de San Diego. La comisión rechazó las repetidas solicitudes de The San Diego Union-Tribune para acceder a la propiedad. Davis dijo que la solicitud había sido transmitida a la ciudad, pero hasta hace poco no se tenía respuesta.

Dan Shea, operador de una cadena de restaurantes y socio de Paradigm Investment Group LLC, también ha visitado el sitio. Shea dijo que como filántropo preocupado por ayudar a las personas sin hogar, le habían preguntado si ayudaría a financiar reparaciones en el edificio.

“Mi respuesta fue ‘no’”, escribió Shea en un correo electrónico al Union-Tribune. “Nunca he visto una instalación tan deplorable y en tan mal estado y me horrorizó que la ciudad permitiera a cualquier organización albergar personas allí, especialmente una propiedad municipal con supervisión de la ciudad”.

Shea escribió que era responsabilidad de la ciudad, no de los filántropos, mantener la propiedad.

“Y aunque me dicen que la ciudad está haciendo todo lo posible para levantarla en este momento, la verdadera pregunta es ¿cómo pudo haber llegado a ese grado de deterioro?”, escribió. “Aparentemente, la ciudad impone estándares a todos los proveedores de servicios con los que tiene contratos, pero ¿no aplica esas normas a sus propiedades?”.

Por su parte Block añadió que también Faulconer se mostró decepcionado al enterarse de las condiciones del edificio, e inmediatamente se centró en mejorarlo.

“Su reacción es, ‘vamos a arreglarlo’”, dijo. “Ya habrá tiempo para mirar hacia atrás y ver porque resultó tan mal, pero por ahora vamos a repararlo”.

McElroy dijo que él también está más interesado en obtener fondos para las reparaciones, que en tratar de encontrar culpables del estado en que está el edificio.

Jones dijo que a pesar de que muchas de las habitaciones parecen necesitar reparación, las revisiones mensuales de los programas de YWCA en el sitio encontraron que estos estaban operando bien.

“En las principales áreas del programa relacionadas con el número de hogares atendidos, la utilización de camas, las salidas a viviendas permanentes o de largo plazo, generalmente se desempeñaron tan bien o mejor respecto a su contrato como otros albergues temporales”, escribió en un correo electrónico.

Las revisiones encontraron que en el último año y medio, la ocupación en el refugio había sido tan alta que llegaron a tener 220 personas en algunos meses, pero había bajado a 150 en diciembre, el último mes que la YWCA lo operó.

Del 70 al 90 por ciento de los inquilinos se trasladaron a una vivienda permanente o de largo plazo en la mayoría de los meses, superando la meta que es del 65 por ciento.

Garrick escribe para el U-T.

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