La violencia no solo viene de Trump, sino de todas la sociedades, incluyendo la mexicana: director de Desierto
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AGENCIA REFORMA/MÉXICO — “Estados Unidos se ha vuelto un depósito de problemas de todos los demás países”.
Mientras se escuchan estas palabras pronunciadas por Donald Trump, una camioneta conducida por un coyote cruza el desierto de México rumbo a la frontera norte.
“Cuando México manda a su gente no está mandando lo mejor, está mandando gente con muchos problemas”.
Los migrantes cruzan la frontera en grupo, evitando toparse con una patrulla fronteriza que los regrese a un país en el que no han encontrado futuro.
“Traen drogas, traen crimen, son violadores, y esto debe parar, debe parar rápido”.
El recorrido de los migrantes por el desierto se detiene cuando un civil estadounidense que vigila la frontera con México -uno de los llamados minutemen- dispara al corazón de un migrante.
El grupo corre al ver caer al primero.
Ya no se escucha el discurso xenófobo del precandidato republicano; es sustituido por el estruendo de las balas que hacen eco en el desierto. Un proyectil alcanza la cabeza de un segundo migrante. Se desvanece el tercero, el cuarto...
La escena forma parte de la película Desierto, estrenada el pasado viernes en 400 salas de cine del país.
Para su director, Jonás Cuarón, las palabras de Trump -que utiliza en el teaser promocional de su película- son igual de peligrosas a las balas de la pantalla.
Sin embargo, el cineasta acota que esa violencia y ese odio no sólo están en el multimillonario de cabello rubio, sino también en muchos otros políticos y en la sociedad mundial.
“Más que basarme en hechos reales, lo que quería era realizar una metáfora sobre a lo que puede llegar la sociedad si sigue siendo bombardeada tanto por los políticos como por los medios mismos y el discurso de odio y racismo hacia los migrantes”, comenta, “es una metáfora, no de una condición gringa, sino de una condición que sucede en todo el mundo”.
De enero a septiembre de 2015, 118 mil centroamericanos fueron deportados de México, más del doble de los que se deportaron desde Estados Unidos (55 mil) a Guatemala, Honduras y El Salvador, según la dirección general de migración de Guatemala.
Jonás Cuarón conoce el dato y la situación de México, a la cual alcanza la metáfora de la que habla.
“Como mexicanos, es muy obvio señalar a Trump, pero creo que no nos podemos olvidar del trato que se le dan a los centroamericanos en México”, menciona.
De 35 años, tez blanca y cara afilada, Jonás conoce la migración desde hace más de dos décadas.
De niño marchó al país del norte con su padre, el ganador del Óscar Alfonso Cuarón (México, 1961), quien forma parte de la generación de cineastas mexicanos más exitosa en Estados Unidos, junto con Alejandro González Iñárritu, Guillermo del Toro y Emmanuel Lubezki.
Los hijos de Jonás comparten las dos nacionalidades. Su esposa es la actriz y fotógrafa estadounidense Eireann Harper, quien encarnó el papel de Molly en Año uña (2007), debut del cineasta cuando aún eran novios. En la trama, Molly conoce en México a Diego, de quien se enamora antes de volver a Nueva York.
En Desierto, el tema migratorio se convierte en una trama, más que de suspenso, de terror. El minuteman (Jeffrey Dean Morgan) persigue en un duelo a muerte a Moisés (Gael García) para evitar que cruce a Estados Unidos.
“Desierto, como experiencia para el público, es una película de género y de acción. Yo sí creo que lo principal que va a generar en las personas es una cantidad de adrenalina muy fuerte”, comenta Cuarón.
A lo que aspira como director y guionista de la película es que los espectadores vivan el miedo y el sufrimiento de los personajes, que se mantengan al filo del asiento mientras aquellos que entran sin visa, que intentan entrar a un país, pero que también huyen de otro, corren para no ser asesinados por un odio xenofóbico encarnado en Jeffrey Dean Morgan.
Vuelve a Trump, y a su discurso de violencia y odio que señala en el adelanto de la película.
“Muchas veces oímos las palabras y pensamos: ‘ah, son sólo palabras’, y no es hasta que las ilustramos con lo que está diciendo que vemos su magnitud”.
En la premier de Desierto, el director invitó a los espectadores a tomarse una foto y subirla con el hashtag #LasPalabrasSonTanPeligrosasComoLasBalas, sosteniendo una hoja con una de las frases racistas de los discursos de Donald Trump.
Sabe que el odio plasmado en su película existe, que los personajes del filme son migrantes de cualquier parte del mundo que intentan llegar a otro lugar, a veces sin lograrlo.
El terror en Desierto ocurre de día, con el mismo sol que ilumina ahora la frente de quien busca el sueño americano.
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